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La UE pacta el objetivo de reducir a cero las emisiones en 2050

Polonia y los países del Este exigen ayudas para aceptar la reconversión industrial y energética que implica el Pacto Verde Europeo

Pancarta de Greenpeace en el edificio en el que se reunían los jefes de Gobierno Europeos en Bruselas.
Pancarta de Greenpeace en el edificio en el que se reunían los jefes de Gobierno Europeos en Bruselas.Francisco Seco (AP)

La última cumbre europea del año ha logrado cerrar en la madrugada de este viernes en Bruselas un acuerdo para marcarse el objetivo de emisiones cero en 2050. El pacto fue anunciado por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, al filo de la una de la madrugada, tras una larga jornada de negociación.

El acuerdo, suscrito de manera unánime, recoge sin embargo la salvedad de que un Estado miembro, Polonia, no se encuentra en condiciones en estos momentos para garantizar el cumplimiento del objetivo. La cumbre volverá a debatir la situación de ese Estado en junio, una vez que se haya cerrado el marco presupuestario para 2021-2027 en el que Varsovia espera conseguir concesiones presupuestarias para llevar a cabo su transición energética.

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Tanto Michel como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, restaron importancia después de la cumbre a esa salvedad y destacaron que lo importante es que se ha fijado ya el objetivo de la neutralidad climática para dentro de 30 años.

El pacto dejó cierta sensación de que ante las dificultades para llegar a acuerdos a corto plazo, los 27 (Reino Unido no asistió a la cumbre) han optado por dar una patada temporal hacia adelante a sabiendas de que existe amplio margen para refinar la letra pequeña. El desconcierto era tan evidente que algunas delegaciones, como la española, incluso indicaban que el acuerdo había sido imposible por las objeciones de Polonia y que la negociación se había "aparcado hasta junio".

La cita arrancó a media tarde del jueves con la mirada de los líderes europeos puesta en el objetivo de emisiones cero en 2050, la mano firme sobre la billetera para negociar la financiación del Pacto Verde y con un vistazo de reojo hacia las elecciones en Reino Unido.

Los socios europeos lograron finalmente superar la resistencia de los países reacios, con la promesa, entre otras cosas, de un fondo de transición que aspira a movilizar hasta 100.000 millones de euros. El pacto permitirá a Europa liderar la lucha contra el cambio climático en la última jornada de la COP25 este viernes en Madrid.

El reto de la UE era cerrar un acuerdo sobre la reducción de emisiones a tiempo para la clausura de la COP 25. Pero el debate sobre la lucha contra el cambio climático se ha cruzó con las primeras negociaciones del próximo marco presupuestario del club (para el período 2021-2027), en el que deben figurar buena parte de los fondos que se esperan movilizar para contribuir a la transición energética en los países más necesitados.

"Si la UE no tira del carro de la COP 25, los objetivos internacionales se tambalean y los compromisos del Acuerdo de París estarían peligro", avisaba una fuente española durante las negociaciones de la cumbre. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, abogó durante la reunión por una "postura de máxima ambición y liderazgo por parte de la UE", según fuentes oficiales.

Fuentes comunitarias apuntaban ya a media tarde la posibilidad de un acuerdo que incluyera ciertos compromisos presupuestarios con los países de Europa central y del Este, siempre y cuando se aceptase el objetivo de neutralidad climática en 2050. "No se puede dar una señal negativa de ruptura en este comienzo de legislatura", señalaba una fuente diplomática, en alusión al arranque de la nueva Comisión Europea, presidida por la alemana Ursula von der Leyen. Tanto ella como el nuevo presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, se estrenaban en esta cumbre de fin de año.

La cita podría ser la última con 28 miembros si se cumple el calendario del Brexit (el primer ministro británico, de hecho, ya no ha acudido y ha delegado su voto al presidente del Consejo, Charles Michel). Y el encuentro ha mostrado que con 27 socios tampoco será fácil seguir avanzando en el club comunitario.

La disparidad de condiciones económicas y sociales entre los socios complica la adopción de proyectos comunes como la neutralidad climática, prevista en el borrador de conclusiones de la cumbre en forma de reducción a cero de las emisiones netas de CO2 en 2050.

El objetivo de 2050 es compartido por todos los socios, aunque por algunos a regañadientes. Pero el camino y la financiación para llegar hasta esa meta ha desatado un enfrentamiento entre los países que afrontan una transición energética e industrial potencialmente muy cara, como Polonia y los socios de Europa del Este, y los que deben aportar más al presupuesto comunitario que ayudará a sufragar la revolución económica en ciernes.

Las conclusiones de la cumbre apuntan a una movilización de hasta 100.000 millones de euros hasta 2030, con la promesa de mantener la financiación comunitaria más allá de esa fecha. Pero Polonia, Hungría y República Checa reclamaban más precisión sobre el reparto de los futuros fondos. Y Varsovia, cuyo gobierno es conocido por su escepticismo sobre el cambio climático, elevaba la factura de la transición polaca hasta los 500.000 millones de euros, cifra inasumible para el resto.

Los países reacios al acuerdo, con Polonia al frente, también reclamaron flexibilidad sobre los objetivos intermedios (que podrían elevarse a una reducción del 50% o 55% en 2030). En ese campo cuentan con el apoyo de Alemania, país que también se resiste a endurecer el objetivo de 2030 (fijado ahora en una reducción del 40%) por miedo a dañar su potente base industrial.

Francia también tuvo que ponerse a la defensiva ante el intento de Austria y Luxemburgo de excluir la energía nuclear como un elemento favorable a la lucha contra el cambio climático. El presidente francés, Emmanuel Macron, recordó a su llegada a la cumbre que "más del 60% de la electricidad francesa es de origen nuclear". Y que gracias a esa fuente, el nivel de emisiones por habitante es más bajo que en otros países de la UE, una ventaja a la que París no piensa renunciar.

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