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Janette Sadik-Khan: “Si un extraterrestre llegara a este planeta pensaría que adoramos al coche”

La experta en movilidad y espacio público asesora a ciudades desde Bloomberg Associates

Clara Blanchar
Janette Sadik-Khan, el miércoles pasado en Barcelona.
Janette Sadik-Khan, el miércoles pasado en Barcelona.JUAN BARBOSA (EL PAÍS)

Por su empeño en recuperar la ciudad para los vecinos, a Janette Sadik-Khan (San Francisco, 1960) la comparan con la activista y teórica del urbanismo Jane Jacobs. Fue comisionada de Transporte y Movilidad del Ayuntamiento de Nueva York durante el mandato del alcalde Michael Bloomberg, y pacificó decenas de espacios públicos y creó 650 kilómetros de carriles bici. Hoy asesora a alcaldes de todo el mundo como directora de Bloomberg Associates. Ha sido la estrella invitada del Smart City Expo World Congress de Barcelona y dejó pequeña la sala donde volvió a pronunciar que “si cambias las calles, puedes cambiar el mundo”. Defiende invertir en transporte público y rechaza que el coche signifique libertad: “La libertad es poder ir a cualquier lado sin un coche”, proclamó ante más de mil personas durante el salón.

Pregunta. Pacificar ciudades es revolucionario. ¿Por qué hemos tardado tanto?

Respuesta. En los últimos 60 años las calles no han cambiado. Mientras en las ciudades cambiaba la sociedad, la política, la economía, la tecnología… nuestras calles se han quedado congeladas. Las ciudades más exitosas están cambiando sus calles y viendo el potencial que tienen.

P. Su legado en Nueva York son centenares de kilómetros de carriles bici y la creación de decenas plazas donde había coches. ¿Cómo lo hizo?

R. Fue muy importante tener una visión para la ciudad. El alcalde Bloomberg adoptó una mirada política larga. Dijo: “Qué haremos en los próximos 25 años, qué ciudad queremos. Tendremos que acoger a un millón de habitantes nuevos y reducir los gases de efecto invernadero un 30%”. Esto tenía implicaciones en el uso del suelo, la energía, el transporte. Se trataba de hacerlo rápido para poder enseñar los cambios. Los neoyorquinos son escépticos, decían que nada cambiaría, porque nada había cambiado en su pasado reciente. Y enseñamos que era posible cambiar sin años de ingeniería y planeamiento.

P. Defiende hacer estos cambios con astucia. ¿Hablaron con los vecinos?

R. ¡Claro! Hay 8,1 millones de neoyorquinos y 8,1 millones de ingenieros de tráfico opinando sobre qué debe pasar en sus calles. Pero eso es bueno, la calle es el principal lugar donde interactuamos. La clave fue cómo implicamos a la ciudadanía, en los barrios, en grupos pequeños.

P. Suena bien y fácil, pero ¿qué resistencias tuvo que vencer?

R. La gente está muy inmersa en el statu quo,cree que las calles sirven para llevar coches del punto A al punto B, no para pasear, para estar, para buses o bicicletas. Se trataba de actuar rápido y para que pudieran tocar y sentir el cambio. Habíamos olvidado cómo se vivía en el espacio público hace un siglo.

 P. ¿Cuáles fueron los colectivos más hostiles al cambio? ¿Taxistas, repartidores, comerciantes?

R. Todos. En especial los pequeños comerciantes. Fuimos puerta a puerta, en cada cambio. Cuando abrimos carriles bici, las ventas de las tiendas subieron casi un 50%. Los coches no compran, la gente sí.

 P. ¿Tuvo presiones por parte de la industria del motor?

R. De los conductores, muchas. Nos decían “pero qué hacéis, esto no es Copenhague ni Ámsterdam, esto es Nueva York”. Nosotros insistíamos en que sería bueno para la ciudad y la gente y al final del mandato del alcalde Bloomberg, el 72% de los vecinos apoyaba las áreas peatonalizadas y el 63% los carriles bici. Es posible cambiar las calles y cuando la gente ve la diferencia no hay vuelta atrás.

P. Las pacificaciones que defiende usted no son caras. Se hacen con pintura, sillas, plantas… Urbanismo de baja intensidad. Al final ¿es una cuestión de voluntad política y no de dinero?

R. Mejorar las calles no tiene que costar mucho dinero ni mucho tiempo. Con un objetivo claro, imaginación, liderazgo y valentía política puedes hacer que pase. Todos los cambios que hicimos en Nueva York: 600 kilómetros de carriles bici, ocho nuevas líneas rápidas de bus rápido, 50 peatonalizaciones el mayor sistema de bicicleta pública de Estados Unidos fue menos de un 1% de nuestro presupuesto.

P. ¿Cree que la reivindicación del espacio público tiene que ver con la mirada de género, que ha ganado protagonismo?

R. Creo que es importante diseñar calles para la gente. La presencia de mujeres es un indicador de la buena salud de nuestras calles.

P. El comercio online y el reparto a domicilio son un nuevo reto para la movilidad de las ciudades. ¿Cómo se podrán encajar en ciudades pacificadas?

R. Este es uno de los grandes retos, en Nueva York se ha triplicado el reparto de mercancías y tenemos que gestionarlo bien. Se trata de habilitar almacenes desde donde repartir al centro, hacer la última milla con vehículos eléctricos o bicicletas de carga, sistemas de microreparto. Si un extraterrestre llegara a este planeta pensaría que adoramos al coche, porque vería que los coches ocupan el mejor espacio de las ciudades.

P. ¿Y el coche autónomo?

R. Hay aspectos muy prometedores en la movilidad autónoma, pero tenemos que velar para que la tecnología sirva a nuestras ciudades y no al revés. En las fotos siempre sale gente sentada en el coche pero nunca ves qué pasa en la calle, ni ves gente en la calle. Tenemos que asegurarnos de no volver atrás ni cometer los mismos errores, hay que priorizar la salud, el caminar, las cuestiones fundamentales.

P. En España tenemos un problema con los patinetes. ¿Obligarán a reformular los carriles bici?

R. Creo que la innovación en movilidad micro es maravillosa, no es un problema de tecnología o movilidad, sino de cómo lo gestionamos e ir por delante. Las ciudades han de liderar y tener propuestas para que la gente tenga alternativas al coche. Y los patinetes son una buena elección, por ejemplo para la gente que vive en barrios donde no hay transporte, para la última milla pueden ser una buena opción.

P. En Europa la reducción del tráfico está vinculada a la reducción de la contaminación. ¿Es partidaria de los peajes urbanos?

R. Sí. Tenemos que financiar el sistema de transporte y las infraestructuras y utilizar la recaudación para mejorar las redes de transporte públicas. Este es el futuro, no los coches autónomos.

P. En Barcelona y Madrid hay voces que critican que cuando reducimos tráfico afectamos a las clases más bajas.

R. No conozco específicamente lo que ocurre aquí, pero está claro que tener coche y mantenerlo es muy caro. En Estados Unidos cuesta 10.000 dólares al año. Podrían servir para vivienda, educación… La clave está en conseguir que la gente se mueva sin tener que tener coche.

P. En el pasado, las tecnologías modelaron nuestras ciudades. ¿Cómo nos pueden ayudar ahora los datos?

R. El alcalde Bloomberg tomaba decisiones basadas en datos. Decía: “Confiamos en Dios, para el resto, traedme datos”. Los datos nos sirven para tomar decisiones, para gestionar el tráfico, para mejorar la seguridad viaria, los semáforos, para ver dónde hay que invertir… en tiempo real. Los datos tienen un gran potencial para las ciudades.

P. ¿Deben exigir las ciudades acceso a estos datos?

R. Las ciudades deben tener acceso a los datos de las empresas privadas, pero, sobre todo, debemos tener mucho cuidado en proteger la privacidad de los individuos, es crítico. No podemos retroceder en este sentido, tiene que ser absolutamente confidencial y anónimo quién se mueve, dónde y cómo. Sí a datos que sirvan para gestionar mejor, pero nunca comprometiendo la privacidad.

P. ¿Hay una sola receta para pacificar ciudades o cada ciudad necesita un traje a medida?

R. Cada ciudad es diferente, pero los retos son los mismos. Me encanta visitar alcaldes de todo el mundo para compartir sus recetas sobre lo que funciona y lo que no.

P. ¿Ha podido conocer Barcelona?

R. Estoy encantada de estar Barcelona, y ver las supermanzanas ha sido emocionante, creo que son un modelo para el futuro. Ver cómo estáis construyendo las supermanzanas, e intentando ubicar los equipamientos y los servicios públicos. También lo que se está haciendo con el agua y la energía. Me quito el sombrero por el trabajo hecho. He aprendido mucho, el de aquí es un gran trabajo, lo contaré a otras ciudades del mundo.

P. ¿Usted cómo se mueve?

R. ¿Yo? Andado, en bici, en transporte público, y cuando no hay otra opción, conduzco.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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