El poder de la granza Así se reciclan los envases de plástico

Los residuos que tiramos al contenedor amarillo renacen en productos cada vez más diversos. El proceso de recuperación se ha sofisticado. Te lo explicamos

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¿Qué es?

Óscar Hernández, director general de la Asociación Nacional de Recicladores de Plástico (Anarpla), define qué es la granza: “No es otra cosa que el formato de la materia plástica que usa la industria. Son unas bolitas achatadas de forma imperfecta con las que se pueden fabricar multitud de productos. Hay granza virgen, manufacturada desde cero, y granza reciclada, que procede del tratamiento de los envases desechados”.

  • La granza es el formato que normalmente usa la industria para fabricar productos plásticos.
  • Puede ser virgen o reciclada.
  • Mide aproximadamente entre tres y cinco milímetros.
  • Se asemeja a pequeñas lentejas de forma irregular.
  • Se pueden añadir aditivos para darle un determinado color.
  • Se puede modificar sus caracteríisticas para hacerla, por ejemplo, más resistente al calor.

La ventaja de la granza reciclada es que sustituye al material virgen y conlleva un menor consumo de recursos. O, como ejemplifica Francisco Ruiz, director gerente de Plascán, una empresa que transforma residuos en granza, logra que un envase se vuelva casi infinito: “Conseguimos que una botella de agua de PET virgen –tereftalato de polietileno, uno de los plásticos más comunes– se convierta en una botella de muchos usos”.

El uso de granza reciclada…

Implica hasta 14 veces menos de
emisiones de CO2

Ahorra dos millones de
toneladas
de carbono al año,
el equivalente a las emisiones de 1,6 millones de coches

Fuente: Informe de Deloitte y Plastics Recyclers Europe, la asociación de recicladores plásticos europeos

Existen diferentes tipos de granza dependiendo de su origen, especifica Hernández: “Heredan las características del plástico del que proceden y cada fabricante le puede dar las aplicaciones que considere”.

Es decir, una granza de PET será apropiada para fabricar envases de PET, como una botella de agua, cuyo plástico suele ser translúcido y flexible, pero también es adecuada para fibras textiles o los interiores de un coche. Por otro lado, con una granza de polietileno de alta densidad (PEAD) se pueden producir botellas de detergente o, por ejemplo, toboganes de colores para parques infantiles. “Las combinaciones de color y aplicación son casi inacabables”, remacha Hernández.

¿Cómo se obtiene?

En España hay 461 empresas recicladoras de envases homologadas, 78 de ellas dedicadas a la transformación del plástico. Reciben de las plantas de selección los envases que se han depositado en el contenedor amarillo. En las instalaciones recicladoras, esos materiales se transforman en nueva materia prima.

“La ley de residuos posibilita que acreditemos el fin de la condición de residuo del material y su paso a materia prima”

Óscar Hernández Director de Anarpla

Reciclar plástico es un arte cada vez más sofisticado, con más innovaciones tecnológicas y exigencias legales. Hoy la mayoría de empresas cuentan con sus propios laboratorios de calidad para garantizar que el material cumple con los estándares exigidos.

El proceso para conseguir granza

El camino comienza con un ciudadano tirando, por ejemplo, una botella de agua al contenedor amarillo. Los residuos de ese contenedor son recogidos por un camión que los lleva a una planta de selección, donde se clasifican los envases por tipo de material.

* si quieres conocer con más detalle el ciclo del reciclaje consulta este especial

Después, cada uno de estos materiales llega a la instalación recicladora correspondiente, el lugar donde se transforman en granza.

En la selección inicial, una serie de separadores ópticos equipados con sensores infrarrojos identifican los envases para agruparlos en función de su composición y color.

Algunas plantas de reciclado están experimentando con tecnologías basadas en la inteligencia artificial y lectura de marcas de agua para afinar la selección. Sistemas que permiten agrupar los envases no solo por su composición sino, entre otros, por su uso anterior.

Los envases son triturados. Los trozos resultantes, escamas de distintos tamaños y formas, se lavan y después se secan.

El lavado a alta temperatura, que hasta hace poco solo se utilizaba con los envases de PET y ahora se aplica a los demás plásticos. Esta técnica ayuda a quitar impurezas y etiquetas con mayor eficacia.

Lavados y libres de humedad, los fragmentos se introducen en una extrusora, una máquina que prensa y moldea el material y da lugar a la granza, las bolitas finales de plástico reciclado.

Dentro de la propia extrusora se produce una superlimpieza, un método que aplica altas temperaturas, retirada de gases y químicos para purificar el material y que en la actualidad sirve para todos los tipos de plástico.

Estas novedades permiten ahora obtener envases para uso alimentario donde antes no era posible. “La traducción es que de una botella de leche se podrá hacer otra botella de leche”, sintetiza Hernández.

“El reciclaje de envases para usos alimentarios requiere de unos procesos muy exigentes. En cambio, las exigencias son menores si el material se destina a otros productos, como cajas agrícolas”

Francisco Ruíz Director de Plascán

¿En qué se puede convertir?

Según Plastics Recyclers Europe –una de las principales asociaciones de recicladores plásticos europeos –, España es el segundo país del continente en capacidad de recuperación de este material, solo por detrás de Alemania. “Cada vez se produce más granza reciclada y cada vez se aplica en más campos”, incide Hernández.

“Prácticamente no hay ningún ámbito en el que no haya productos de plástico reciclado”.

Los objetos que hoy se fabrican con granza reciclada son inumerables y, en ocasiones, pasan inadvertidos. “Hay de todo. En una ciudad podemos ver señales de tráfico, tuberías de agua o electricidad, los propios contenedores de reciclaje de colores, piezas de automoción o componentes para bicicletas”, ennumera Hernández.

Con este material recuperado también se producen gafas de sol, botes de champú, carcasas de móvil, termos, tazas de café... Además de los muchos productos que provienen de las otras fracciones que se reciclan en el contenedor amarillo, como las latas o los briks.

Esta resurrección de los materiales, base de la economía circular, no sería posible sin el uso de los contenedores selectivos. En 2022 cada ciudadano tiró 27 kilos de envases de plástico, latas, briks y envases de papel y cartón a los cubos amarillos y azules y papeleras de colores ubicadas en parques de ocio o estaciones de transporte, entre otros. En total se reciclaron más de 1,6 millones de toneladas de estos envases, según Ecoembes.

Un gesto que propició el ahorro de

21,46 millones de m3 de agua

1,69 millones de toneladas de CO2