Zombis ¿Por qué están tan vivos?

Ante el estreno de los seis últimos capítulos de la décima temporada de ‘The Walking Dead’, nos preguntamos:

  • ¿Cómo ha evolucionado el muerto viviente?
  • ¿Sobrevivirías al apocalipsis zombi?
  • ¿Cómo crear terror con espuma de látex y silicona?
  • ¿Qué tipo de superviviente serías?

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La pandemia real del coronavirus obligó a la ficticia de The Walking Dead a tomarse un descanso que sus productores decidieron aprovechar para cerrar ciertos flecos sueltos sobre el pasado y el presente de los personajes. El resultado son seis episodios que colocarán al espectador ante una pregunta desasosegante a través de los protagonistas: ¿qué éramos y en qué nos hemos convertido?

George A. Romero, padre del zombi contemporáneo.

El verdadero monstruo es el hombre

Fue George A. Romero quien creó el mito del zombi y lo dotó de la forma y características con los que lo conocemos en su filme fundacional de 1968 La noche de los muertos vivientes. Para él, lo importante nunca fueron en sí las criaturas, sino las posibilidades que le daba emplearlas: ¿cómo podemos los humanos afrontar el apocalipsis? ¿Nos reconocemos en el reflejo tenebroso de esos muertos vivientes? Consumismo exacerbado, indolencia ante el planeta u otras especies, gregarismo… Sus zombis tienen un fuerte componente sociopolítico.

George A. Romero, padre del zombi contemporáneo.

Casi 40 años después, la crítica saludó por razones semejantes The Walking Dead. “En la serie, matar al zombi (valga la redundancia) supone honrar al humano que fue, mientras es la humanidad acosada por el apocalipsis la que va desvelando progresivamente su propia monstruosidad”, decía el experto en cine Jordi Costa en las páginas de EL PAÍS sobre la serie. Costa aludía a la razón del éxito de una trama que, durante diez temporadas, y como hacía Romero, trata de poner al hombre ante la peor tesitura imaginable: su final.

Cartel de ‘La noche de los muertos vivientes’, dirigida por Romero en 1968.

Zombis

Zombi sesentero vs. zombi contemporáneo

Los muertos vivientes llevan más de 50 años entre nosotros. Descubre cómo han evolucionado

Daryl Maggie Carol Negan

Daryl, Carol, Maggie y Negan, o cómo sobrevivir a 10 temporadas

La evolución psicológica de algunos de los personajes de la serie ha sido uno de los grandes aciertos de la ficción: cuatro de ellos, algunos presentes desde los primeros capítulos, demuestran cómo una situación excepcional es capaz de convertir al más débil en superviviente letal o al excluido social en auténtico pegamento del grupo.

Daryl

Daryl Dixon (Norman Reedus)


Una infancia llena de abusos ha forjado un carácter silencioso, triste y reservado en este superviviente. De pequeño se perdió en el bosque durante nueve días sin que nadie lo echara de menos, por lo que las montañas de Georgia y Virginia, por las que se desarrolla la serie, no suponen un problema para Daryl Dixon (pese a los caminantes): un lobo solitario que caza ciervos y se libra de los infectados con su ballesta. Viaja en una Harley-Davidson y, aunque va de tipo duro, egoísta y solitario, se ha convertido en un miembro central de la red de comunidades que Rick Grimes, el protagonista original de la trama, y su grupo han creado. Forja, además, profundas relaciones con el propio Rick, con Carol y con otros personajes como Lydia, hija de la líder de los Susurradores, que consiguen conmover su malhumorado semblante.

Carol

Carol Peletier (Melissa McBride)


Carol ha estado presente en las 10 temporadas de la serie y su evolución personal es una de las más espectaculares. Ha pasado de ser una madre medrosa sometida a un marido violento a una de las supervivientes con más fortaleza y templanza de la serie, al rescate de su grupo en más de una ocasión. Ha aprendido a defenderse, a manejar todo tipo de armas y no teme la soledad en un mundo atestado de caminantes hambrientos de carne humana. Es observadora, metódica, protectora y maternal, pero también independiente. Varias veces ha decidido marcharse por su cuenta al no sentirse integrada en la nueva sociedad creada por los que quedan. Su pelo gris, su mirada azul pero cálida y su actitud serena, casi imperturbable, han convertido a Carol en un referente de la serie.

Maggie

Maggie Greene (Lauren Cohan)


Igual que Rick Grimes, Maggie ve morir a los pocos seres queridos que le quedan a lo largo de las temporadas de la serie: a su padre, a su hermana e incluso a su prometido, Glenn, que es brutalmente asesinado por Negan. Esta exgranjera protagoniza una de las primeras historias de amor en medio de la barbarie zombi y experimenta un proceso de crecimiento, madurez y empoderamiento del que los espectadores son testigos: pasa de ser una joven rebelde pero inexperta a una líder capaz de superar cualquier obstáculo. Tras un par de temporadas fuera, y después de formar una nueva colonia, regresa a The Walking Dead, donde se reencontrará con Negan, de quien busca venganza desde hace tiempo.

Negan

Negan (Jeffrey Dean Morgan)


Tras su aparición en la sexta temporada, Negan se ha convertido en uno de los villanos más terribles de la televisión por el sadismo con el que somete a sus víctimas y a los miembros de su banda de malotes, los Salvadores. Al ser derrotado y pasar siete años encerrado en una cárcel, su personalidad cambia, aunque no queda claro si la transformación es irreversible. Poco se sabe de su pasado, excepto que su esposa se llamaba Lucille -como el bate cubierto de concertina que usa para destrozar las cabezas de los caminantes y las de sus oponentes- y que falleció tiempo atrás. En los nuevos capítulos se desvelarán detalles decisivos para comprender la mentalidad de este extravagante, bestial y complejo personaje.

Sangre

¿Qué hemos aprendido de ‘The Walking Dead’ para sobrevivir a un apocalipsis zombi?

Después de 10 temporadas vagando por las montañas, de pasar inviernos a la intemperie y declarar la guerra a líderes dementes, los pocos supervivientes de The Walking Dead han aprendido unas cuantas lecciones para resistir en un mundo poliédricamente hostil: no solo hacen frente a las hordas de caminantes, sino también a grupos criminales, al hambre, la sed y al cansancio. ¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de sobrevivir a los muertos vivientes?

¿Arma de fuego o arma blanca?


Las armas de fuego permiten disparar lejos y acabar con un caminante de un solo tiro. Pero, ¿qué ocurre cuando se acaban las balas? La mejor opción, a la larga, es un arma blanca. Daryl confía en una ballesta (y en su puntería) y Michonne (Danai Gurira) en una catana. Otros, como Negan, prefieren crear su propia arma mortífera usando alambre de púas enrollado a un bate de béisbol.

¿Campo o ciudad?


La alta densidad de población de las ciudades las convierte en los primeros enclaves en caer en manos de los zombis, además, las reservas de comida y agua se agotan antes. En el campo, la escasa población y el aislamiento facilitan la protección. Además, se puede cultivar y criar ganado. Los supervivientes de TWD escapan de las ciudades a granjas y prisiones, espacios más seguros. Con el tiempo, crearán asentamientos rurales más sofisticados.

¿Solo o en grupo?


El dicho ‘la unión hace la fuerza’ toma especial sentido en The Walking Dead. Solo los que permanecen en grupo pueden sobrevivir e, incluso, vivir con ciertas comodidades, aunque haya quien, como Carol, se empeñen en ir por libre. La convivencia es posible hasta que llega otro grupo que pretende acabar con el tuyo. En ese momento, también la fuerza grupal marcará la diferencia entre someterse, morir o triunfar.

Cazar y recolectar


Saber cómo alcanzar a un jabalí o qué bayas son comestibles y cuáles son venenosas te puede ahorrar más de un susto cuando el hambre aprieta y las chocolatinas caducadas de la gasolinera se han acabado.

Habilidades manuales


Tener destreza para hacer cosas es esencial en un mundo sin Internet, sin gasolina y hasta sin electricidad. Montar a caballo para cubrir largas distancias, saber hacer jabón, diseñar y fabricar prendas de vestir, construir objetos e, incluso, redactar una constitución que regule la convivencia en el poblado serán esenciales para poder aportar algo en la sociedad neoprimitiva y postapocalíptica.

Mente creativa
(y conocimientos de ingeniería)


No solo las destrezas manuales van a ser útiles, sino que será necesario tener conocimientos en ingeniería para innovar con los restos de la antigua sociedad: idear molinos para proveer de alimentos, para forjar metales y para generar, con suerte, electricidad.

Sanitarios:
también en este mundo, los más deseados


Si algo hace falta en el universo de The Walking Dead son médicos y sanitarios que traten a los supervivientes en un mundo sin medicamentos. Cuando se acaban los fármacos, la medicina basada en hierbas medicinales y remedios caseros se convertirá en la única disponible. Siglos de investigación científica se borrarán de un plumazo y habrá que empezar de nuevo.

De vivo a muerto viviente a golpe de silicona

Los primeros zombis de cine se rodaron en blanco y negro por las limitaciones de presupuesto del filme La noche de los muertos vivientes y la dificultad del maquillaje. La sangre, de hecho, era sirope de chocolate. Hoy, la caracterización y el maquillaje cinematográfico utilizan sofisticadas espumas de látex y siliconas capaces de imitar la piel. Greg Nicotero fue el especialista en maquillaje que ayudó a Romero a prefigurar sus zombis y, también, se ha encargado de producir e incluso dirigir capítulos de The Walking Dead.

Pedro de Diego, maquillador y artista de efectos especiales en películas y series como La casa de papel, Campeones o Terminator Dark Fate, enseña paso a paso el laborioso proceso para zombificara un actor. “Los estándares de calidad de la serie son altísimos”, afirma De Diego.

El proceso comienza, según explica De Diego, con un diseño, en el que ya se tendrán en cuenta las facciones del actor o actriz que habrá de encarnar al zombi.

El siguiente paso consiste en hacer un molde. “Sacamos una copia de su cara en escayola, y sobre esta hacemos una escultura en plastilina”, relata De Diego.

De esa escultura de plastilina se hará un nuevo molde, del cual saldrán ya las prótesis de espuma de látex (“Un material muy ligero y que se adapta muy bien al movimiento facial o del cuerpo”, cuenta De Diego) o de silicona (“El material que mejor representa la piel humana, por su translucidez”).

“El proceso de aplicación de las prótesis y el maquillaje es complejo y muy largo. Suele durar en torno a dos horas, si el actor o actriz lo porta solo en la cara, o cuatro o cinco si ocupa todo el cuerpo y las manos”, cuenta De Diego, en la imagen, maquillando a uno de sus zombis.

Este es el resultado final, en una de las caracterizaciones del maestro español del maquillaje Pedro de Diego. Antes, en tiempos de las primeras películas de zombis, estos acabados habrían sido impensables, pues “se empleaban solo grasas, pintura y un poco el látex”, según detalla este experto.

Producciones como TWD, donde la caracterización juega un papel tan importante en el éxito de la serie, han ayudado mucho al progreso de una disciplina cinematográfica para la que De Diego aventura en un futuro próximo “avances impresionantes” tanto en materiales como en técnicas y resultados.

La psicología humana ante un apocalipsis

El psicólogo Sergio García Soriano explica lo que supondría afrontar un apocalipsis zombi: el miedo colectivo haría que se rompieran los tabús más ancestrales, como el asesinato o el canibalismo; sentiríamos, al principio, conmoción, incapacidad de procesarlo y finalmente estupor ante la nueva realidad (“como el trauma vivido con el coronavirus”, dice). Pero cada individuo reaccionaría distinto. Estos son los principales perfiles que describe García. ¿Cómo reaccionarías tú ante la catástrofe?

Tipo A: El héroe

Personas muy metódicas y con objetivos claros, a la par que rígidos en la consecución de los mismos. Parecen impacientes y pueden ser fácilmente propensos a la hostilidad y a la agresividad. Más que pensar necesitan hacer; si no, se quiebran. No podrían dormirse rápidamente durante la noche. Son propensos a sufrir hipertensión, estrés, infartos y aislamiento social por la rigidez.

Tipo B: El divertido dependiente

Contrarios a la personalidad tipo A. No sienten estrés a pesar de la situación, se juntan con personas que saben lo que hacer, y ellos suelen ser el contrapunto. Son menos competitivos y manejan los errores bien. El héroe no se siente cuestionado por él. Sus bromas o chistes esconden una manera sana de lidiar con el estrés, pero no lo manifiesta de manera somática o con ansiedad de pensamientos. Cohesionan los diferentes tipos de personalidad porque son muy sociables y toleran las críticas. Son el pegamento del grupo.

Tipo C: El quejicoso inteligente

Piensan de manera sistemática y analítica. Pueden ser reservados, aunque esconden siempre ideas negativas que podrían servir a parte del grupo para derrumbarse. Son muy sensibles, profundos, reflexivos y cautelosos. Generan malestar en el grupo y hacen de contrapunto de la personalidad tipo A. No aceptan las críticas pero son muy críticos con los demás. Este patrón de conducta está relacionado con la aparición de cáncer en diferentes investigaciones.

Tipo D: El enfermo necesitado

Es una personalidad infantil que guarda sus pensamientos y genera que los demás lo protejan de sus temores, dándose un papel protector/protegido que puede ser insano. Las etiquetas médicas o psicológicas les dan mucha seguridad. Estas personas representan el 21% de la población. Se preocupan mucho y padecen irritabilidad, tristeza y apenas se sienten seguros de sí mismos. Los estudios muestran que entre un 18% y un 53% de los pacientes cardíacos tiene personalidad tipo D. Además, las personas que ya han sufrido un infarto y que presentan esta personalidad tienen mayor probabilidad de sufrir un segundo episodio si no están es tratamiento psicológico.

**Estas conclusiones y categorías deben ser entendidas de manera dinámica entre ellas, puesto que no se dan de forma estática y exclusiva en un individuo. No obstante, en situaciones de crisis estos roles se ven de manera más clara debido a que las personas (del latín, máscara) se quedan sin muchos registros dentro de la gama amplia de matices de una personalidad.

Tipo A: El héroe

Personas muy metódicas y con objetivos claros, a la par que rígidos en la consecución de los mismos. Parecen impacientes y pueden ser fácilmente propensos a la hostilidad y a la agresividad. Más que pensar necesitan hacer; si no, se quiebran. No podrían dormirse rápidamente durante la noche. Son propensos a sufrir hipertensión, estrés, infartos y aislamiento social por la rigidez.

Tipo B: El divertido dependiente

Contrarios a la personalidad tipo A. No sienten estrés a pesar de la situación, se juntan con personas que saben lo que hacer, y ellos suelen ser el contrapunto. Son menos competitivos y manejan los errores bien. El héroe no se siente cuestionado por él. Sus bromas o chistes esconden una manera sana de lidiar con el estrés, pero no lo manifiesta de manera somática o con ansiedad de pensamientos. Cohesionan los diferentes tipos de personalidad porque son muy sociables y toleran las críticas. Son el pegamento del grupo.

Tipo C: El quejicoso inteligente

Piensan de manera sistemática y analítica. Pueden ser reservados, aunque esconden siempre ideas negativas que podrían servir a parte del grupo para derrumbarse. Son muy sensibles, profundos, reflexivos y cautelosos. Generan malestar en el grupo y hacen de contrapunto de la personalidad tipo A. No aceptan las críticas pero son muy críticos con los demás. Este patrón de conducta está relacionado con la aparición de cáncer en diferentes investigaciones.

Tipo D: El enfermo necesitado

Es una personalidad infantil que guarda sus pensamientos y genera que los demás lo protejan de sus temores, dándose un papel protector/protegido que puede ser insano. Las etiquetas médicas o psicológicas les dan mucha seguridad. Estas personas representan el 21% de la población. Se preocupan mucho y padecen irritabilidad, tristeza y apenas se sienten seguros de sí mismos. Los estudios muestran que entre un 18% y un 53% de los pacientes cardíacos tiene personalidad tipo D. Además, las personas que ya han sufrido un infarto y que presentan esta personalidad tienen mayor probabilidad de sufrir un segundo episodio si no están es tratamiento psicológico.

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