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PALEONTOLOGÍA

Morella desvela el misterio del dinosaurio ‘Iguanodon’

Descubren un tapiz óseo con un centenar de restos de un ejemplar de hace 126 millones de años clave para resolver las incógnitas en torno a este ejemplar

El equipo de paleontólogos con los restos del dinosaurio emparentado con el 'Iguanodon' de hace 126 millones de años, en el yacimiento de Mas Palau en Morella. .
El equipo de paleontólogos con los restos del dinosaurio emparentado con el 'Iguanodon' de hace 126 millones de años, en el yacimiento de Mas Palau en Morella. .ANGEL SANCHEZ

La emoción salpica el discurso del paleontólogo José Miguel Gasulla, lleno de hiperbólicos adjetivos que tratan de resumir la magnitud del hallazgo. “Es brutal. Espectacular. Hay huesos por todas partes”, comenta en alusión al yacimiento que ha salido a la luz junto a la fructífera mina de arcillas del Mas de La Parreta de Morella, en la montañosa comarca castellonense de Els Ports, y que se atisba prometedor en la resolución del dilema que existe en torno a Iguanodon. En un área de apenas 20 metros cuadrados próxima a la masía Palau, un equipo del Grupo de Biología Evolutiva de UNED ha localizado “concentrados, agazapados”, como si de un tapiz óseo se tratara, más de un centenar de restos fosilizados correspondientes a la carcasa de un único ejemplar de dinosaurio que con toda probabilidad pertenece al grupo de Iguanodon, que habitó la zona en pleno Cretácico Inferior, hace 126 millones de años.

“Es, sin duda, uno de los mejores hallazgos de las últimas dos décadas” -a juicio de Gasulla- que emerge en la auténtica cantera de dinosaurios en que se ha convertido Morella. Una localidad que atesora con él “uno de los yacimientos más interesantes de toda la península Ibérica”, dice. En la misma línea se expresa el también paleontólogo y director del Grupo de Biología Evolutiva de UNED, Francisco Ortega: “Encontrar restos de un ejemplar prácticamente completo nos da la ficha buena para ir cuadrando el puzle”. El puzle –o rompecabezas- al que alude Ortega es el dilema que existe en torno a este género de dinosaurio, “un cajón de sastre difícil de determinar” que ahora empieza a perfilar un poco más sus aristas.

Quienes desde hace una semana definen y limpian los restos para extraer de ellos cualquier resto de arcilla aseguran que el mosaico óseo morellano será un impulso clave en el estudio de este tipo de dinosaurio herbívoro y gigantesco que podía llegar a medir hasta 14 metros desde la cabeza a la cola y entre tres y cuatro metros de alto. Será un revulsivo para saber más sobre el grupo de dinosaurios que incluye a Morelladon beltrani, descrito en 2015 en la capital de Els Ports y que supuso otro revulsivo para el avance en la resolución del dilema. “Nos permitirá compararlo científicamente con dos de los más importantes a nivel internacional”, añade Gasulla. Se refiere al de Bernissart, la mina belga que sacó a la luz en 1870 hasta 20 ejemplares de Iguanodon juntos, y el de Galve, en Teruel, cuna de Iguanodon galvensis.

En estos dos puntos yacen “las dos únicas especies válidas en este momento” y con las que se pueden fijar comparaciones, dice Ortega. El material “pinta bien”. Prácticamente se dispone de huesos de todas las partes del cuerpo. Varias vértebras cervicales y dorsales, elementos de la pelvis y el sacro, dos fémures, una tibia, un húmero y múltiples costillas, entre otros, ayudan a vislumbrar el ejemplar, que está “muy completo”. “No sabemos ni cómo perfilar los restos, porque nos ponemos con uno y te sale al lado otro hueso”, explican con emoción desde el equipo paleontológico.

Entre los restos, cobra relevancia el pubis. Una de las piezas que puede declinar la balanza y lograr identificar a qué tipo de Iguanodon pertenece el aparecido en el subsuelo morellano. Los huesos del cráneo son, dicen los expertos, otra de las partes con la que más información esperan recabar porque puede marcar más las diferencias, al contrario de lo que ocurre con el fémur, “muy parecido entre todos los ejemplares”.

En un intenso ejercicio de retrospectiva, descifran cómo pudieron apelotonarse los restos del animal, que en pleno Cretácico Inferior atravesaba Els Ports formando rebaños ingentes como los de las gacelas o los ñus en el continente africano, “con la salvedad de su grandísimo tamaño”, afirma Francisco Ortega. El ejemplar debió de ser arrastrado por inundación de un modo un tanto abrupto, ya que “al lado del fémur ha aparecido el húmero y entre medio restos craneales”, señalan los paleontólogos.

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La comarca de Els Ports era hace 126 millones de años un sistema deltaico azotado por inundaciones periódicas a las que seguían periodos de sequía. Los restos de los animales más imponentes de entonces, los dinosaurios, llegaban hasta aquí arrastrados por una corriente de agua de baja energía. Gasulla precisa: “Cuando el cadáver se depositaba en el fondo de esta corriente se incorporaba al fango que daría lugar a la arcilla que se explota ahora en la mina. Una vez comenzado el proceso de fosilización, algunas partes del ejemplar se han preservado en forma de fósiles hasta nuestros días, como es el caso”.

Del ejemplar localizado ahora aún sobrevuelan muchas incógnitas, a pesar de ser la pieza del rompecabezas que todos estaban esperando. No se sabe todavía si es macho o hembra “porque en el esqueleto de los miembros de este grupo aún no se han hallado elementos característicos de cada género, algo físico que nos lo muestre a priori”. Eso, y otros tantos detalles, tendrán su respuesta en el laboratorio. De momento, sobre el campo, los restos hablan. “Los indicios tienen muy buen aspecto”, concluyen. El puzle empieza a encajar.‘‘‘

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