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Congo planea una vacunación masiva contra el ébola

Las autoridades quieren crear un segundo muro de contención

Un médico vacuna a un niño en el centro de salud Himbi, en Goma.
Un médico vacuna a un niño en el centro de salud Himbi, en Goma.Olivia Acland (REUTERS)
José Naranjo

El avance de la epidemia de ébola que azota desde hace un año el noreste de la República Democrática del Congo —con 2.700 contagios y 1.800 muertos, la segunda peor de toda la historia—, ha disparado la inquietud ante una posible expansión regional del brote. Sobre todo, desde la confirmación esta semana de tres nuevos casos en Goma, una ciudad de dos millones de habitantes, y la constatación por las autoridades sanitarias de que los contagiados en esta urbe han tenido contactos primarios y secundarios con 538 personas. La situación es tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Gobierno se preparan para probar en los próximos meses una segunda vacuna que proteja a más ciudadanos y cree un segundo muro de contención.

Uno de los ejes de la respuesta frente a esta epidemia ha sido la utilización, desde el primer momento, de la vacuna rVSV-ZEBOV. Fabricada por la empresa Merck (MSD en España) y ya probada en Guinea en el brote de 2014-2016, los expertos están muy satisfechos de su eficacia, que sitúan en torno a un 93%, pese a que aún está en fase experimental. Sin embargo, su aplicación en el noreste de la RDC a contactos de personas enfermas, contactos de contactos y a personal médico y de primera línea no está consiguiendo frenar la expansión del virus. La principal razón es que en un contexto de violencia, desconfianza y movilidad de la población, el seguimiento de contactos ha presentado numerosas fallas.

El epicentro de la epidemia se encuentra en la actualidad en la ciudad de Beni y los pueblos de alrededor, donde se detectó en agosto de 2018. Sin embargo, la mayor parte de los casos a lo largo de este año proceden de Butembo. Los violentos ataques a los centros de tratamiento de esta última ciudad y de Katwa en marzo y el asesinato del médico camerunés Richard Mouzoko en abril por parte de hombres armados ponen de manifiesto el clima de violencia y rechazo en que se ha desplegado la respuesta frente a la epidemia. Los esfuerzos en materia de sensibilización e implicación de las comunidades han ido superando las barreras iniciales, pero un año después se mantienen aún focos de resistencia.

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El pasado mes de mayo, cuando la epidemia alcanzó su pico de contagios, el grupo de expertos SAGE que asesora a la OMS ya recomendó la introducción de nuevas estrategias de respuesta al ébola. Los reiterados incidentes violentos no solo fragilizaban el seguimiento de contactos sobre el terreno, lo que restaba eficacia a la vacunación en anillo, sino que surgieron las primeras dudas respecto a la existencia de dosis suficientes de la rVSV-ZEBOV. Por ello, la OMS planteó la posibilidad de probar una segunda vacuna, complementaria a la primera, que alcanzara a más personas. Destacadas personalidades, como el codescubridor del virus Peter Piot, e instituciones médicas de todo el mundo mostraron su respaldo a esta idea.

La vacuna en cuestión, de hecho, estaba lista. La empresa fabricante, Johnson&Johnson, asegura que dispone de un millón de dosis, 500.000 de manera inmediata. Ha sido probada con éxito en 6.000 voluntarios humanos, aunque nunca en medio de una epidemia. La estrategia pasa por crear un segundo muro de contención mucho más amplio, no ya a contactos y contactos de contactos, sino a toda la población en las llamadas áreas de riesgo y en los países limítrofes. Mientras que Uganda parece estar preparada para la posible aparición del virus, como ya demostró con la eficaz gestión de dos casos importados, la peor pesadilla para las agencias internacionales es que el virus salte a Ruanda, donde no hay experiencia previa, y sobre todo a Sudán del Sur, con estructuras sanitarias muy débiles, una situación cambiante en materia de seguridad y campos de refugiados y desplazados.

“Una epidemia tan larga es una buena oportunidad para probar una segunda vacuna. Igual es hasta mejor que la primera, no lo sabemos, de momento es más termoestable y ya está probada su seguridad”, asegura Miriam Alía, responsable de Vacunación de Médicos sin Fronteras (MSF), quien añade: “Sobre todo tenemos claro que hace falta un cambio de estrategia. Si la vigilancia epidemiológica no está controlada, la vacunación en anillo no es suficiente. Hay que ir a vacunación masiva y no existe visibilidad de la capacidad de producción de Merck para afrontar este cambio de estrategia”.

Sin embargo, los planes iniciales de introducir la vacuna de Johnson&Johnson en el noreste de la RDC chocaron con el rechazo del ministro de Sanidad, el doctor Oly Ilunga, que se negó en redondo y llegó a acusar a la OMS de “falta de ética”. Entre sus argumentos expuso la complejidad de administrar dos dosis en un intervalo de dos meses, requisito de la nueva vacuna, en un contexto de enorme movilidad de la población y rumores de todo tipo, lo que podría generar aún mayor confusión.

Ante esta negativa y tras la declaración de la epidemia de interés internacional hace dos semanas, el nuevo presidente congolés, Félix Tshisekedi, decidió asumir personalmente la gestión de la respuesta apoyándose en un grupo de expertos encabezados por el prestigioso doctor Jean Jacques Muyembe, codescubridor del ébola en 1976 y director del Instituto Nacional para la Investigación Biomédica. Muyembe e Ilunga no mantenían buenas relaciones, así que este decidió presentar su dimisión, abriendo así la puerta a la segunda vacuna.

“Esta epidemia podría durar dos o tres años”

Jean Jacques Muyembe, codescubridor del ébola en 1976, ha alertado este viernes de que las autoridades de la República Democrática del Congo solo está identificando alrededor del 50% de los casos de ébola. “Si continuamos así, esta epidemia podría durar dos o tres años”, ha dicho en Goma, informa Reuters. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha expresado también su “profunda preocupación” por este brote que está fuera de control. Su propagación a países vecinos, ha apuntado, “podría tener graves consecuencias humanitarias y afectar a la estabilidad regional”.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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