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Pallete encara la junta de Telefónica con cambios históricos en el capital

La irrupción de STC y el Estado, junto con el reposicionamiento de CriteriaCaixa, marcan la reunión. El presidente defenderá su política de dividendos con la acción estancada en los cuatro euros

Santiago Millán
Telefónica Pallete
José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.Marta Fernandez Jara (Europa Press)

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, se enfrenta este viernes a una nueva junta de accionistas de la compañía. Esta reunión anual coincide con la conmemoración estos días del centenario de la compañía, muy celebrado por la cúpula directiva, pero llega en un momento de fuerte sacudida en el capital de la operadora, una de las mayores de su historia, en línea con otros cambios drásticos que vivió el grupo como la definitiva privatización de 1997, en la era de Juan Villalonga con el Gobierno del PP de José María Aznar; y más lejos en el tiempo, desde la nacionalización de la compañía en 1945, con la salida de la estadounidense ITT, impulsora y primer accionista de la teleco desde su creación en 1924, durante la era de Miguel Primo de Rivera.

En la compañía no se recuerda otra época en la que hubiera pugna por ser el principal accionista, tras la irrupción, en septiembre pasado, de Saudi Telecom Company (STC), controlada por el fondo soberano de Arabia Saudí, que aspira a llegar al 9,9% de las acciones (ya tiene un 4,9% en acciones y un 5% en derivados, pero debe recibir el visto bueno del Gobierno para superar el 5%); el posterior retorno del Estado al accionariado, que ya tiene un 3% del capital y quiere llegar al 10% a través de la SEPI, con lo que pasaría a ser el primer accionista; y la reordenación de posiciones de La Caixa, cuyo holding, CriteriaCaixa, ha comunicado, precisamente esta misma semana, que tiene un 5% de las acciones de la operadora.

Con estos cambios, el histórico núcleo duro conformado por Caixa y BBVA se ha roto. Y una de las próximas tareas a las que se enfrentará Pallete es a una renovación del consejo de administración para dar entrada a SEPI, que ya ha anunciado que va a pedir un representante, y STC. El directivo ya dejó claro que su presencia dependerá de la participación que alcancen, además de recordar que la mayoría de los consejeros de la operadora son independientes, tras una estrategia en los últimos años consistente en reducir el número de integrantes para el cumplimiento de las normas de buen gobierno. Esto llevó, incluso, a que CaixaBank y BBVA redujeran su número de representantes de dos a uno.

En este escenario, Pallete, que cumple estos días su octavo aniversario como presidente de la teleco, a la que llegó en 1998 y de la que también ha sido consejero delegado, ha defendido en más de una ocasión en los últimos meses el fuerte componente de inversores minoristas españoles en el capital, que “ha dado estabilidad a la compañía en los últimos años”.

En cualquier caso, tantos cambios pueden suponer un examen para la trayectoria del directivo. Entre los logros de su gestión, Pallete ha destacado la fuerte reducción de deuda registrada durante su mandato, cerca de 22.000 millones de euros, hasta el entorno de los 27.000 millones, apoyada en el aumento de la generación de caja y las desinversiones. La compañía ha vendido activos como las torres de telecomunicaciones a American Tower, participaciones en vehículos de fibra a socios financieros en países como España, Alemania, Reino Unido, Brasil, Chile o Perú, entre otros, y ha impulsado movimientos como la fusión de O2 y Virgin Media en Reino Unido.

El talón de Aquiles de la gestión de Pallete es la evolución del precio de la acción. Las matildes parecen haberse estabilizado en el entorno de los cuatro euros, tras caer por debajo de tres euros durante la crisis de la pandemia, pero están lejos de los nueve euros en los que cotizaba cuando Pallete accedió a la presidencia. En los últimos cinco años, han perdido cerca de un 50% de su valor, en línea con otros grupos del sector como Vodafone o BT, que han sufrido castigos en Bolsa similares, que derivaron en cambios en su cúpula directiva.

Esta caída del precio de la acción es la que ha facilitado el desembarco de STC así como el retorno del Estado al capital. De no ser así, nunca habrían entrado, al menos comprando participaciones de calado, cercanas al 10% del capital. Ese paquete de acciones puede adquirirse actualmente por cerca de 2.200 millones de euros, menos de lo que la propia compañía paga por los derechos del fútbol en España, o ligeramente por encima de los cerca de 1.970 millones que le está costando a Telefónica la opa para alcanzar el 100% del capital de su filial alemana.

El directivo, que en más de una ocasión ha insistido en que ha invertido parte de su patrimonio personal en acciones de Telefónica, como muestra de su compromiso con la firma, presentó en noviembre pasado, durante la celebración del Capital Markets Day (el primero que celebra la operadora en más de una década), en la sede de la propia compañía en Madrid, el nuevo plan estratégico para el periodo 2024-2026. Y el dividendo era uno de los ejes principales. Pallete, que recordó que la empresa ha destinado 18.000 millones de euros a remunerar a los accionistas desde 2016, año en el que llegó a la presidencia en sustitución de César Alierta, señaló que la compañía abonará un mínimo de 0,30 euros por acción en efectivo al año, gracias a un aumento de los ingresos del 1% anual en este periodo, y un avance superior al 10% en el flujo de caja libre. “Hemos vuelto al crecimiento, con una mejora de la rentabilidad de una forma sostenible”, presumió ante los inversores.

Pero sus estimaciones no han terminado de calar y en el mercado se comenta que, quizá, Telefónica debería haber buscado una plaza financiera de mayor calado como Londres para celebrar este día del inversor, tal y como se ha hecho en el mismo evento en otros tiempos, como fue el caso del celebrado en 2012, cuando se presentó Telefónica Digital a la comunidad financiera en la capital británica.

Pallete no ha dejado de insistir en la transformación llevada a cabo por la compañía en los últimos años, que ha llevado al grupo al alcanzar hitos históricos para el sector en todo el mundo, como el apagado de la red de cobre en España, que tendrá lugar la próxima semana, convirtiendo a Telefónica en la primera gran teleco europea en concluir la migración definitiva a la fibra óptica; y la concentración en los negocios core vinculados a las redes de nueva generación de móvil y fibra.

Además, el directivo ha mantenido una estrategia de fuertes críticas a la regulación europea del sector, postura a la que ha atraído a los presidentes y consejeros delegados de Deutsche Telekom, Orange y Vodafone, entre otros. Sostiene que Bruselas ha penalizado a los ingresos de las operadoras, al generar una fuerte competencia en todos los mercados, además de frenar los procesos de consolidación.

Precisamente, Telefónica se enfrenta un escenario inédito en España, su mercado principal, tras el cierre de la fusión de Orange y MásMóvil, que ha dado lugar a la operadora líder en clientes en telefonía móvil y banda ancha fija. Por vez primera en la historia, Telefónica no lidera estos negocios, lo que puede obligar a la teleco a replantearse sus estrategias. La operadora ha llevado a cabo fuertes ajustes de plantilla en el mercado español, con planes de bajas voluntarias pactadas con los sindicatos, para adaptar su estructura a este escenario de estancamiento o caídas de ingresos derivadas de la fuerte competencia. En el último ERE, materializado en febrero, salieron más de 3.400 personas de la empresa.

Pallete podrá ser interpelado por los accionistas en la junta sobre cuestiones sobre España, Alemania, Brasil, Hispanoamérica, que sigue siendo un quebradero de cabeza para el grupo en algunas plazas como Perú; o Reino Unido, donde se va a abrir, a partir de junio el periodo para que Telefónica o Liberty Global puedan activar la salida a Bolsa de la joint venture Virgin Media O2.

Eso sí, Telefónica, desde el fin de la pandemia, ha adoptado un formato de junta de accionistas casi restringida, al celebrarse en el auditorio de su sede de Las Tablas, que tiene una capacidad mucho más pequeña que el aforo que podían llegar a tener los pabellones de Ifema del Campo de las Naciones o de la Casa de Campo, donde se celebraban en las épocas de Juan Villalonga o César Alierta. Entonces, los turnos de preguntas eran muy largos, mezclados con protestas de los sindicatos minoritarios, y los presidentes debían responder a muchas cuestiones. Habrá que ver este año.

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Sobre la firma

Santiago Millán
Es periodista de la sección de Empresas, especializado en Telecomunicaciones y Tecnología. Ha trabajado, a lo largo de su carrera, en medios de comunicación como El Economista, El Boletín y Cinco Días.
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