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“La mejor vacuna es la que llega antes a mi brazo”

El debate sobre qué medicamento es mejor no tiene sentido con los datos que hay, según los expertos. La estrategia no es individual, sino colectiva: hay que proteger al mayor número de personas para poder volver a hacer vida normal cuanto antes

Vacunación con el fármaco de AstraZeneca en un pabellón deportivo de la Universidad de Sevilla, el pasado jueves.
Vacunación con el fármaco de AstraZeneca en un pabellón deportivo de la Universidad de Sevilla, el pasado jueves.PACO PUENTES (EL PAÍS)
Pablo Linde

Pocos saben qué vacuna de la gripe se han puesto. Ni la farmacéutica que inventó las inyecciones para sus hijos. Pero raro es quien no conoce qué compañía fabrica la que le corresponde para inmunizarse frente al coronavirus. Incluso hay quien tiene preferencias por unas u otras. Para ellos hay una noticia buena y otra mala. La mala es que no pueden elegir: el proceso de vacunación no es una acción individual, se trata de una estrategia colectiva que pretende proteger a toda la población, especialmente a los más vulnerables, para poder retomar una vida normal cuanto antes. La buena es que, entre las disponibles, no hay una mejor que otra. No, al menos, que sepamos todavía. Como dice el epidemiólogo Carlos Álvarez, “la mejor vacuna es la que llegue antes a mi brazo”.

En primer lugar, habría que definir qué significa “mejor”. Es mejor de una dosis que de dos; y todavía sería muy superior una oral, que no requiriera pinchazo. Es mejor que se mantenga a temperatura ambiente que ultracongelada; que prevenga la infección de cualquier tipo a que solo evite los síntomas, pero es mucho más útil que elimine la posibilidad de caer gravemente enfermo y morir a que simplemente tenga un alto porcentaje de eficacia contra la covid leve. Una probada en todas las edades es preferible a otra que solo se ha experimentado con ciertos grupos, pero para estos puede ser igual de buena. Hoy por hoy no existe ninguna vacuna que se sitúe en los más altos estándares en todos estos factores. Cada una tiene unas características que se han probado en ensayos diferentes, por lo que, incluso con indicaciones parecidas, es difícil compararlas.

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“No disponemos de datos que nos permitan establecer a día de hoy que las tres vacunas que tenemos —o cuatro, incluida la de Janssen— sean diferentes entre ellas en términos de eficacia”, asegura Federico Martirón, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago. “No solo cada estudio es distinto, sino que estos no han terminado. Son resultados que se congelaron en un momento para mandar los datos a las agencias reguladoras [una vez que se probaron seguras y eficaces], pero que siguen en marcha”, explica. Martirón pone el ejemplo de la de AstraZeneca: un mes después de mandar los datos a la agencia del medicamento había subido de un 59% a un 70% en eficacia. Pero es que ni siquiera la eficacia de las vacunas es una cifra tan sencilla de interpretar. “Es lo que sale en los titulares, pero si miramos con más detalle los intervalos de confianza vemos que realmente en todas es muy parecida”, añade. Es decir, si se repitieran los ensayos clínicos, los márgenes estadísticos indican que podrían coincidir los valores estimativos de eficacia entre las vacunas.

De hecho, un estudio de la Agencia de Salud Pública de Escocia, tras analizar los datos de 1,1 millones de personas vacunadas en el país, la mitad con AstraZeneca y la otra mitad con Pfizer, concluye que la protección de ambas es similar. Cinco semanas después de recibir la primera dosis, el riesgo de hospitalización baja en un 94% con la vacuna de AstraZeneca y en un 85% con la de Pfizer con respecto a personas no vacunadas. En la población mayor de 80 años, el riesgo baja un 95% con la de AstraZeneca y en un 81% con la de Pfizer-BioNTech. Los datos son muy favorables al remedio anglosueco, pero todavía no han sido publicados en una revista científica y revisados por investigadores independientes.

Una sanitaria extrae del congelador, donde se guardan, las primeras dosis de la vacuna de Moderna, en el hospital de Son Espases de Palma de Mallorca en enero.
Una sanitaria extrae del congelador, donde se guardan, las primeras dosis de la vacuna de Moderna, en el hospital de Son Espases de Palma de Mallorca en enero.CATI CLADERA (EFE)

En opinión de Isabel Sola, viróloga del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, en esta fase IV de distribución masiva se podrán obtener resultados de efectividad mucho más realistas, con los que se podría ajustar mejor cuál es la vacuna más óptima para cada grupo de población. “Pero mientras tanto, no se puede renunciar a administrar las vacunas ya autorizadas, todas ellas con una eficacia por encima del 60%. Ahora la prioridad es ir extendiendo la vacunación tan deprisa como sea posible para cerrar el paso al virus. Cuanto más pueda moverse, más oportunidades tiene de cambiar y escapar a la inmunidad de las vacunas”, argumenta.

Unas mejores que otras

¿Es posible que unas vacunas sean mejores que otras? “Claro que sí, porque utilizan sistemas muy diferentes, pero todavía no podemos saberlo porque no hay datos suficientes. Lo importante es que todas las vacunas aprobadas son seguras y funcionan de forma muy satisfactoria”, responde José Jiménez, investigador del Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres. “Lo que ocurre es que la gente está acostumbrada a que cuando va a comprarse algo normalmente quiere lo mejor: por ejemplo, un móvil con una pantalla media pulgada más grande o una batería que dure un poco más. Sin embargo, con esto de las vacunas no funciona así; entre otras razones, porque no hay vacunas suficientes para todos. Además, se ha demostrado que todas las aprobadas son seguras y eficaces para prevenir formas graves de la enfermedad y los fallecimientos, que es realmente lo más importante”, continúa.

La preferencia por las vacunas se está convirtiendo en un problema en algunos países. En Alemania, el rechazo a la de AstraZeneca está dejando miles de viales almacenados sin pinchar: por el momento solo se ha administrado una cuarta parte, informa Elena G. Sevillano. En España, esta vacuna también va muy rezagada con respecto a las demás, pero se debe más a problemas de organización con los trabajadores esenciales que a los antojos de los vacunados. Según los datos que aportó la semana pasada la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, solo han rechazado la vacuna un 2% de las personas a las que se les ha ofrecido. Y dentro de este porcentaje están también los que no pudieron recibirla por motivos médicos.

Sí existen grupos, por el momento minoritarios, que han mostrado sus preferencias por no recibir el remedio anglosueco. Se mezcla que es el que a priori tenía menos efectividad, frente a los de Pfizer y Moderna, con la información que llega de un ensayo que tuvo que pararse en Sudáfrica por la baja efectividad que logró contra esta variante del coronavirus. “Las de ARN mensajero mostraron mucha menor bajada de eficacia, pero en ensayos in vitro, tampoco hemos visto cómo se comporta en el mundo real”, señala Martirón. En cualquier caso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda esta vacuna en cualquier contexto y para cualquier edad. Alejandro Cravioto, presidente del comité de expertos que asesora a la OMS sobre las vacunas contra la covid-19 aseguró que “hay pruebas indirectas” de que, para cualquier variante, evita las formas más severas de la enfermedad. No se puede hacer esta afirmación de forma tajante, ya que las muestras siguen siendo muy pequeñas para que la evidencia sea sólida.

A su reputación tampoco está ayudando que numerosos países europeos, entre los que se cuenta España, no han recomendado esta vacuna a mayores de 55 años, pese a que sí lo han hecho tanto la OMS, como la Agencia Europea del Medicamento o el Reino Unido. La decisión de acotar la vacuna de AstraZeneca para los más jóvenes tuvo amplio consenso entre las sociedades científicas en España y no viene dado porque no sea efectiva en mayores, sino porque todavía no hay datos suficientes para estar seguro de ello. Hay nuevos datos que están llevando a los países europeos (incluida España) a estudiar la reconsideración de esta medida. Francia y Alemania ya la han revocado. Thomas Mertens, presidente del comité que asesor alemán reconoció la semana pasada que la decisión contribuyó a dar mala imagen a la vacuna de AstraZeneca. Elvis García, doctor en Epidemiología por la Universidad de Harvard, está de acuerdo con esta afirmación: “Introducir mensajes de duda sobre una vacuna que se ha demostrado eficaz es incomprensible. Otro error garrafal en la gestión política, que no sanitaria, de la epidemia”.

Un hombre recibe la primera dosis de la vacuna de Pfizer, en el CAP d'Horta de Barcelona el miércoles.
Un hombre recibe la primera dosis de la vacuna de Pfizer, en el CAP d'Horta de Barcelona el miércoles.Enric Fontcuberta (EFE)

Josep Lobera, sociólogo y miembro de la ponencia de vacunas que hace recomendaciones para el protocolo nacional, ve lógico que se administren a las personas de más edad, que son también las más vulnerables, los fármacos que más adecuados se han mostrado para ellas. “El problema es que hay quien mira la vacunación de manera individual. Pero tú no tienes derecho a exigir certidumbres máximas si no estás en un grupo de riesgo máximo”, subraya. La idea la comparte Ignacio Rosell, miembro del comité de expertos de la Junta de Castilla y León contra el coronavirus: “El objetivo es que todos estemos cuanto antes vacunados, por lo que hay que utilizar enseguida todas las que llegan a los grupos priorizados cuyo orden es correcto”, puntualiza.

El internista Miguel Marcos pone un ejemplo sobre esta aparente menor efectividad de la vacuna de AstraZeneca: “Imaginemos que estamos en una película de terror y que nos persigue un grupo de zombis. Y que llegamos a un poblado donde hay coches y bicis. Pero no hay para todos. Si conseguimos mantener un orden, lo más razonable es que en el coche se monten los que pueden caminar peor (ancianos), los que sepan conducir (lógico) o los que puedan traer más coches para ayudar a este grupo o a otros grupos. Estas serían las vacunas de Moderna o de Pfizer. Y lo lógico sería que las bicis las cogieran los que puedan pedalear y que sean capaces pedaleando de escapar de los zombis, que este sería el caso de la vacuna de AstraZeneca. Menos eficaz frente a la covid-19, pero que no se han visto casos graves en los ensayos”. Rosell hace un matiz a este ejemplo: “Es posible que lo que creemos que son bicis sean en realidad motos”.

Quizás haya un día en el que una vacuna se demuestre mucho mejor que todas las demás. Quizás no haya escasez y se pueda poner a todo el mundo. Pero hoy no es así. Los expertos insisten en que, por protección individual y colectiva, lo más sensato es ponerse la vacuna que a cada uno le toque cuanto antes.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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