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El sector turístico y el comercio alemán se alzan contra las nuevas restricciones

El país anuncia un cierre casi total en Semana Santa e impide los viajes interiores, mientras permite desplazarse al extranjero

Elena G. Sevillano
Sillas apiladas de un establecimiento de hostelería de Múnich.
Sillas apiladas de un establecimiento de hostelería de Múnich.LUKAS BARTH-TUTTAS (EFE)

El hartazgo pandémico de los ciudadanos alemanes, que según las encuestas cada vez valoran peor la gestión de la crisis, estalló este martes también entre varios sectores económicos que ven cómo sus negocios languidecen por las restricciones. La canciller alemana, Angela Merkel, y los líderes de los Estados federados acordaron prolongar el confinamiento hasta el 18 de abril y cerrar prácticamente todo el país durante las vacaciones de Semana Santa. Los alemanes no podrán viajar por turismo en su país —a los hoteles no se les permite aceptar pernoctaciones que no sean por motivos laborales—, pero sí salir al extranjero, lo que ha provocado la ira del sector turístico del país.

El Gobierno desaconseja todos los viajes, dentro y fuera, pero en la práctica permite desde hace unos días volar a destinos de sol y playa como las islas Baleares sin tener que pasar cuarentena de 10 días a la vuelta. El Reino Unido, en cambio, anunció este martes multas de 5.000 libras (unos 5.800 euros) a quienes se salten la prohibición de viajar al extranjero por turismo. Merkel y los estados acordaron reforzar los controles y a partir de ahora exigirá una PCR negativa a todo el que entre en Alemania, aunque proceda de zonas que no se consideran de riesgo.

El comercio, que aguantaba el cierre desde mediados de diciembre sin demasiadas quejas, también elevó el tono de la crítica este martes. La asociación de comercio textil y de calzado HDE calcula que hasta 120.000 empresas pueden caer víctimas de las medidas contra el coronavirus. “Comprar con cita previa ha funcionado bastante bien en muchas tiendas de moda”, dijo un portavoz de la HDE. Los comercios no esenciales habían reabierto hace apenas dos semanas, con un sistema de cita previa o pidiendo al cliente sus datos de contacto al entrar y con estricto control de aforo. Muchas tiendas de ropa, por ejemplo, no permiten la entrada de más de dos o tres compradores a la vez, en función de su superficie. Para acceder a grandes cadenas como Decathlon o MediaMarkt se exige reservar día y hora por Internet y hay que mostrar el correo electrónico de confirmación a la entrada de los establecimientos, que esta semana se veían muy poco concurridos.

El cierre total en Semana Santa ha trastocado los planes de muchos comercios, que contaban con las ventas del periodo festivo. También los supermercados se quejaron este martes de la decisión de cerrar tiendas de alimentación jueves y viernes y domingo y lunes. Cadenas como Aldi y Rossmann aseguraron que se producirán aglomeraciones el miércoles y el sábado y que eso es contraproducente.

La situación es “muy grave”, dijo Merkel cuando comunicó las nuevas medidas, en una rueda de prensa pasadas las tres de la mañana y después de casi 12 horas de discusiones con los líderes regionales. Algunos de ellos, especialmente de los Estados más turísticos, se negaban a cerrar y querían seguir desescalando como acordaron en la cita anterior, a primeros de mes, según la prensa alemana. Los contagios llevan tres semanas subiendo en el país, que este martes tenía una incidencia de 108 casos por 100.000 habitantes en siete días. Hace un mes, a mitad de febrero, rondaba los 60. En España este indicador está en 62. La presión ha vuelto a las unidades de cuidados intensivos, que tienen casi 3.200 pacientes ingresados, un 11% más que hace una semana. La canciller recordó que la variante británica es ahora la predominante y que eso hace que se trate de “una nueva pandemia” con un virus que es “más letal, más infeccioso y contagioso durante más tiempo”.

El lento ritmo de vacunación — Alemania solo ha puesto la primera dosis al 9,2% de su población— y los meses de cierre de la hostelería, el ocio y la cultura —desde noviembre— han acabado con la paciencia de los alemanes, que cada vez valoran peor al Gobierno. Dos tercios dicen no estar satisfechos con su gestión de la crisis. Cunde la frustración al ver que las restricciones no han podido contener la tercera ola.

Los expertos hablan de varias explicaciones, pero la más destacada es la nueva variante del virus, señala Hajo Zeeb, epidemiólogo del Instituto Leibniz. El ambiente de relajación también ha contribuido, al aumentar el número de contactos. Y finalmente, añade, el mayor uso de diagnósticos rápidos y puede haber empezado a aparecer en las estadísticas. “No creo que las nuevas restricciones, especialmente el cierre de Semana Santa, vayan a cambiar la situación. Habrá que mantenerlas para bajar o estabilizar el número de casos”, anticipa.

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Desde que el Instituto Robert Koch modificó el listado de zonas geográficas de riesgo y Alemania dejó de exigir cuarentena de 10 días a quienes volvieran de regiones como las islas Baleares, las reservas de vuelos a Mallorca se han disparado. El grueso de estancias están previstas para la Semana Santa, pero grandes touroperadores como TUI o Alltours están fletando vuelos desde varias ciudades alemanas y abriendo hoteles en la isla desde el pasado fin de semana.

“No entiendo a los que se van de vacaciones en esta situación”, afirma la oficinista Astrid Böttcher, salvo que tengan un buen motivo para ello. Un ejemplo de esto último es su hermano, médico intensivista en un hospital de Berlín, que ha reservado ya sus vacaciones en Mallorca para esta Semana Santa: “Desde enero lleva acumuladas 140 horas extra. No puede más; está exhausto y necesita el descanso. Su mujer también trabaja en la sanidad. Creo que solo está justificado en casos así”. A ella no se le ocurriría volar fuera de Alemania, aunque asegura que tampoco entiende que se pueda salir al extranjero pero no pasar unos días en un hotel en la costa del mar Báltico o en un pueblecito bávaro. “Estamos muy cansados de no tener ocio, de llevar mascarilla... Son muchos meses ya”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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