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Xavier Ferrás: “Nos jugamos la última oportunidad de ser agentes relevantes en el tablero internacional”

El profesor de Esade advierte de que la “velocidad del cambio tecnológico y los retos de la economía global no dejan demasiado margen de maniobra”.

Xavier Ferras, profesor de ESADE.
Xavier Ferras, profesor de ESADE.Xavier Ferras

Los próximos años estarán marcados por la llegada del Fondo Europeo de Recuperación de la Covid 19 Next Generation EU procedentes de la Unión que deberán financiar los proyectos que contribuyan a la reactivación y muy especialmente la digitalización de la economía española. Algunos analistas hablan incluso de un “momento fundacional”, como el que se produjo con la entrada de España en la Unión Europea. Hablamos al respecto con Xavier Ferrás, profesor de Esade.

Pregunta. En el ámbito de la digitalización, ¿qué nos jugamos como país con la correcta gestión y aprovechamiento de estos fondos?

Respuesta. Nos jugamos como país y como continente la última oportunidad de ser agentes relevantes en el tablero internacional. Tras la Covid, se ha iniciado un proceso de hipercompetición por la supremacía tecnológica global entre China, la potencia emergente; y EE UU, que no bajará la guardia. Se están volcando cantidades vertiginosas, inimaginables hasta hace muy poco, en I+D. China llegó a su máximo histórico de inversión en I+D el año pasado: 378.000 millones de dólares. Biden ha lanzado un plan de reestructuración integral de su economía, para convertirla en una economía digital de alta tecnología, con un paquete de medidas de esa dimensión. Europa no quiere quedarse atrás, y de ahí el lanzamiento de esos fondos de reconstrucción, que no son de reconstrucción. Son realmente de competitividad. Y deben servir, sobre todo, para reindustrializar España, con una industria inteligente (basada en conocimiento), sostenible (respetuosa con el medio ambiente), e inclusiva (generadora de empleo estable y de calidad)

P. ¿En qué tipo de proyectos debería centrarse España para que se cumplan los objetivos de crear empleo de calidad y contribuir a la reactivación de la economía, qué criterios deberían primar en el reparto y cuáles podrían ser esos ejes tractores o sectores específicos?

R. La velocidad del cambio tecnológico y los retos de la economía global no dejan demasiado margen de maniobra. Debemos incrementar las inversiones estratégicas en las llamadas tecnologías habilitadoras, aquellas que sustentan la competitividad industrial (inteligencia artificial, impresión 3D, microelectrónica, supercomputación, nanotecnología, biotecnología, sensorización, robótica, energías limpias…). Y debemos hacerlo no desde la teoría, sino desde la aplicación práctica, invirtiendo de forma conjunta con empresas, en proyectos que no solo tengan un alto contenido tecnológico, sino además un fuerte impacto económico en términos de creación de ventajas competitivas y empleo de calidad. Esos deben ser los requisitos de los proyectos: alta tecnología e impacto económico. Una vez fijados estos condicionantes, los proyectos deberían concederse competitivamente, a aquellas iniciativas con mayor efecto movilizador y de arrastre en la economía, en el conjunto de sus sectores.

P. ¿Cuáles son los errores que no debemos cometer en el proceso de ejecución de estos fondos para evitar que lo que parece una enorme oportunidad se convierta en un gran fiasco?

R. Existen amenazas razonables de exceso de fragmentación. Los proyectos crearán ventajas competitivas exnovo (de nueva planta) si tienen masa crítica, si por su dimensión y su nivel de reto tecnológico no podrían ser abordados de forma espontánea por los agentes del mercado.

¿Qué tiene más efecto, distribuir un millón de euros en mil bonos de mil euros, o apostar por un solo proyecto transformador de un millón? En innovación, sabemos que lo primero no tiene ningún efecto real, aunque es bien aceptado por el mercado. Lo segundo es menos popular, más exigente y selectivo, pero tiene efectos reales en la economía.

Existen también amenazas de asignación no competitiva: los proyectos deben financiarse bajo estrictas reglas de concurrencia y competencia, destinando los recursos a aquellos de mayor calidad e impacto. Y, finalmente, existen amenazas derivadas de la posible incapacidad de gestión: se debe primar la rapidez a la seguridad jurídica y, en todo caso, realizar severos controles posteriores. Nuestras administraciones son, en general, lentas y muy garantistas. El flujo de recursos que deberán gestionar ahora es descomunal. Si lo hacen con un exceso de dinámica de control burocrático, gran parte de los mismos quedarán sin ejecutar.

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