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La contaminación causó 38.600 muertes en España en 2015, una subida del 23%

Expertos medioambientales achacan el crecimiento a las condiciones meteorológicas de ese año, el cuarto más cálido

Esther Sánchez
Nube de polución sobre Madrid, en una imagen tomada en 2016 desde Torrelodones.
Nube de polución sobre Madrid, en una imagen tomada en 2016 desde Torrelodones. Uly Martín

La exposición prolongada a la contaminación atmosférica provocó la muerte prematura de 518.700 personas en 41 países de Europa en 2015, una cifra ligeramente inferior a la del año anterior (1.770 muertes menos), según el informe anual de calidad del aire realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). De este total, 483.400 se han producido en los 28 países de la Unión Europea (UE); en España ascienden a 38.600, un 23% más que el año anterior.

El científico Xavier Querol, profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ha participado en el control del informe, señala que las muertes prematuras se calculan aplicando fórmulas matemáticas. “Un incremento de cualquiera de los contaminantes, implica que se relacione con un ascenso de los fallecimientos, pero yo lo tomaría con prevención”, aclara. Las muertes prematuras ocurren antes de que una persona alcance la edad esperada, la que marca la esperanza de vida para un país. Se consideran prevenibles si su causa puede ser eliminada. Es decir, el ciudadano puede no fumar, pero no puede evitar la contaminación ambiente.

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La razón de la importante subida en España se debe a las condiciones climatológicas de 2015, que batió récords: fue el “cuarto año más cálido de la serie histórica”. Hasta el 30 de noviembre, la temperatura media se situó en 16,5 grados, 0,8 más que el promedio del periodo 1981-2010, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología. Y el verano fue el segundo más caluroso desde 1961, con la ola de calor más larga jamás registrada. En esas circunstancias, los contaminantes se disparan. En el mundo ocurrió un fenómeno similar.

El mayor problema de Europa sigue centrándose en las partículas en suspensión (PM de 10 y 2,5 micras), que han provocado 422.000 de estos fallecimientos, el 81% del total. El resto se debe a las altas concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) y de ozono (O3), que provocaron 79.000 y 17.700 muertes prematuras, respectivamente. El informe incluye datos de más de 2.500 estaciones de medición.

Aunque las variaciones de año a año son pequeñas, se ha producido una disminución media del 60% en las muertes prematuras en Europa atribuibles a las partículas de 2,5 micras de diámetro entre 1990 y 2015, las más pequeñas y, por lo tanto, las más peligrosas. La polución del aire continúa excediendo en muchos lugares los límites marcados tanto por la UE como por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son más estrictos. El informe advierte de los "significativos impactos" que provoca en la salud estar expuesto a estos niveles de contaminantes, "sobre todo en las áreas urbanas".

El transporte rodado es una de las mayores fuentes de contaminación atmosférica, a la que también contribuyen las emisiones de la agricultura, producción energética, industria y hogares. Cerca del 74% de la población urbana en la UE estuvo expuesta a concentraciones de PM2,5, que exceden los niveles recomendados por la OMS, según datos de 2016, indica el informe.

Los niños, los más afectados, asegura la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2016 fallecieron 600.000 niños por infecciones agudas de las vías respiratorias bajas causadas por aire contaminado. El problema se agudiza en los países de ingresos bajos y medios y se produce tanto en el exterior como dentro de los hogares. Con estas cifras, Tedros Adhamon Ghebreyesus, director general de la OMS indica en un comunicado que "todos los niños deben poder respirar aire limpio para crecer y desarrollar todo su potencial". El informe revela también que las mujeres embarazadas expuestas a altos niveles de contaminación del aire, están más expuestas a partos prematuros, y a tener niños más pequeños y de menor peso. Estas sustancias "afectan al desarrollo neurológico y a la capacidad cognitiva, además de provocar asma y cáncer infantil". Se ven especialmente perjudicados los niños en los hogares que usan combustibles contaminantes para cocinar, calentar e iluminar.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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