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“No tenemos coordinación para proteger a las víctimas”

La comisaria desgrana la situación actual del fenómeno contra la violencia de género vivido desde la primera línea

Elena Palacios, jefa de las unidades policiales de Familia y Mujer, en su despacho en Madrid.
Elena Palacios, jefa de las unidades policiales de Familia y Mujer, en su despacho en Madrid.Julián Rojas

La comisaria Elena Palacios lleva décadas dedicada a la problemática de los delitos sexuales y de violencia de género. Ella, junto a otros especialistas, prepara a los agentes de las Unidades de Familia y Mujer (UFAM), cuyas plantillas se ha propuesto incrementar el Ministerio del Interior para garantizar la protección a las víctimas. Entretanto, desgrana la situación actual del fenómeno contra la violencia vivido desde la primera línea. Falla la coordinación en el acompañamiento de la víctima, falta compromiso de las familias y el entorno, y es fundamental empoderar a las mujeres.

Pregunta. El sistema VioGen, la herramienta de seguimiento de los casos de violencia machista, ha ido mejorándose progresivamente, ¿es suficiente para la atención a las víctimas de violencia de género?

Respuesta. Primero es importante tener claro que el sistema VioGen no solo se cumplimenta con lo que dice la víctima, porque entonces sería la valoración de la víctima, no la policial, por tanto, se hace con toda la información que se ha recogido: del denunciante, de la que tenemos en nuestros archivos del denunciado si la hubiera (su historia delictiva, si ha sido denunciado por otras víctimas...), de la víctima (si ha sido ya víctima, por ejemplo), de las pericias que nos han aportado informes técnicos de médicos, psicólogos, asistentes sociales… Lo que nos han podido decir los testigos, directos o referenciales, compañeros de trabajo o del entorno y los propios policías que han intervenido ante el delito. Y por último, la visión del instructor de todo el atestado. Por tanto, no se trata de la apreciación subjetiva del policía, aunque es verdad que es el que puede subir o bajar el nivel de riesgo. El sistema, un complejo algoritmo que opera con múltiples variables, está validado científicamente, no es un programa con unas preguntas arbitrarias, es bastante certero. Pero lo que no tiene ni la policía ni el sistema es la bolita mágica, lo que no pueden prever es el homicidio o el asesinato. Esa es la última novedad, que todavía no está funcionando: se han incorporado variables para que se ponga de manifiesto esa posibilidad, ese riesgo. Pero lo más importante es la información, cuanta más tengamos, mejor.

El acompañamiento no puede ser solo policial, sino también psicosocial
P. ¿Qué es fundamental para que falle menos la protección de la víctima?
R. La coordinación y la formación. Primero es el conocimiento del fenómeno, porque ese conocimiento determina la atención, y luego necesito coordinarme bien con el resto de profesionales. Hay que concatenar las actuaciones de unos y otros. No puede haber espacios muertos. Tiene que haber un acompañamiento y para eso son necesarios los protocolos de coordinación. La policía no te puede dejar sola, tiene que dejarte en un sitio seguro donde luego otros servicios se hagan cargo.
P. ¿Qué falla en la coordinación?
R. Que no hacemos ni tenemos protocolos de coordinación.
P. ¿En qué consistiría?
R. Un protocolo de coordinación para actuar con víctimas de violencia de género es que la víctima esté y se sienta acompañada en todo momento en el proceso, con profesionales de distintas disciplinas. Hasta cuando sale de prisión el agresor, en caso de que haya ingresado en la cárcel.
P. ¿Dónde están los espacios muertos?
R. Primero en los entornos y la familia. Tenemos datos estadísticos del Observatorio para la Violencia de Género que cantan y que hablan de la poca implicación de la familia. Los espacios muertos no son solamente institucionales. Si tú tienes una educación en valores y eres un buen ciudadano, eres solidario con el débil, con la víctima, y tú denuncias. Estamos hablando de solidaridad, de compromiso social, este es un problema de Estado.
P. ¿Y qué pasa con las familias?
R. Pues que no tienen esa visión, todavía está la mentalidad de que los trapos sucios se lavan en casa: 'No me meto porque son problemas de pareja, luego se arreglan y tenemos más problemas'. La familia no lo hace por maldad, sino por proteger, pero con un mal concepto de protección. Nos está pasando también con los vecinos: 'Yo no quiero figurar ahí'. Aunque ahora cada vez recibimos más llamadas en el 091 de particulares porque se han hecho campañas de sensibilización.
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P. ¿Y los vacíos policiales dónde están?
R. La protección no puede ser 24 horas al día, salvo riesgo alto o extremo. El acompañamiento no puede ser solo de la policía, sino de los servicios psicosociales. La víctima necesita seguridad, pero también ayuda psicológica, dinero, una casa, un trabajo… Todo eso la policía no lo puede hacer.
P. ¿Y la víctima?, ¿puede o debe hacer algo para protegerse?
R. Otra de las novedades, incluida en la última instrucción de 2016 sobre el protocolo de protección a víctimas, son las medidas de autoprotección. No solamente hacemos la valoración policial del riesgo, sino que la mujer tiene que estar empoderada. No es solo un ser al que proteger, sino que es también capaz de protegerse por sí misma y de adoptar medidas de autoprotección para ella y para sus hijos. Entonces, antes de salir de la oficina de denuncias, hacemos con ella un plan personalizado de autoprotección, de forma que sea ella también la que decida. Si es una mujer trabajadora le aconsejamos: 'Habla con el encargado, dile que eres víctima de violencia de género y que si ves a tu agresor por las inmediaciones, te avise'. O si es mamá, que tiene que advertir al tutor de sus hijos en el colegio. Y que avise, por ejemplo, a una vecina de confianza: 'Pon el teléfono de marcación rápida para ella o una señal por la ventana para que ella llame a la policía si ve ese signo'. También hay recomendaciones para los hijos: indicarles cuál es el lugar seguro si papá viene borracho. Es mucho más útil eso para ellas que informales de todos los derechos que tienen, porque a veces salen con la cabeza como un bombo. Les hace sentirse bien consigo mismas, que son capaces de protegerse a sí mismas.
P. Pero hay quienes piensan que eso es cargar a la víctima con más cosas…

Eso es la continuación del paternalismo y la cosificación de la mujer como víctima. Cuando tú a la víctima le concedes la potestad de que es ella la que maneja su vida, la cosa cambia. Yo he trabajado mucho la delincuencia sexual y todo lo que sé se lo debo a las víctimas, lo he aprendido de ellas. Para su recuperación integral ellas son fundamentales, ellas son parte del proceso, pero no del judicial porque lo diga el estatuto de la víctima.

La mujer tiene que estar empoderada y adoptar medidas de autoprotección
P. ¿Cuánto tiempo tenéis para configurar el atestado?
R. Normalmente, 24 o 72 horas. No hay un tiempo límite. Lo primero cuando te llega una denunciante es darle protección, investigar el hecho y si procede detener al autor. A veces empiezo el atestado con el autor de delito detenido, por lo que tengo un margen de 72 horas para mantenerlo detenido, mientras, el atestado está abierto. Por un lado van las medidas de protección y por otro la investigación.
P. ¿Y qué pasa si hay menores de por medio?
R. La protección es el paquete completo: a la víctima y a las personas que tiene a su cargo.

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