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Dolor, utilidad o suplicio

El dolor es una percepción de carácter desagradable pero en esencia necesaria para la supervivencia de la mayoría de las especies animales. Supone el producto final de un sofisticado sistema defensivo, cuya función es alejarnos del daño. Por lo tanto, el dolor no solo es útil, sino necesario para la especie humana. El dolor es la clave fundamental que nos indica que algo no funciona en nuestro organismo. Pero existen varias situaciones donde el dolor deja de ser útil y necesario para convertirse, por el contrario, en un estorbo, o incluso en un suplicio para quien lo sufre, sobre todo cuando se hace prolongado en el tiempo, lo que llamamos dolor crónico, o cuando se produce por lesión del sistema nervioso, lo que llamamos dolor neuropático.

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Tres científicos referentes en la lucha contra el dolor, Príncipe de Asturias de Investigación

Afortunadamente, en los últimos años hemos asistido a un espectacular incremento en el conocimiento de los mecanismos que producen y perpetúan el dolor, sobre todo de la mano de los estudios experimentales, con un más profundo entendimiento de las sustancias y células involucradas en su origen, así como también por medio de los estudios clínicos neurofisiológicos y sobre todo de imagen, acercándonos a poder ver los circuitos involucrados en el dolor.

Los investigadores premiados nos han ayudado a conocer cómo se comunican las células para producir dolor, sobre todo las neuronas, pero cada vez con más implicación de otras células, como son las que forman la glía, hasta hace poco tiempo consideradas las "células de sostén" de las neuronas y que ahora se presentan como fundamentales en el origen del dolor, sobre todo crónico.

Cada vez hay más relación entre el dolor y el sistema inmunitario. De hecho, ambos sistemas son los principales medios de que dispone el ser humano para defenderse de forma activa de cualquier amenaza. Diferentes sustancias y células (entre las que se incluye de nuevo la glía) que se producen en estos dos sistemas parecen comunes a ambos procesos, lo que abre toda una nueva línea de trabajo, llamada neuroinmunología del dolor.

Uno de los aspectos más importantes referente a los nuevos estudios que tan brillantemente han presentado estos investigadores son las nuevas vías de tratamiento que se abren a partir de ahora para mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren dolor crónico. Estoy convencido que en los próximos años asistiremos a la llegada de nuevos fármacos, y también seguramente tratamientos no farmacológicos, que optimizarán los resultados que actualmente obtenemos con los medios disponibles.

José María Gómez Argüelles es miembro del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la Sociedad Española de Neurología (SEN)

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