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Tarragona no atiende infartos después de las cinco de la tarde

Cada año, 200 pacientes con esta dolencia viajan 100 kilómetros hasta Barcelona

Felipe Rivas muestra su parte médico.
Felipe Rivas muestra su parte médico.JOSEP LLUIS SELLART

"Sentía un fuerte dolor en el pecho y no me atendían, tenía miedo de no llegar a tiempo". Felipe Rivas es un vecino de Tarragona de 64 años que el pasado 19 de diciembre sufrió un infarto de miocardio y tuvo que desplazarse hasta el hospital de Bellvitge, en Barcelona, para ser atendido. Él mismo llamó a la ambulancia desde su casa y 15 minutos después, hacia las cuatro de la tarde, el médico del vehículo de urgencias le hizo un electrocardiograma que detectó el infarto. Le dio dos pastillas de cafinitrina, medicamento específico para las crisis cardiacas, que dilata las arterias coronarias y suele reducir el dolor en minutos.

Rivas llegó en mala hora al Hospital Joan XXIII de Tarragona. La unidad de hemodinámica de este centro sanitario cierra a las cinco y, aunque la ambulancia llegó media hora antes, el paciente no fue atendido. Rivas no llegó ni a bajar del vehículo de urgencias. "Desde la camilla, dentro de la ambulancia, oí que comentaban que nos teníamos que ir a Barcelona", explica. "Hace unos años esto no hubiera pasado, ahora no pagan las horas extras a los profesionales sanitarios", comentó el afectado, que recordaba que dos años atrás sufrió otro infarto y fue atendido sin problemas en el mismo hospital. Las dos capitales distan casi 100 kilómetros.

La Unidad de Hemodinámica del Joan XXIII atiende unos 80 infartos cada año, pero son unos 200 los residentes en Tarragona que anualmente sufren un infarto y tienen que ser trasladados hasta Barcelona. "Se trata de todos los pacientes que padecen un infarto cuando nuestro servicio está cerrado", reconoce el jefe del servicio de Cardiología del Hospital Joan XXIII, Alfredo Bardají. El horario de esa unidad, la única en la provincia de Tarragona, es de 8 de la mañana a cinco de la tarde de lunes a viernes, y que se fijó en al año 2000. "Sabemos que en caso de infarto el tiempo es vital", admitieron fuentes del centro, que justificaron la falta de atención en que el procedimiento para preparar los recursos y atender al paciente es largo. "Ya no daba tiempo", señalaron esas mismas fuentes.

Rivas fue trasladado en ambulancia medicalizada hasta Bellvitge. Más de dos horas después de haber llamado alertando de su infarto, el paciente pudo ser atendido en este centro sanitario, donde le dectectaron una trombosis. Al día siguiente, ya fuera de peligro, fue llevado de nuevo al Joan XXIII de Tarragona, donde estuvo ingresado cinco días. "Un infarto no avisa, es muy grave que no haya los recursos necesarios para atenderlos en Tarragona", lamenta Rivas, que está dispuesto a remover cielo y tierra para que estos hechos no vuelvan a repetirse. De momento, ha enviado una carta al presidente de la Generalitat, Artur Mas, denunciando que "los recortes en sanidad pusieron en peligro" su vida y que "podría haber sufrido daños irreversibles".

Felipe Rivas llegó media hora antes del cierre y "ya no daba tiempo"

Rivas pide en su escrito, que también ha remitido al Ministerio de Sanidad, que la unidad de hemodinámica esté abierta las 24 horas. La única donde se pueden atender infartos todo el día, los 365 días del año, está en Bellvitge. "Es un gran inconveniente, ya que cuanto más se tarda en intervenir más riesgo hay que alguna de las partes del corazón se pare", explicó Bardají. "Si se tarda más de 120 minutos en abrir la arteria obstruida las posibilidades de salvar un infarto de miocardio son muy pocas", añadió el cardiólogo.

Bardají explica que decenas de pacientes no han llegado a tiempo y han sufrido consecuencias. "La vida posterior a un infarto depende mucho del tiempo que se haya tardado en intervenir; si no se atiende a tiempo, una de las partes del corazón se para, este órgano queda más débil y el paciente puede sufrir más episodios de ahogos y cansancio", añadió. El cardiólogo argumentó que, desde hace dos años, su equipo reclama ampliar el horario.

Sobre el caso de Felipe Rivas -que avanzó el diario local Més Tarragona- el jefe de cardiología explicó que, aunque la Unidad de Hemodinámica del Hospital Joan XXIII cierra a las cinco de la tarde, "el último paciente que se atiende en esta unidad es el que llega a las cuatro, ya que la intervención puede tardar entre 30 y 60 minutos". Bardají, que lleva 23 años trabajando en este hospital tarraconense, asume que el horario de la Unidad de Hemodinámica era más flexible en otros tiempos, antes del tijeretazo. Pero ahora, con los recortes en sanidad que ha impuesto la Generalitat, Bardají asegura que hacer horas extras "es impensable".

El jefe de cardiología asume que antes, con horas extras, había flexibilidad

Aunque el cardiólogo asegura que el método más efectivo para salvar un infarto es un cateterismo cardiaco (proceso que solo se puede hacer en una Unidad Hemodinámica), explica que en el caso de que el paciente tenga que ser trasladado se utiliza un fibrinolítico, un medicamento que en el 60% de los casos logra desobstruir arterias.

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