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Cuentas falsas de políticos en Twitter: el humor que puede acabar envenenando el debate público

Los perfiles paródicos son en algunas ocasiones una refrescante muestra de ingenio. En otras, una herramienta de polarización. A veces, simplemente, propagan noticias falsas

Enrique Alpañés
Cuentas falsas de políticos en Twitter.
Cuentas falsas de políticos en Twitter.

La sociedad lleva años preguntándose por los límites del humor, pero Twitter ya sabe dónde fijarlos: en la frontera de la desinformación. Esa es la regla a la hora de lidiar, y en su caso suspender, las cuentas parodia que nacen con profusión micológica alrededor de políticos y personajes públicos, caricaturizándolos, exagerando sus rasgos o deformando sus proclamas. Independientemente del color político del caricaturizado y del sesgo que se adivine en el creador de los perfiles, en algunos casos estos suponen una refrescante forma de humor. En otros, una herramienta de polarización. A veces, simplemente, propagan noticias falsas.

Muchos lo intentan pero solo unos pocos consiguen relevancia en la red. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno_parodia lo hizo, amasando 24.500 seguidores. Mariano Rajoy Fake suma más de 30.000. Las candidatas a la presidencia de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio, tenían sendas cuentas parodias que rondaban los 20.000 seguidores. Ambas fueron clausuradas recientemente por Twitter. La compañía ha explicado a EL PAÍS que el humor es uno de los grandes ejes de conexión de la gente con la red social en el que tienen cabida dichas parodias. Con dos condiciones: que quede claro que no hay relación entre el usuario y el asunto de la cuenta, añadiendo por ejemplo las palabras “parodia”, “falso” o “fan” en el nombre y la biografía, y que no infrinjan ninguna de sus otras normas (sobre suplantación o incitación al odio, por ejemplo).

La parodia ha sido siempre una forma de reforzar mensajes en política. Pero cuando se da en el entorno digital se enfrenta a retos y problemas nuevos. Mientras que en medios como la televisión la diferencia entre humor y realidad está bien definida, en Twitter los límites son más difusos. La mayoría de la gente sabe diferenciar a un político real del humorista Joaquín Reyes disfrazado de político. Pero resulta mucho más complicado saber quién es el auténtico presidente del Gobierno: @sanchezcastejon o @sanchezcasrejon. Los dos tienen la misma foto de perfil y de fondo. El falso, el segundo, incluye la palabra “parodia” al final de su apodo. Tan al final que si alguien lee sus tuits desde el móvil no lo ve. Lanza mensajes caricaturizando al presidente del Gobierno, imitando y exagerando su tono. En ocasiones esta exageración es tan grotesca que no deja duda de que se trata de un mensaje humorístico. En otras, es tan sutil que pasa por un mensaje del verdadero Sánchez.

Un ejemplo: el 10 de marzo se inició un movimiento en redes de cuentas vinculadas a la extrema derecha que relacionaba el voto por correo con el fraude electoral. Siete días más tarde @sanchezcasrejon tuiteó lo siguiente.

No parece un mensaje particularmente hilarante. Aún así, muchos de sus seguidores lo comentaron entre emoticonos sonrientes. Otros lo retuitearon como si fuera un mensaje del auténtico Sánchez, para algunos una prueba de que el fraude era real. Antoni Roig Telo, profesor de comunicación en la Universidad Oberta de Catalunya, explica que “aquí es donde se establece el debate entre los límites de la libertad de expresión mediante la parodia y la suplantación de la personalidad”. Roig lleva un año estudiando este fenómeno, centrado también en analizar la narrativa de cuentas parodias más amables o alejadas de la trifulca política como Coronavirus, Dios Tuitero o Norcoreano. Destaca pues que hay muchos tipos de cuentas parodia en Twitter. Pero concede que hay un tipo muy concreto que se mimetiza con el personaje al que pretende parodiar y compagina los mensajes de humor con aquellos que pueden confundir a más de uno. “En ocasiones hay personas que se aprovechan de la difusión fuera de contexto de estos posts humorísticos para distorsionar el debate político, generando opiniones polarizadas sin el mínimo sentido crítico, opiniones que buscan el refuerzo y que permanecen incluso tras el desmentido”, apunta.

Portales de detección de fake news como Maldita.es han reportado en los últimos años diversos bulos originados en cuentas parodias. La de Pedro Sánchez es reincidente, pero también se dio en la de Rosa Díaz fake, ya clausurada por esta razón. Mensajes que se viralizan como si fueran reales, a pesar de que estas cuentas se presentan, de manera más o menos clara, como parodia.

Las cuentas falsas no siempre propagan noticias falsas. La mayoría se limita a caricaturizar a un personaje público. Por eso, Roig hace un análisis mayoritariamente positivo: “Nos permiten reírnos de la actualidad o del personaje parodiado a través de un juego irónico, a veces metaficcional, fusionado con la cultura popular”. Sin embargo, aquellas que parodian íntegramente a un líder político o de opinión suelen tener un posicionamiento ideológico muy definido, algo que acaba reflejándose en sus seguidores. Esto no tiene por qué ser negativo, pero en un ecosistema tan extremo como Twitter puede escorar la conversación hacia posiciones cada vez más beligerantes. “Por eso, cabe preguntarse si este tipo de cuentas pertenecen a actores independientes o son movidos por gente de la órbita política profesional”, señala.

La extrema derecha y el troleo de estado

Iago Moreno lleva tiempo haciéndose esa pregunta. Para responderla, este sociólogo y analista de fenómenos digitales ha puesto la mirada en el extranjero. “De puertas para fuera cada vez es más normal que los espacios políticos compren, literalmente, a quien destaca por la ciberagitación anónima”, explica por email. “En muchos lugares esto lleva a lo que llamamos troleo de estado, es decir, a la cesión de medios del estado para formar estas legiones troll anónimas. Los investigadores [Erguin ] Yoruk y [Eden] Bulut lo explicaron muy bien en relación a Turquía”. Otros países como México o Filipinas también empiezan a mostrar peligrosas señales de polarización desde cuentas parodia.

Pero el ejemplo más escalofriante lo encontramos en el país donde más crece Twitter en todo el mundo. En la India las cuentas parodia dejaron de tomarse a broma hace ya tiempo. Allí hacerse pasar por políticos, personalidades o medios de comunicación es la mejor manera de colar noticias falsas. Medios como Buzzfeed o India.com llevan tiempo denunciando que muchas de estas cuentas abandonaron el humor para dedicarse con éxito a la desinformación. Añadir la etiqueta fake (falso) o parodia al final de su nombre de usuario es un mero trámite para burlar las reglas de Twitter.

Eso no significa que el humor se haya eliminado de la esfera política virtual del país. La antropóloga india Sahana Udupa describe cómo se ha convertido en un modo de galvanizar las pulsiones políticas y crear relato. Según Udupa, el partido fundamentalista hindú BJP, que lleva gobernando el país de forma autoritaria desde 2014, usa el humor para satirizar a sus adversarios hasta la deshumanizacion y frivoliza incluso con el terrorismo de estado. “Ya no es un barniz que cubre lo importante, sino una dimensión mediadora o articuladora de todo”, analiza Moreno. Él mismo ha escrito un ensayo sobre como VOX ha mimetizado estas prácticas. “No creo que pueda entenderse la forma en la que reconstruye el espacio mitológico del nacionalismo español sin echar un ojo al humor, ni a las lógicas de su discurso, ni a las dinámicas de su viralidad. El humor es central”.

Los eslóganes, con memes, entran mejor. Moreno no se refiere solo a los perfiles parodia de los políticos, destinados en su opinión a un público más adulto. Pone también como ejemplo cuentas como @voxmemes, más visuales y con más capas de humor. “Esta red conforma una especie de alt-right ibérica [derecha alternativa], el llamado team facha. Es una apuesta personal de su vicesecretario de comunicación, Mariscal Zabala, enorme admirador del trumpismo digital y forocochero de formación [en referencia a la página Forocoches, de público fundamentalmente masculino]”, explica Moreno.

El resto de partidos se encuentran muy por detrás en el uso de estas herramientas, según Moreno. Podemos lo ha intentado, aunque en su opinión el tono es demasiado moralizante, no acaba de cuajar. Los grandes partidos son un caso aparte. “Es difícil ser gracioso y de centro centrado”, explica.

Ayuso real VS Ayuso cuqui fake

Era falsa pero exitosa. Una de las cuentas fake que más seguidores cosechó en los últimos meses fue la de Isabel Diaz Ayuso. @ldiazaquso, o lo que es lo mismo, Presidenta cuqui fake, amasó 18.000 seguidores en menos de seis meses a base de un humor rayano en el absurdo. A darle notoriedad contribuyó la verdadera Ayuso, quien denunciaba, en entrevistas de forma indirecta y en Twitter de manera bastante directa, los tuits de su parodia. Su perfil (el de la falsa) fue finalmente suspendido.

El de Ayuso es un caso excepcional. Normalmente los políticos no interactúan con sus parodias de Twitter, quizá para no darles demasiada importancia. En algunos casos, apunta Moreno, las mandan crear ellos mismos. “Este consejo me lo dio un asesor digital de la presidencia de un gobierno actual y lo he visto hacer en numerosas ocasiones. Es mejor que lo haga tu equipo a que lo haga tu adversario”.

El expresidente Rajoy saluda, tras una entrevista en Cuatro, al guiñol de su personaje en el programa de Canal+ en una imagen de archivo.
El expresidente Rajoy saluda, tras una entrevista en Cuatro, al guiñol de su personaje en el programa de Canal+ en una imagen de archivo.GORKA LEJARCEGI

La mejor caricatura es la que uno hace de sí mismo, y en política hay más de un ejemplo. “Esperanza Aguirre lo hizo en tiempos de Caiga quien caiga”(Telecinco) asegura Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política. Fumanal considera que el humor es una forma de conformar opinión pública “espectacularmente eficiente”. “Los estudios indican que hay cuestiones complicadas de tratar con un tono neutro, pero si lo haces desde el humor, desde la exageración, la gente lo asume y lo acepta”, asegura en conversación telefónica. “El humor permite hacer críticas descarnadas con cuestiones delicadas”.

Este humor político se había dado tradicionalmente en la televisión. La propia Fumanal hizo una tesis sobre el programa de sátira política Las noticias del guiñol (Canal +) pionero en este campo a mediados de los años 90. Buscando un ejemplo más reciente, la politóloga señala el programa Polonia (TV3) como un creador de relatos y perfiles políticos. “Por un lado los políticos catalanes se mueren por salir en él”, asegura. “No eres nadie si no tienes un imitador en Polonia”. Pero advierte de que esta puede ser un arma de doble filo, pues si tu caricatura cala en el imaginario colectivo puede acabar definiendo tu imagen pública. “Hay políticos a los que les ha arruinado la carrera”, señala.

Fumanal sostiene que la televisión tiene más poder para crear ese relato, pero hay que destacar que el público joven (con matices) cada vez pasa más tiempo en las redes sociales y menos frente al televisor. Es normal que las prácticas de una pantalla se trasladen a la otra. Aunque en el entorno digital, señala Fumanal, la gente esté mucho más politizada. Aún así esta politóloga tiene un discurso más esperanzado que sus colegas. Ella misma sigue a varias cuentas falsas. “La gente sabe diferenciar la parodia de la realidad y creo que, salvo excepciones, es capaz de reírse de sus propias creencias políticas”, apunta.

El problema, en algunos casos muy concretos, es que hay cuentas de Twitter que broma a broma persiguen metas bien serias. El humor ha estado ligado a la política a lo largo de la historia. Desde las cantigas de escarnio y maldecir de Alfonso X, hasta las fábulas políticas o las chirigotas de Cádiz, que sobrevivieron incluso a la censura franquista. Parece claro que el humor político, incluso politizado, puede enriquecer la conversación en Twitter. Pero cabe señalar que hay cuentas de autoría desconocida que obedecen a estrategias coordinadas. Cuentas para las que el humor es una excusa. Puede que nos hagan reír pero es probable que en el fondo se estén riendo de nosotros.

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Sobre la firma

Enrique Alpañés
Licenciado en Derecho, máster en Periodismo. Ha pasado por las redacciones de la Cadena SER, Onda Cero, Vanity Fair y Yorokobu. En EL PAÍS escribe en la sección de Salud y Bienestar

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