Una de cada seis muertes en el mundo se debe al cáncer. Y muchas de ellas pueden evitarse si la enfermedad se coge a tiempo. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifiestan esta doble tendencia: el cáncer es una de las enfermedades que más muertes provoca en el mundo y su detección precoz, los llamados programas de screening, puede reducir su tasa de mortalidad en cifras muy altas. En el cáncer de pecho, según datos de la OMS, la mortalidad de mujeres cae en un 20% gracias a las mamografías. Diversos estudios concluyen que la realización de estas pruebas reduce la tasa de mortalidad, aunque reconozcan también la necesidad de una mayor individualización de estos test dependiendo del caso concreto de cada mujer.
Screening significa atajar el cáncer antes de que la enfermedad se manifieste. Consiste en la aplicación de tecnología para detectar a tiempo un posible tumor maligno. Estas técnicas buscan un coste razonable para los hospitales y a la vez ser muy poco invasivas, es decir, resultar lo menos molestas posibles para el paciente.
“Si te tienes que hacer una prueba y resulta dolorosa, lo más probable es que si estás sano no te la hagas. Por eso reducir las molestias para el paciente en los programas de screening es fundamental. Porque sabemos que un tumor cogido a tiempo es mucho más fácil de tratar”, explica Francesca Mulero Aniorte (Mallorca, 1968) jefa de la unidad de imagen molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Uno de los caballos de batalla esenciales para prevenir el cáncer son las técnicas de visualización. Mamografías, resonancias magnéticas o el PET —tomografía de emisión de positrones— avanzan en la meta de lograr un análisis lo más detallado posible del interior del cuerpo humano. Las técnicas mejoran en aspectos como la resolución de la imagen para permitir una mayor precisión en el diagnóstico.
El cáncer de mama, uno de los más beneficiados de los programas de screening, afina ya su capacidad de reproducir el interior del pecho. “Ya contamos con mamografías en 3D. El escaneado es capaz de realizar cortes de un milímetro de la mama, con lo que se consigue ver en tres dimensiones”, explica Mulero, jefa en el CNIO. Hay técnicas de mayor resolución, como la resonancia magnética, pero que no son tan inmediatas y cómodas para el paciente, amén de resultar más caras. El refinado de los mamógrafos para evaluar la densidad de la mama está en pleno apogeo, con técnicas como el recuento de fotones y la imagen espectral para conseguir imágenes de gran resolución con una radiación mínima.
El PET es otra de las técnicas más útiles para los tratamientos. De momento, según Mulero, no se la espera como una técnica de screening por su complejidad. Pero se la usa ya regularmente para saber qué tratamientos van a funcionar con el paciente que ya padece un cáncer. “La idea del PET es que marcamos una molécula, por ejemplo la glucosa, que es el alimento de los tumores, y detectamos con una cámara adónde va. Se va a dirigir a los tumores más agresivos”, apunta Mulero.
Otro de los tipos de cáncer que esperan vivir una revolución gracias a las técnicas de imagen es el de próstata, uno de los más necesitados de métodos fiables de diagnóstico. La resonancia magnética multiparamétrica (RMmp) promete alcanzar una gran precisión para adelantarse a este cáncer. “En el caso concreto del cáncer de próstata, una técnica de imagen como la RMmp, está cambiando el paradigma diagnóstico actual, estable durante más de 30 años. El cáncer de próstata era el único proceso oncológico en que se realiza una biopsia a ciegas, lo cual, no tiene sentido si disponemos de una prueba de imagen que es capaz de detectar de forma fiable las zonas de sospecha”, explica Antonio Luna Alcalá, experto en resonancia magnética aplicada a la oncología y director científico del Grupo Health Time.
Más allá de la imagen, hay tratamientos prometedores. Por ejemplo, la biopsia líquida. Con una mera extracción de sangre se pueden detectar las mutaciones tumorales.“Es una de las técnicas fundamentales a futuro tanto para el diagnóstico como para el tratamiento. Por un lado porque permite detectar células tumorales en la corriente sanguínea. Por otro, porque sabemos que un cáncer son muchas enfermedades a un tiempo y que además evoluciona. El tumor de un paciente cambia con el tiempo y por lo tanto cambia el tratamiento. Cuanto más afinemos cuáles son los mecanismos de resistencia, más específicos podremos ser en la cura. Y en esto la biopsia líquida puede ayudarnos mucho”, explica Aitana Calvo Ferrándiz (Madrid, 1976) secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncólogo médico del Hospital Gregorio Marañón.
La anatomía patológica digital también jugará un papel esencial en el cáncer. Se trata de sistematizar mediante el poder de la trasmisión de datos cómo los mejores expertos acceden y estudian el historial clínico de los pacientes. La facilidad del envío digital de pruebas de diagnóstico acerca a médico y paciente independientemente de la distancia física. "Mediante sofisticados procedimientos de captura de imagen, todos estos datos visuales sobre el paciente ya son accesibles desde cualquier dispositivo digital. La clave es que todo esto permite a los especialistas que no están físicamente en el mismo lugar analizar una misma muestra en tiempo real, por streaming, y debatir sobre ella. De esta manera, cuando surge un problema el mejor experto siempre puede opinar.", afirma Raimundo del Moral, director de la Unidad de Gestión Clínica Provincial Intercentros de Anatomía Patológica de Granada.
A futuro, una de las claves será el big data, paradigma tecnológico que permite inferir conclusiones de grandes volúmenes de datos. Y asociado a él, un nuevo perfil cada vez más demandado en los hospitales, el bioinformático. “Un tumor tiene miles de mutaciones asociadas. Y no todas son igualmente relevantes para combatir la enfermedad. Recogemos mucha información y hay que tener perfiles profesionales y tecnologías que permitan interpretarlas y dar tratamientos lo más personalizados posibles”, apunta Ferrándiz. Pero no solo se trata de tecnología. Para Calvo, es también una cuestión de recursos:“La supervivencia se ha duplicado en los últimos 30-40 años. Los pacientes con cáncer viven cada vez más. Las consultas están sobrecargadas y hace falta que haya más oncólogos”.