Los nuevos teléfonos de Samsung, el Galaxy S7 y el S7 edge, vienen con escasas novedades, pero una de ellas sobresale: tiene un circuito de agua interno que enfría el terminal.
Este circuito cerrado elimina parte del calor que genera el S7 cuando se somete a un alto rendimiento. Algo ideal para que el teléfono no se sobrecaliente y que resulta muy llamativo en un teléfono móvil. En estos tiempos, se exige un mayor rendimiento a los smartphones: hay un catálogo más amplio de aplicaciones, estas necesitan más recursos para funcionar… Todo ello obliga a que el sistema de enfriamiento sea mejor.
El tubo estará situado cerca del procesador, un Qualcomm Snapdragon 820, que a su vez es uno de los más potentes del mercado. El calor viaja por el tubo y se va perdiendo conforme un fluido que hay en su interior pasa de estado líquido a gaseoso o viceversa. Al realizar ese cambio de estado se absorbe o se traspasan grandes cantidades de calor, las suficientes como para enfriar el terminal. Cuando el calor se mueve de un lado a otro del tubo, se aleja del foco principal y permite que el terminal funcione con mayor agilidad.
Este tubo puede haber influido en que el grosor y el peso del Galaxy S7 y el s7 edge sea mayor. En comparación con el S6, miden 7,9 y 7,7 milímetros, respectivamente, frente a los 6,8 de su antecesor. Por otra parte, el S6 pesaba 138 gramos, mientras que los nuevos pesan 152 y 157 cada uno.
De esta manera, el nuevo procesador 820 puede hacer olvidar los problemas que hubo con el 810. Hace unos meses, muchos de los móviles con este producto se sobrecalentaban: el HTC One M9, el Sony Xperia Z3+ y Z4… Si el tubo de agua funciona correctamente junto al nuevo procesador, los excesos de calor y los problemas que estos generan pueden llegar a ser algo del pasado.
Estos tubos de agua son unos clásicos en algunos ordenadores, para refrigerar la CPU y dispersar todo el calor que se genera con la ayuda de un ventilador o un radiador. En aquellos diseñados para gamers cobran especial importancia, ya que al ser usados durante muchas horas a pleno rendimiento, con unos videojuegos que exigen grandes cantidades de energía, el calentamiento es mayor. De hecho, algunos ordenadores especialmente diseñados para jugar vienen con disipadores portátiles para montar y desmontar a gusto. Ahora solo queda ver si los cambios introducidos generan un teléfono con el que sea más fácil funcionar.