¿Empleo ‘verde’ y social? Sí, existe

Un proyecto de reinserción ha capacitado a 150 personas en riesgo de exclusión para oficios relacionados con el reciclaje

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Gustavo Campos, mallorquín de 50 años, necesitó un poco de humor para lidiar con los olores de la planta de selección de residuos en la que entró a trabajar hace poco más de un año. Era la primera oportunidad laboral que tenía desde hace tiempo. Antes de ponerse a manipular basura y clasificar envases, recibió una capacitación de tres meses. Después comenzó sus prácticas en una compañía balear de gestión de desechos. “Aprendí a trabajar en la cinta y el funcionamiento de la instalación. Estar activo te da fuerza y ánimo. Cada vez lo vas haciendo mejor. Y a los olores al final te acostumbras”, afirma.

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Un año después, Campos conserva su ocupación. Cuenta su experiencia una hora antes de iniciar su turno, ahora en el área de recuperación de escombros. Es una de las 217 personas que ha pasado por Reciclar para cambiar vidas, un programa de Ecoembes y la Fundación La Caixa que, en colaboración con fundaciones y ONG, forma a personas en riesgo de exclusión para que accedan a empleos en empresas de reciclaje. Una de estas compañías es Tirme, donde Campos retomó la actividad y una de las 35 que en la actualidad están adheridas al proyecto. En su planta de triaje de Mallorca, unas 80 personas de las 100 que conforman la plantilla provienen de iniciativas de reinserción.

"Tenemos perfiles variados, pero siempre es gente que necesita una primera oportunidad para meterse en la rueda de mercado", explica Rafael Guinea, director general, que antes de unirse a este proyecto ya impulsaba la reinserción mediante un convenio con el Consell de Mallorca y la Fundación Deixalles. "Desde que nos inscribimos, hemos capacitado a unas 40 personas. A muchas de ellas les damos empleo y otras lo encuentran fuera. La idea es que haya rotación. Que la gente se reinserte y luego puedan acceder a otros puestos".

El operario Gustavo Campos en la planta de triaje de TIRME, en Mallorca.
El operario Gustavo Campos en la planta de triaje de TIRME, en Mallorca.

Según datos del programa, de las 217 personas que se han formado en gestión y tratamiento de residuos en los dos últimos años, 195 han accedido a prácticas y 151 han encontrado un empleo . "El objetivo es capitalizar el reciclaje y la colaboración en clave social", explica Beatriz Aylagas, responsable de RSC de Ecoembes. "Que el sector verde trabaje por la inclusión laboral y que forme a la mejor cantera de operarios".

Benito Pulido forma parte de esta cantera. Tiene 53 años y trabaja en una planta de reciclaje de papel y cartón en Pinto (Madrid). Llevaba parado dos años y medio cuando, el pasado junio, una amigo le habló de un curso de prevención de residuos que impartía la Fundación Tomillo. No lo dudó. "Hice unas prácticas y ahora trabajo en el almacén con un contrato fijo. Me ha venido fenomenal", cuenta en una pausa en su jornada laboral. "Son personas a las que les cuesta un poco más entrar, pero después la integración es buenísima", explica Borja Fernández, director adjunto de Defesa, la empresa que empleó a Pulido, una gestora de residuos en grandes superficies, centros comerciales e industrias. "Lo bueno del trabajo es que es formativo, sencillo y lo que principalmente requiere es ganas y esfuerzo".

Benito Pulido, trabajador de Defesa, en una planta de recuperación de papel y cartón en Pinto (Madrid).
Benito Pulido, trabajador de Defesa, en una planta de recuperación de papel y cartón en Pinto (Madrid).

"Ponemos a estas compañías en contacto con el tejido social", explica Jauma Farré, director del departamento de integración socio-laboral de Fundación La Caixa, que ejerce de nexo entre las fundaciones que capacitan a los candidatos y los actores del circuito del reciclaje. "Todos vienen con una ilusión que es tener un trabajo estable. Y obtenerlo cambia su vida pero también las de su entorno".

La incursión laboral en el empleo ambiental tiene otra derivada curiosa. Nacen nuevos prescriptores medioambientales. “Los operarios se convierten en los primeros activistas. Desarrollan un vínculo emocional con el reciclaje porque les ha ayudado”, considera Aylagas. Gustavo Campos está “orgulloso de trabajar con la basura”: “Vivo en Mallorca, una preciosa isla. Y aquí hay demasiados envases, mucho material a reciclar. Si no hay gente que se compromete, sería un desastre”.

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