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‘Las cosas claras’ encona el debate entre los consejeros de PP y Unidas Podemos

El programa de Jesús Cintora se prorrogará hasta el inicio de los Juegos Olímpicos

Jesús Cintora, en su programa 'Las cosas claras', de La 1.
Jesús Cintora, en su programa 'Las cosas claras', de La 1.EL PAÍS
Rosario G. Gómez

Pocos programas de TVE han sido objeto de una polémica tan enconada, en el ámbito político y en el seno de la televisión pública, como Las cosas claras, desde su estreno, a mediados del pasado noviembre. El consejo de administración ha debatido este martes el futuro del programa que presenta en La 1 el periodista Jesús Cintora, cuyo contrato finaliza el 30 de junio. La idea inicial de la corporación era renovar el formato desde el 1 de julio hasta el 3 de septiembre, pero la posición intransigente de los consejeros del PP ha propiciado una modificación en el calendario de prórroga para que el espacio concluya esta etapa el 22 de julio, coincidiendo con el inicio de los Juegos Olímpicos.

En su reunión de este martes, José Manuel Pérez Tornero ha informado de la situación económica del grupo, que cerró el ejercicio pasado con unas pérdidas de 31,6 millones. La deuda, hasta abril de 2021, asciende a 184 millones. Además, RTVE tiene que desembolsar próximamente 126 millones adicionales en concepto de IVA.

El presidente de la corporación es partidario de buscar consensos dentro del consejo, pero Las cosas claras se ha convertido en un eje de extrema división dentro del organismo, donde existe una nítida contraposición de opiniones. Los vocales propuestos por el PP claman por sacarlo cuanto antes de la parrilla, mientras que los designados por Unidas Podemos son mucho menos críticos y abogan por mantener en emisión el espacio creado por la compañía privada La Coproductora.

Las discrepancias dentro del consejo de administración son una copia de las que se producen en la comisión de control parlamentario de RTVE, donde los diputados del PP han arremetido sistemáticamente contra la anterior etapa de gestión a cuenta del programa. La popular Macarena Montesinos no ha ahorrado ataques. En uno de ellos argumentó: “Rosa María Mateo dice una y otra vez que RTVE no tiene presupuesto suficiente para cumplir con sus obligaciones de servicio público, pero demuestra que sí lo hay para renovar el sesgo ideológico más radical e inconveniente en una burla normativa bautizada como infoentretenimiento, y que tiene en el programa Las cosas claras uno de sus exponentes más escandalosos”.

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Frente a la beligerancia de los consejeros propuestos por el PP, los designados por Unidas Podemos mantienen una posición bien distinta por la vinculación de uno de sus consejeros al programa. En su última etapa, Las cosas claras incorporó al plantel de comentaristas a José Manuel Martín Medem, que poco tiempo después fue nombrado consejero dentro de la cuota de la formación fundada por Pablo Iglesias. Martín Medem, vinculado a la corporación durante tres décadas, formó parte del consejo de RTVE por Izquierda Unida entre 1994 y 1996 y es miembro de la Junta Ejecutiva de la Federación de Sindicatos de Periodistas, director de Mundo Obrero y columnista de La Última Hora.

También es partidario de su continuidad la sección sindical de CC OO, que ha defendido el trabajo de Cintora en la televisión pública. “A Comisiones Obreras le sobra la externalización del programa Las cosas claras, no le sobra la contratación de profesionales como Jesús Cintora, que nos pueden ayudar a recuperar la relevancia que merecemos y contra la que trabajó afanosamente el PP”, mantiene el sindicato.

Quienes apuestan por mantener en antena el espacio esgrimen los datos de audiencia. Respecto a los que ocupaban su franja horaria (Cocina con Peña y Tamara y Como Sapiens), Las cosas claras ha mejorado la cuota de pantalla. Y su coste es inferior al de los dos formatos anteriores. Mateo expuso en el Parlamento las cifras: los primeros 32 capítulos contratados tenían un presupuesto de 1.941.000 euros, una factura que incluye los recursos internos y externos. Y remarcó que el coste por hora y por cada mil espectadores era de 62 euros, frente a los 90 de los formatos culinarios.

El hecho de que el programa corriera a cargo en gran medida de La Coproductora, una empresa privada, ha alimentado la polémica. Mateo encuadró Las cosas claras dentro del género del “infoentretenimiento” para sortear la prohibición legal de externalizar espacios informativos. El Sindicato Independiente de Comunicación y Difusión de RTVE interpuso dos semanas después de su estreno una denuncia ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en la que exponía que se trataba de un programa de naturaleza informativa y, por tanto, vulneraba la ley al ceder su producción a terceros.

En su resolución, la CNMC considera que aunque Las cosas claras tiene “un alto componente informativo”, el tratamiento de la información “no equivale al que se hace en un telediario o en un boletín de noticias”. Argumenta el organismo regulador que los temas se abordan desde una perspectiva diferente a la mera exposición de los hechos, “existiendo una gran dosis de subjetividad en los comentarios expresados”. Según la CNMC, el formato del programa es más cercano a un “programa de actualidad, si bien la temática se centra en la actualidad informativa”.

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