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La gran batalla animal que se celebra cada año en Twitter para enseñar ecología a 400.000 estudiantes

‘March Mammal Madness’ es un torneo de lucha entre especies y un ejemplo de éxito en el uso de las redes sociales para divulgar conocimiento

Duelo entre animales, grabado coloreado de un dibujo de Grandville de la serie 'Las metamorfosis del día' (1854)
Duelo entre animales, grabado coloreado de un dibujo de Grandville de la serie 'Las metamorfosis del día' (1854)DEA / ICAS94 (De Agostini via Getty Images)

La semana pasada, un águila arpía luchó contra un escarabajo Goliat… en Twitter. La rapaz venció al insecto en la primera ronda del torneo anual March Mammal Madness, que enfrenta a especies animales de todo el planeta en una serie de combates de los que solo puede salir un ganador. El campeonato, que se celebra desde 2013, nació en la mente de Katie Hinde, profesora de la escuela de Evolución Humana y Cambio Social de la Universidad Estatal de Arizona. La docente quiso crear una quiniela de animales basada en los resultados que obtendrían al enfrentarse en la naturaleza, de acuerdo con las características de cada uno. Al principio, explica Hinde, era un juego pensado para los integrantes de su laboratorio. Ahora es una cita multitudinaria que más de 5.000 profesores utilizarán para acercar la ecología a más de 400.000 estudiantes, según estima el estudio publicado este año en la revista eLife.

Cada año, Hinde prepara un listado de 64 animales, no necesariamente mamíferos, para los que un equipo de narradores imagina y relata una serie de enfrentamientos basados en lo que ocurriría en la vida real. Las batallas entre cada pareja de especies se retransmiten ‘en directo’ en hilos de Twitter para el deleite de una comunidad de académicos, estudiantes de instituto y aficionados a la materia, que se suman al torneo jaleando a los contendientes y retratándoles con memes. “Twitter tiene la ventaja de permitir esa sensación de tiempo real de la crónica deportiva, al tiempo que nos permite introducir imágenes, vídeos, enlaces, nombres de usuario de científicos, hashtags y más”, explica la creadora de March Mammal Madness. El campeonato se completa con materiales educativos que los institutos pueden utilizar para guiar el aprendizaje de sus alumnos y, con cada jornada, una marmota de peluche protagoniza resúmenes que se suben a Youtube.

Cada batalla comienza con descripciones de los contendientes a partir de información recopilada de artículos académicos. Gracias a esos tuits iniciales sabemos que las águilas arpía se alimentan principalmente de mamíferos arbóreos y que los escarabajos Goliat llegan a medir más de 12 centímetros de largo. Después se introduce el lugar del enfrentamiento, que será el hábitat de una de las dos especies y, por último, se pasa al encuentro entre estas, que no tiene por qué ser una lucha encarnizada: algunas especies huyen, otras pierden interés y el águila arpía empaló al escarabajo con su espolón sin siquiera darse cuenta. La especie ganadora avanza en sucesivas rondas entre categorías hasta una gran final que enfrenta a los dos últimos animales invictos.

“Las batallas están basadas en hechos. Lo que se describe son cosas que podrían pasar en la vida real”, explica Eduardo Amorim, investigador postdoctoral en la Universidad de Lausana (Suiza) y parte del equipo de genética de March Mammal Madness. Con los años y en paralelo a la creciente popularidad del torneo, se han ido sumando al proyecto colaboradores de diferentes disciplinas y partes del mundo que contribuyen al desarrollo de los contenidos que acompañan a cada enfrentamiento. Amorim llegó por invitación —”buscaban a gente activa en Twitter”— y ahora se encarga tuitear datos genéticos en los descansos entre las batallas.

¿Cómo se decide quién gana? Cada especie tiene mayor o menor probabilidad de vencer en función de sus características, pero un generador de números aleatorios modifica estas probabilidades para dotar de emoción incluso a los encuentros más desequilibrados. “Si esto da la ventaja a la especie más pequeña, los narradores tienen que acomodarlo en la historia y explicar por qué, por ejemplo, un ratón podría matar a un zorro”, comenta Amorim.

Ese azar permite que los forofos de March Mammal Madness se agrupen como les venga en gana: tomando en serio las ventajas de cada animal, limitándose a elegir a su especie favorita o, en el caso de los académicos, apostando por aquellos más próximos a su campo de estudio. “Normalmente voy con los cánidos y los primates; me parecen interesantes”, comenta el genetista. Pero este año Amorim tiene entre sus favoritos al calamar vampiro, al que descubrió cuando le tocó buscar sus datos genéticos. “No es un vampiro y no es un calamar, sino un pulpo. Vive en aguas profundas y con bajos niveles de oxígeno”.

Tanto los genetistas como los narradores intentan que sus fuentes de información sean artículos científicos de acceso abierto que permitan a los interesados profundizar en sus intereses. Y, si tienen la oportunidad, citan en sus tuits a los investigadores que han trabajado en los estudios seleccionados con la etiqueta #actualLivingScientist (#VerdaderoCientíficoVivo). “La gente conoce a Einstein, pero no suele recordar los nombres de investigadores vivos”.

Quiniela traducida al español por Alejandra Núñez-de la Mora
Quiniela traducida al español por Alejandra Núñez-de la MoraMarch Mammal Madness

Alejandra Núñez-de la Mora, antropóloga del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana (México), conoció el torneo a través de Hinde, con la que suele coincidir en círculos académicos. “Siempre que la veía le decía: ‘Ahora toca hacerlo en español’, pero es un trabajo enorme y al principio yo no estaba en posición de asumirlo”, recuerda. Hace dos años, Núñez empezó a colaborar traduciendo algunos contenidos asociados al torneo, que ya incluyen la quiniela y los materiales que se ofrecen a los institutos que quieran seguir el torneo. “Sería genial que pudiéramos empezar a ver este torneo no solo en Estados Unidos, sino también en Latinoamérica y en España”, comenta. Hinde confirma que su intención es impulsar el crecimiento internacional del torneo, que el próximo año celebrará su décimo aniversario, pero se reserva los detalles. “Tenemos muchos planes, pero los vamos a mantener en secreto hasta finales de este año”, adelanta.

Caso de éxito

Desde el punto de vista de la investigadora mexicana, March Mammal Madness es excelente ejemplo en la divulgación científica mediante gamificación en redes sociales. “En Twitter hay algunos juegos en los que se publica una fotografía y el reto es identificar la especie. Pero son muy cortos. Hasta donde yo conozco, somos el único que lleva un proceso de varias semanas, que va in crescendo”, razona. Para ella, el sentimiento de comunidad, la espera anual y el misterio de qué especie saldrá victoriosa están entre los ingredientes que mantienen vivo el torneo.

“Me gusta que es algo que ha surgido de manera muy orgánica. Katie no tenía ni idea de que esto iba a crecer de esa forma”, añade Núñez-de la Mora. La mayoría de los colaboradores, que contribuyen también con la gestión de redes sociales o la creación de ilustraciones de los animales, jamás se han visto en persona fuera de una videollamada. “Se va formando una familia de trabajo. Es un sentimiento muy lindo saber que esto está ahí fuera, tiene vida propia y a lo mejor está impactando a mucha gente de formas que uno ni siquiera concibe”.

Amorim reconoce que las redes sociales se han revelado como una herramienta efectiva para hacer llegar su trabajo como investigador a públicos improbables. “Ahora estamos lidiando con una pandemia y en mi país –Brasil–, veo muchísimas noticias falsas y declaraciones anticiencia”, lamenta. Su esperanza es contrarrestar esto acercando su trabajo a foros como Twitter. “Creo que ayudará a que la gente entienda que la ciencia es una de las mejores aproximaciones que tenemos para entender la naturaleza, las enfermedades, el calentamiento global… Creo que es nuestra obligación”.

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