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España lleva 18 años sin aprobar productos homeopáticos

La patronal afirma que hay 18.000 preparados pendientes de recibir el visto bueno

La regulación europea es de 1992, y en España se adaptó en 1995. Pero ninguna autoridad sanitaria se ha atrevido a meterle mano al espinoso asunto de los productos homeopáticos, que son defendidos por una minoría con el mismo ardor con el que una mayoría de la comunidad científica los rechaza como ineficaces. Por eso, la Agencia Española del Medicamento no se ha decidido a aprobar ninguno nuevo desde hace 18 años, según criticó ayer Alex Castilla, representante de España en ECHAMP, la patronal europea del sector. Castilla indicó que por ese motivo hay 18.000 expedientes pendientes de ser aprobados.

Uno de los problemas para conceder estas autorizaciones es que no siguen el camino del resto de los fármacos. "Es imposible" hacer ensayos como se hacen del resto, porque se trata de "terapias personalizadas", afirmó Nand de Herdt, presidente de ECHAMP (como si en los otros medicamentos no hubiera ajustes de dosis en función de edad, peso y otras patologías). Castilla añadió que de hecho en la regulación de hace 15 años se especifica que su tramitación es distinta, por lo que la Administración está "escurriendo el bulto".

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La situación en otros países europeos no es muy diferente. En Italia hay 33.000 expecientes paralizados, en Bélgica, 16.000, dijo De Herdt. Sólo en Alemania, Francia, Reino Unido y Holanda hay más facilidad para comercializar estos productos, y ello debido a que se tramitan como parte de la llamada medicina tradicional (la misma vía por la que en cataluña se intentó regular el uso de las plantas medicinales).

La ECHAMP ha mantenido su asamblea anual en Madrid aprovechando la presidencia de turno de la UE. Según el sector, hay 10 millones de españoles que toman "medicinas complementarias" (entre las que se incluiría la homeopatía), un sector que en Europa mueve casi mil millones de euros al año.

Pero el asunto tiene una solución complicada. Hace poco, una comisión del Parlamento británico decidió que la homeopatía no tenía base científica. Enid Segall, presidenta de la plataforma europea de pacientes que toman estos productos, critica que se trataba de un grupo (cuatro parlamentarios) que ya estaban a priori predispuestos contra esta especialidad.

Pero los recelos van más allá. De hecho, según los propios fabricantes, la mitad de los productos que se usan no se han experimentado como tales, han llegado al mercado sin que se les asigne una utilidad concreta, y son usados por los profesionales en función de su conocimiento y experiencia. La otra mitad sí se aprobó para tratar "síntomas menores" (resfriados, molestias leves).

El resultado es que se "vulnera el derecho de los pacientes" a elegir que tipo de tratamiento quieren recibir, afirma el médico Miguel Martínez Falero. Al no estar reconocida por la sanidad pública, ellos tienen que pagarse todo, la consulta y los comprimidos.

De Herdt apunta a una ventaja de estos productos. Como se trata de productos de supuesta acción muy ligera, no hay efectos secundarios. Claro que eso, si se trata de un producto placebo, como afirman los críticos, es lo mínimo que se les puede pedir.

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