Asturias a través de sus ríos

Un viaje virtual por el Nalón y sus historias

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Puerto de Tarna

Puerto de Tarna

El río Nalón nace de la Fuente de la Nalona, a 1.460 metros de altitud, en el puerto de Tarna (Caso), en la frontera con León. Recorre 153 kilómetros en diagonal de sur a norte, hasta que desemboca en el Cantábrico, entre San Esteban y L’Arena, en Muros, a algo más de 16 kilómetros de Avilés. Cruza el Parque de Redes, Reserva de la Biosfera en la que observar la cascada de el Tabayón de Mongayo / Mongallu, de 60 metros de altura, rodeada de robledales y hayedos.

Fotografía Puerto de Tarna
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Casín

Un queso antiguo, fuerte, y digno de Oscar

Caso da nombre a uno de los quesos más antiguos de Europa: el Casín. Sus primeras referencias documentales se remontan al siglo XIV y su forma de tratarlo –se rabila, es decir, se rompe la cuajada y luego se amasa a mano– lo identifica como arcaico. Se define también por su sabor fuerte y picante. Solo tres productores lo elaboran hoy. Del 3 al 6 de noviembre de 2021, Oviedo / Uviéu acogerá el certamen de los World Cheese Awards, los Oscar del queso, en el que el Casín ocupará un lugar especial.

Fotografía queso Casín
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Caso

Caso

En su transcurso, el Nalón recorre doce concejos. Caso se encuentra a más de 600 metros de altura, aunque cuenta con cumbres de hasta 2.100 metros como el Pico Torres. Hasta 1.500 habitantes pueblan las 10 parroquias que conforman el concejo, con capital en El Campu. En Caliao, a 11 kilómetros, el complejo de ecoturismo Tierra del Agua ofrece a los huéspedes una conexión con la naturaleza confortable y una carta con productos locales como el Casín, uno de los cuatro quesos con Denominación de Origen Protegido (DOP) de Asturias.

Fotografía Caso
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Casín

El corazón minero de Asturias

El carbón está en el corazón de Asturias, y la cuenca del Nalón es la cuna de esa cultura surgida de la minería y la siderurgia. Entre los concejos de Langreo, reconocido en los años sesenta del siglo XX por la Unesco como Kilómetro europeo de la Cultura, y San Martín del Rey Aurelio encontramos los principales exponentes de un patrimonio industrial que es hoy un atractivo turístico valiosísimo: el Museo de la Minería, el de la Siderurgia, el Ecomuseo Minero de Samuño y su tren, y el Pozo de Sotón. “En el colegio, no preguntábamos a qué se dedican tus padres, sino en qué pozo trabajan”, cuenta María Suárez, minera y hoy guía en el Pozo de Sotón.

Minas de carbón
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Sobrescobrio accesible

Sobrescobrio

Naturaleza adaptada a todos los públicos

Sobrescobrio ofrece itinerarios de montaña a pie, en bicicleta o a caballo, rutas en las que apreciar ruinas como la del Torreón de Villamorey / Villamoréi. Aquí se halla una de las sendas más accesibles para todo el mundo: en Campiellos se extienden más de 600 metros de pasarela sin apenas desniveles y protegida con barandillas que puede ser recorrida por personas con discapacidad. Desde el mirador en el que culmina la ruta se observan varios pueblos, el embalse y el pico Cuyargayos.

Venado

El camino del carbón

El camino del carbón, desde pozo de San Luis hasta el valle de Samuño, asciende entre castaños, recorriendo laderas de un verde refulgente. Los concejos de las cuencas mineras, Langreo, San Martín del Rey Aurelio, Laviana, Mieres y Aller, se enclavan en paisajes protegidos, de espesa fronda ideal para el senderismo o para la observación de la fauna. Un lugar privilegiado para, durante el otoño, acercarse a ver la berrea del venado.

Fotografía el camino del carbón
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Laviana

Laviana

Rutas en bici con ‘flow’

El Nalón divide en dos este concejo por el que discurren los senderos del carbón, 156 kilómetros de vías para ciclistas de montaña en los que se pueden descubrir bocas de minas y otros vestigios. Pronto se inaugurará el primer flow trail de España, una ruta que se recorre sin pedalear y sin frenar, solo hay que dejarse llevar. Sus 3,5 kilómetros a través del entorno del Pico La Vara / Picu La Vara, una zona poco boscosa, dominada por prados, se han construido de manera sostenible, usando materiales locales.

Fotografía Laviana
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Balneario de Las Caldas

Balneario de Las Caldas

Agua que cura

A ocho kilómetros de Oviedo / Uviéu el agua mineromedicinal de un manantial dio lugar a que, en 1776, se erigieran unas caldas termales que son hoy un hospedaje diseñado para el bienestar con tratamientos para recuperarse de lesiones o terapias para adelgazar o dejar de fumar mediante el agua. “El turismo de salud crece un 20% anual. Aquí generamos en torno a 100 empleos, y la gran mayoría de gente joven. En la zona hay un futuro posible”, dice Fernando Sánchez, director adjunto del complejo.

Balneario de Las Caldas
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Grado

Grado

En Grado confluyen el Camino Primitivo de Santiago y el Camín Real de la Mesa, la arquitectura medieval e indiana y la minería y la huerta. También es el ancla emocional de Hugo Fontela (1986), pintor moscón de éxito internacional distinguido con el premio BMW en 2005 o mejor artista de ESTAMPA 2007. Acaba de exponer en la galería Marlborough de Madrid, el artista más joven en hacerlo jamás allí. “Mi pintura tiene que ver con mis recuerdos de niñez y mi idea de río con el Nalón, con su paso a través de las peñas entre Candamo y Grado, superando rocas y abriéndose al paisaje”.

Las Regueras
Las Regueras

Las Regueras

Fotorgrafía Las Regueras
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Las Regueras está en el centro de Asturias y cerca del mar, y el agua marca la zona hasta en su topónimo, derivado de las corrientes que lo atraviesan en superficie y en el subsuelo. El río Nora, afluente del Nalón, presta nombre al monumento prerrománico más insigne de un área de lustroso patrimonio arquitectónico: San Pedro de Nora, iglesia de planta basilical que debió ser erigida durante el reinado de Alfonso II el Casto (791-842).

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fresa

Candamo

La única Estrella Verde Michelín del Principado

Elvira Fernández se bañaba de niña en un Nalón negro, en el que no se veía el fondo, por la actividad minera. “El carbón lo teñía, pero nos daba igual porque amábamos ese río”, evoca. La desaparición de las explotaciones devolvió al curso su claridad. “Fue emocionante comprobar cómo subían las truchas a desovar”.
Fernández, vecina de Candamo / Candamu, abrió hace 25 años El Llar de Viri, una casa de comidas tradicional a la que Michelín ha otorgado la única Estrella Verde de Asturias, por su labor sostenible con el entorno. Lo ha logrado gracias a sus recetas con productos locales. Incluso de su propio huerto, como una variedad de fresas con denominación de origen (DO).

Fotografía Candamo
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Venado

Una Cueva Patrimonio Mundial

En San Román, en el concejo de Candamo, se encuentra la Cueva de La Peña. Una de las cinco cuevas asturianas con arte paleolítico rupestre que la UNESCO ha declarado Patrimonio Mundial. Su interior cuenta con representaciones pictóricas y grabados de distintas épocas, destacando sobre todas ellas la figura del équido que preside la cueva desde un camarín natural situado en la parte alta de la cueva.

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Somao

Somao (Pravia)

Un pueblo ejemplar

Somao, en Pravia, fue declarado Pueblo Ejemplar de Asturias 2020 por la Fundación Princesa de Asturias. Entre sus colinas verdes surgen hórreos y paneras junto a quintas indianas, palacetes y hasta un panteón modernista. El origen de su colorida estampa está en José Menéndez Viñal, quien en 1880 regresó de Cuba e introdujo en su domicilio familiar elementos coloniales. Forma parte de la idiosincrasia asturiana el paradigma del indiano, según Hugo Fontela: salir de Asturias y echarla de menos o seguir mentalmente en ella, saber defender lo propio y, a la vez, aprender de lo mejor de la cultura internacional.

Fotografía Somao
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Venado

Una Cueva Patrimonio Mundial

En San Román, en el concejo de Candamo, se encuentra la Cueva de La Peña. Una de las cinco cuevas asturianas con arte paleolítico rupestre que la UNESCO ha declarado Patrimonio Mundial. Su interior cuenta con representaciones pictóricas y grabados de distintas épocas, destacando sobre todas ellas la figura del équido que preside la cueva desde un camarín natural situado en la parte alta de la cueva.

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San Esteban

San Esteban

En la ría del Nalón se halla este puerto por el que salía al mar buscando destino el carbón extraído en las minas. Una ruta de miradores, entre laureles y madreselvas, conecta la villa con la playa de Aguilar y ofrece vistas espectaculares tanto del casco histórico como de la ría, con un alto casi obligatorio: la piscina de agua marina.

Fotografía San Esteban
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L'Arena

L´Arena

El paraíso de la angula

La mejor angula procede de la ría del Nalón, de este pueblo en la desembocadura al Cantábrico, L’Arena, orgulloso de su carácter marinero y de su industria conservera, que se refleja en una procesión popular celebrada cada 24 de junio. Su festival gastronómico está declarado de Interés Turístico Regional. Incluso, en Navidad, por esta localidad no pasa a dejar regalos Papá Noel, sino el Angulero.

¿Qué tienen que ver el Nalón, un joven pintor internacional, un caballo milenario, las fresas o las minas con el turismo del futuro?

Los habitantes del río Nalón

El río más largo y caudaloso de Asturias es también un símbolo de los miles de matices que conjugan la idiosincrasia asturiana. Porque recorriéndolo, desde su nacimiento en el Puerto de Tarna (Caso) hasta su desembocadura, entre San Esteban y L’Arena, uno irá descubriendo: cascadas y paisajes que son Reserva de la Biosfera, arquitectura insigne prerrománica e indiana, gastronomía, un producto local excelso bien sea salido de la huerta, como la fresa de Candamo, o de la labor artesana de queseros que resguardan tradiciones centenarias; el patrimonio industrial y cultural que lega la minería, arte rupestre milenario y pintura contemporánea reconocida internacionalmente o ejemplos de un turismo de bienestar y salud que fue aquí pionero y es hoy el que más crece en España. Recorrer el Nalón desde su fuente hasta que vierte sus aguas en el Cantábrico es un ejercicio ideal para conocer profundamente lo que es Asturias y hacia dónde se proyecta.

Cabaña

José Díaz, una cabaña de cine en el parque de RedesCabaña

Murales de Joaquín Vaquero de la central hidroeléctrica.

Fotograma del documental ‘100 días de soledad’.

José Díaz, arquitecto e interiorista, se deshizo del teléfono móvil hace años, a la línea fija responde su hijo –compositor de la música de su largometraje documental 100 días de soledad–, que deja recados al padre para que, cuando pueda, atienda el correo electrónico. Díaz se escapaba cada viernes durante más de tres lustros a una cabaña enclavada en el parque de Redes, en Caliao, cerca del nacimiento del río Nalón, al extremo contrario justamente de su residencia habitual, en Muros, junto a la desembocadura, lo que convierte a Díaz en un profundo conocedor de este curso fluvial. Esa fue la causa que lo acercó al productor de cine José María Morales, iba a asesorarle a propósito de las mejores localizaciones en Redes para el rodaje del documental Cantábrico, dirigido por Joaquín Gutiérrez Acha. Surgió entonces una amistad con Morales, productor de más de sesenta películas, algunas incluso nominadas a los Oscar, y, de ahí, brotó el germen de 100 días de soledad, un filme documental de Gerardo Olivares que también realizaría y protagonizaría Díaz. Dice la voz de Díaz en off mientras la pantalla muestra picos nubosos de montañas que, visto desde el cielo, el ir y venir apresurado de la gente en las ciudades carece de todo sentido salvo para ellos mismos. Es un firme defensor de una forma de vida más apegada a la naturaleza, de un ritmo menos endemoniado donde detenerse a pensar en uno mismo, en qué desea o qué hace en esta vida, sea posible. “En la sencillez está la verdadera felicidad”, asevera quien, en su búsqueda interior, acabó durante 100 días en su cabaña en la más absoluta soledad y alimentándose de su huerta para, con su cinta, poder brindarnos el ejemplo a los espectadores.

Molino de agua

Un baño con vistas a la naturalezaMolino de agua

José Antonio García asegura que en la aldea de Caliao, en Redes, te pongas donde te pongas, el sonido del agua reverbera por encima de cualquier otro. “Los arroyos, las riegas, hacen un ruido tremendo”, detalla. Precisamente desde una de las fuentonas cercanas, la de Los Arrudos, brota un manantial con un caudal constante de doscientos litros por segundo, del que beben los gijonenses desde hace siete décadas, pese a estar a más de 70 kilómetros. Esa es la razón por la que García bautizó al complejo ecoturístico Tierra del Agua, que inauguró hace más de una década junto a Fernando Cubillo. Un lugar donde descansar, aprender a hacer sidra y darse un chapuzón en la bañera nórdica al aire libre, ya sea verano o invierno, y admirar la riqueza natural del Parque Natural de Redes.

“He tratado de crear balcones y terrazas para que el visitante se pare y observe un paisaje alucinante y prácticamente virgen”, concreta el empresario sobre el entorno y el complejo con 14 apartamentos, lagar, spa y restaurante con platos elaborados con materias primas autóctonas, como los buñuelos con queso Casín y el chuletón de vaca casina. La zona, asegura García, ofrece otra ventaja: aunque está en altura, el ambiente y el clima son más amables que otras montañas del entorno. En Caliao hay bosques con sendas fáciles de recorrer con condiciones climáticas más suaves, aunque en invierno la nieve acolcha las vistas. “No hace falta trepar o escalar. Es un pasaje puro que ha tenido la suerte de mantenerse intacto y nosotros queremos preservarlo”, completa García.

Fotografía vistas baño de Caliao

Bañera nórdica en una de las terrazas del complejo turístico Tierra del Agua en Caliao.

queso

La asturiana que recuperó un queso en un taller mecánico queso

Natalia Lobeto en su quesería.

Natalia Lobeto en su quesería. Foto de Fernando Rodríguez.

Marigel Álvarez se convirtió en una emprendedora, en términos contemporáneos, cuando a finales de los años ochenta decidió elaborar queso Casín. Entonces pocas familias seguían produciendo esta variedad, una de las más antiguas de la península, elaborada con leche de vacas que pastan en prados regados por el Nalón, para su propio consumo. No se comercializaba, así que, para ayudar en la economía familiar reacondicionó la mitad del taller mecánico de su marido para convertirlo en una quesería. “Pensé que era riquísimo como para no darlo a conocer”, reconoce Álvarez. Aprendió la receta de su suegra y buscó maneras para mejorarlo y conservarlo durante más tiempo. Hoy, son tres los productores de Casín y cuenta con Denominación de Origen Protegida (DOP) desde 2006. “Tiene un sabor muy fuerte y un gran retrogusto. Además, al ser graso, con una pequeña cantidad ya te sacia”, describe Álvarez, que también regenta el complejo rural de Reciegos, con ocho habitaciones para visitantes y una pequeña quesería donde aprender a elaborar Casín, a 600 metros de la orilla norte del Nalón.

Natalia Lobeto, una de sus cuatro hijas, tomó el relevo de la producción en 2016 y construyó una nueva planta completamente sostenible en un antiguo establo frente a la casa rural. “Toda la energía proviene de la aerotermia [que permite obtener calor del ambiente exterior tanto en verano como en invierno] y las cámaras están bajo tierra para minimizar el consumo energético”, explica Lobeto, cuyo apellido, asegura es muy común por allí. “Los Lobetos que te encuentres por el mundo son de Caso”, bromea. Cada año tratan 60.000 litros de leche para elaborar ruedas de 250 gramos marcadas con su sello particular. “Cada familia grababa su marca sobre cada queso, ya que se secaban en hórreos compartidos”, recuerda Álvarez.

mina

María Suárez, orgullo minero mina

Cuando era pequeña, María Suárez, de 42 años, no preguntaba a sus compañeros de colegio a qué se dedicaban sus padres, sino en qué pozo trabajaban. “Aquí, en las cuencas, todos somos de familia minera, desde luego todo mi entorno estuvo siempre vinculado a la mina: mi marido, mis padres, mis abuelos, mi cuñado…” Suárez comenzó en 2009, trabajaba en el pozo de Carrio, (Laviana), en la novena planta, dedicada al transporte vertical de material y del personal a través del pozo, en “la jaula”, concreta Suárez. “Aquí, en Asturias, la minería no es solo un oficio, conlleva asociado un modo de vida y unos valores: de esfuerzo, de cercanía, de humanidad”, explica Suárez, que reivindica un sentimiento común que une a los vecinos, el “orgullo minero”.

Desde los noventa y más acuciantemente en la última década, la extracción de carbón se ha ido reduciendo, en plena transición ecológica, ya no es un combustible tan demandado. Sin embargo, los castilletes, muchas de las edificaciones en realidad de la industria minera, han obtenido la consideración de Bienes de Interés Cultural (BIC) pues, como explica Suárez, ciertamente han modulado la cultura y forma de vida de la zona.

El pozo de Sotón cesó su actividad carbonera en diciembre de 2014 y, entre mayo y junio de 2015, ya se había convertido en foco de atracción de grupos de turistas, a los que, mediante visitas guiadas acometidas por mineros como Suárez, se les hacía partícipes de lo que significaba la mina. Sus castilletes o su sala de máquinas, que data de entre 1917 y 1922, fueron declarados BIC pero, sobre todo, en lo que estriba su particularidad, es en que ofrece la posibilidad de adentrarse a casi medio kilómetro en las profundidades de la tierra. “La mayoría de los testimonios que recibo se parecen: pocos se hacen a la idea de lo dura que puede ser la vida del minero”, cuenta Suárez, que los acompaña con sus prolijas y expertas explicaciones desde la casa de aseo, donde les da instrucciones y la vestimenta de seguridad, hasta la lampistería, la jaula de embarque y luego por toda la chimenea y las galerías hasta el corazón de la mina. “Todavía a veces, en el trayecto en coche desde mi casa en la Pola de Laviana / La Pola Llaviana, miro al pozo de Carrio esperando que se mueva la jaula, deseando que ocurra algo”, confiesa Suárez, que tiene la esperanza de que ese patrimonio industrial y sus valores se preserven y contribuyan al futuro de la región, aunque no sea empleando a tantos vecinos como antes.

La casa y la productora de Lola Cancio llevan el nombre de A Barenta por este lavadero, fuente a la que acudían las mujeres y, también, espacio de confidencias, una designación que revela su trabajo de empoderamiento de la mujer.

María Suárez en el pozo de Sotón.

Agua termal

Fernando Sánchez, agua que cura como referente turístico Agua termal

Fernando Sánchez, director adjunto de Las Caldas Villa Termal.

Fernando Sánchez, director adjunto de Las Caldas Villa Termal.

El turismo de salud y bienestar crece, según Fernando Sánchez, director adjunto de Las Caldas Villa Termal, un 20% anual. “Cada vez más viajeros planifican sus vacaciones buscando lugares donde puedan practicar deporte, en los que puedan mantener una alimentación saludable y donde predomine un entorno natural”, cuenta Sánchez. Y eso, justamente, es lo que desde hace siglos ofrece ese enclave, en el que incluso se diseñan programas para recuperarse de lesiones o adelgazar a través del agua para los alojados. Una cueva y un manantial de agua mineromedicinal propició que desde el siglo XVIII se abriera ahí un balneario, tres edificios históricos –su arquitectura es digna de contemplar– que ahora hospedan un hotel de cinco estrellas al que se suman otras dos edificaciones destinadas a un centro ecotermal e instalaciones deportivas. “Todo ello, rodeado por más de 20.000 metros cuadrados de jardines privados repletos de árboles centenarios”, indica Sánchez; “a muchos clientes les cuesta creer que estén a solo 10 minutos del casco histórico de Oviedo / Uviéu”.

La parroquia donde se asienta la villa termal tiene solo 300 vecinos censados, sin embargo, en los últimos tiempos y gracias a su actividad (dan empleo a unas 100 personas, en su mayoría jóvenes), muchas otras iniciativas han empezado a surgir y asentarse. “Si uno quiere, hay futuro, hay que lucharlo y sacrificarse”, defiende Sánchez.

pincel

Hugo Fontela, pintura surgida del río pincel

Dice Hugo Fontela (Grado/Grau 1986) que cuando se fue a estudiar cambió su pueblo de 10.000 habitantes por una ciudad de 10 millones y que, aun así, en Nueva York, donde se formó como artista, sentía en cambio que todo era una mera cuestión de perspectiva y que, en realidad, pictórica y mentalmente nunca había dejado Asturias. “Mi pintura proviene de mis recuerdos de niñez, y yo nunca me he ido por tanto de esas rocas, esos ríos y esos mares. Cuando pinto un río, pinto el Nalón que se desplaza quieto y solemne entre el paisaje que lo protege rumbo al mar, el Nalón entre las peñas que separan Candamo y Grado, el río negro como tinta china cuando lavaban en sus aguas los mineros el carbón: Asturias es verde y negra, decía el pintor Nicanor Piñole”.

De su obra, merecedora de distinciones como el premio BMW en 2005, a unos bisoños 20 años, dice el crítico Fernando Castro Flórez que, en la eterna búsqueda de la relación entre naturaleza y arte, Fontela sabe ver “lo verdaderamente infinito en lo infinito de la naturaleza, que es la poesía”. Su última muestra, este pasado 2020 en la galería Marlborough de Madrid (es el artista más joven en exponer allí, cuya nómina de consagrados es inmensa), da buena cuenta de esa indagación, siendo muchos de los cuadros protagonistas pinturas sobre ríos.

Fontela es, pues, otro asturiano local e internacional a la vez, en la línea del mismísimo Jovellanos. “Asturias es dura, te hace valorar esfuerzo y tesón, están muy arraigados en nuestro carácter, cuestión que también tiene un punto de revelación: con todo ese esfuerzo y capacidad para superarte, el premio es estar en un lugar extraordinario. Para los indianos que se fueron su premio fue volver y ser capaces de embellecer Asturias y cantar, con conocimiento de causa, sus virtudes. Es parte de nosotros esa doble sensación: fascinarte con el lugar al que perteneces, de donde eres, y ser defensores acérrimos de esa tierra, pero también ser acogedores con lo de fuera, aprender de ello”, sentencia Fontela.

Hugo Fontela pintando en su estudio.

Hugo Fontela pintando en su estudio. Foto de J.M. Del Moral.

Martillo y cincel

Tadanori Yamaguchi, esculpir el río con maestría japonesa y acento asturiano Martillo y cincel

El artista Tandori Yamaguchi junto a una de sus obras.

El artista Tandori Yamaguchi junto a una de sus obras.

Tadanori Yamaguchi (Nagoya, 1970) es escultor. Llegó hace 24 años a Asturias, vino con expectativa de exprimir la experiencia de una beca de estudio y regresarse y, sin embargo, lleva aquí asentado la mitad de su vida. Fueron apareciéndosele distintos proyectos artísticos que prolongaron su estancia y, cómo no, el amor hizo definitiva su mudanza. Su estudio se sitúa a orillas del río Aranguín, cerca de su desembocadura en el Nalón y, para Yamaguchi, la relación con la naturaleza es la idea que centra y mueve sus creaciones, obras que trabaja con mimo de artesano, buscando no la perfección sino la huella humana que permanecerá en sus acabados, dotándolos de calidez. En 2018, como parte de su exposición individual en la galería Marlborough (Madrid) Watashi no kankyô (Dentro y fuera), trasladó el curso que el Aranguín traza sobre el mapa a la piedra, entre otras piezas que reflejaban otros aspectos de la naturaleza que día a día lo rodea, desde las libélulas a las hojas de los árboles o su propia voz. También el agua fue el hilo conductor de su última muestra, en Puxagallery (Madrid).

“Me siento plenamente japonés, aunque lo asturiano va ganando terreno. En Japón la naturaleza está muy presente en la comida, en los templos, en los baños; aquí en Asturias siento que ocurre parecido y la naturaleza es algo alcanzable de lo que disfrutar”, concluye Yamaguchi.

fresa

La primera Estrella Verde Michelin de Asturias fresa

A Elvira Fernández le salió un apellido de resonancias aristocráticas cuando abrió su casa de comidas en San Román, en el concejo de Candamo. “Me conocen como Viri del Llar”, afirma esta cocinera que, pese a estar retirada, continúa al frente de El Llar de Viri junto a hijo y su nuera un cuarto de siglo después de su inauguración. “Practico la jubilación activa”, apostilla.

Lo suyo es una casa de comidas y no un restaurante porque trata a sus comensales como amigos que vienen de visita y su carta es muy reducida, pero rebosante de platos autóctonos, como el pote de castañas –“un guiso medieval de cuando aún no habían llegado los vegetales de América”, describe – con productos locales como la berza, la nabiza o las fabas de las vegas del Nalón y del Narcea, algunos cultivados en su propio huerto, como las fresas.

Esta querencia por los productos del entorno le ha granjeado la única Estrella Verde Michelin de Asturias, una distinción que reconoce el esfuerzo de El Llar por incorporar prácticas sostenibles en su actividad. Elvira Fernández asegura que no es algo planeado, sino que va en la esencia de su casa, alojada en la que fuera residencia de sus padres, desde la que se ve el Nalón. “Está en el carácter rural: amamos lo nuestro, confiamos en las personas que nos proveen y practicamos la cocina aprendida de nuestras madres y abuelas”, resume Fernández, uno de los exponentes más notables del Club de Guisanderas, un grupo de mujeres que en 1997 decidió reivindicar su labor ante los fogones y mantener viva la tradición culinaria del Principado. También del movimiento slow food que defiende comer con atención, valorando la calidad, la procedencia de los ingredientes y el modo de prepararlos. “Todo lleva su tiempo, desde el cocinado a la maduración del producto, que debe crecer en el tiempo que la naturaleza le pide”, culmina la cocinera.

La particularidad de la fresa de Candamo ha dado lugar a un festival el primer domingo de junio en Grullos, la capital del concejo. La variedad local es muy apreciada gracias a las condiciones en que crece. “Nosotros la dejamos madurar a su ritmo”, asegura Fernández. Ese valle regado por el Nalón que empieza de Grado / Grao y acaba en Pravia, remarca la restauradora, goza de un microclima amable. “Por eso, los primeros pobladores de la región eligieron esta zona”, añade.

Muestra de ello son las pinturas de la Cueva de La Peña, en San Román, cuyas paredes calizas exhiben dibujos y grabados realizados durante los períodos Solutrense y Magdaleniense (de 18.000 a 13.000 a. C.). Entre todos destacan las representaciones de caballos y bóvidos. Dado su valor, forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde julio de 2008, dentro del sitio Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del Norte de España. Cerca de la caverna, en el Palacio Valdés-Bazán, una casona de principios del XVII, se encuentra el centro de interpretación del complejo prehistórico.

Descenso a nado de la ría de Navia en su edición de 2019.

Elvira Fernández, Viri, con fresas de su huerto del Llar.