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Energía

“Será tan normal tener una placa solar como tener cuarto de baño”

Holaluz nació en 2010 con la idea de fomentar el uso de las energías verdes y el autoconsumo. La eliminación del impuesto al sol abre todo un horizonte de posibilidades. Su fundadora, Carlota Pi, cuenta sus planes para conquistar nuestros hogares

Patricia Coll Rubio
Carlota Pi, fundadora de Holaluz
Carlota Pi, fundadora de HolaluzFlaminia Pelazzi

Carlota Pi ha removido el mercado de la energía español desde que en 2010 fundó la eléctrica Holaluz junto a otros dos ingenieros, Ferran Nogué y Oriol Vila. Su idea es ofrecer energía verde a buen precio gracias al uso del big data. Y su apuesta de futuro, el autoconsumo. Empática, alegre y acelerada, nos recibe disculpándose por haber adelantado nuestro encuentro para poder asistir a la presentación del proyecto de ciencias de sus hijas. Confiesa que su sueño de ver un mundo movido por energía renovable se está haciendo realidad.

P. ¿Cuál es la disrupción que supone Holaluz para el sector energético?
R. Conectar personas a la energía verde. El concepto personas no existía en el sector y la energía verde era un lujo al alcance de muy pocos. Nuestra visión de cambiar el mundo a través de la energía verde es totalmente disruptiva.
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P. ¿Temen el enfrentamiento con los lobbies?
R. No. Ya sea por inconsciencia o porque tenemos clarísimo nuestro propósito de conseguir que el mundo se mueva gracias a las energías renovables, simplemente avanzamos en nuestro camino con una falta de respeto sana por el statu quo. Y eso implica que todo lo demás, incluida la competencia y la regulación, no se nos ha ocurrido nunca tenerlo en cuenta.
P. ¿Tampoco les importa la entrada de las grandes tecnológicas?
R. Nada sería mejor que Apple o Amazon se unieran a nuestra visión del mundo.
P. ¿La mejor noticia que ha tenido Holaluz ha sido el megacontrato con el Ayuntamiento de Madrid?
R. Todo son buenas noticias. Pero lo mejor no es que hayamos ganado el contrato del Ayuntamiento de Madrid y eso suponga una gran facturación. Lo importante es que un gran decisor contrate energía verde por convicción, convoque un concurso y lo ganemos en una adjudicación de puro precio. Con nuestra tecnología, hemos ahorrado 300.000 euros respecto al contrato del año anterior. Eso demuestra que la energía verde no solo no es más cara, sino que es la vía de ahorro.
P. ¿Y la eliminación del impuesto al sol?
R. La estábamos deseando y esperando. Se hace justicia. Que en España existiera un impuesto que impidiera económicamente la realización de autoconsumo no tenía ningún sentido. En Alemania hay 1,5 millones de instalaciones solares fotovoltaicas en las casas y en Inglaterra 800.000. En España no hay ni 2.000. Por fin alguien pone un poco de sentido común. Aunque también te digo otra cosa: el autoconsumo no se puede frenar.
P. ¿La regulación no es imprescindible?
R. Ayuda, pero no es una condición ni necesaria ni suficiente. Muchas disrupciones se regulan una vez han pasado. Tenemos mil ejemplos: antes llegaron los coches que los semáforos. Y el autoconsumo va a llegar en cualquier caso.

España se pone las pilas

Garantizar el acceso a una energía asequible y sostenible es uno de los objetivos de Naciones Unidas. El 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen de la energía contaminante, y son la principal causa del cambio climático. Por eso, hasta 2030 la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas se debe duplicar.

A pesar de contar con casi 3.000 horas de sol al año, España está a la cola de Europa por las trabas administrativas y cargas impositivas que se imponía al autoconsumo hasta hace muy poco. Entre ellas, destacaba el denominado impuesto al sol, que debían pagar los usuarios de placas fotovoltaicas. La aprobación del Real Decreto de Autoconsumo en abril de este año ha supuesto un paso más hacia el autoconsumo compartido. “Supone un salto adelante en el hasta ahora ineficiente y poco competitivo mercado energético español”.

P. Entonces, ¿están convencidos de que el autoconsumo será mayoritario?
R. Sin ninguna duda, se va a convertir en estándar de la vida. Tener una placa solar fotovoltaica y una batería para poder almacenar electricidad en tu casa va a ser tan normal como tener cuarto de baño.
P. ¿Cuándo?
R. No lo sabemos exactamente, pero en menos de 10 años. Igual que hoy en día nadie concibe una ciudad irrespirable con una selva de chimeneas, lo mismo pensaremos en 10 años cuando el aire que respiremos sea infinitamente más limpio y los coches no contaminen.
P. ¿Cómo funcionará?
R. En todos los tejados se puede generar energía. Ahorraríamos además un 20% de costes derivados del transporte de electricidad. El modelo que vemos combina la generación centralizada 100% renovable, que puede ser solar, eólica o hidráulica, con una parte relevante de generación distribuida solar. En zonas más densificadas seguirá habiendo importadores netos de energía y generadores netos, pero en torno a un 30% del total será de autoconsumo.
La oficina de Holaluz cuenta hasta con un espacio reservado a los niños.
La oficina de Holaluz cuenta hasta con un espacio reservado a los niños.Flaminia Pelazzi
P. ¿Cómo se imaginan ese hogar del futuro?
R. Todas las fuentes de energía primaria de la casa serán 100% eléctricas. Cerraremos el gas, que ahora nos acompaña porque es una energía de apoyo eficiente. El futuro será eléctrico y totalmente renovable. La casa del futuro tendrá el propio tejado hecho de un material fotoeléctrico, en la puerta o garaje un cargador para el coche o moto y una batería doméstica que almacene energía durante el día. Cuando en la casa no haya nadie pero se continúe generando electricidad, una eléctrica como Holaluz se encargará de comprarla e inyectarla a la casa del vecino si la necesita. Por eso hablamos de prosumidores, porque unas veces seremos consumidores y otras productores.
P. Volviendo al presente, ¿captan más clientes por precio o por conciencia ecológica?
R. Nuestra propuesta de valor se basa en tres pilares: ofrecer energía 100% renovable, tratar a las personas como seres humanos y lograr un ahorro medio de 100 euros al año gracias a la tecnología y el uso del big data. A partir de ahí, cada uno de nuestros más de 200.000 clientes tiene su propia alquimia de estos tres ingredientes. Nos compran por lo que les da la gana.
P. ¿Su visión del mundo convence?
R. Sí. Hay gente que nos compra por nuestra visión, que es conseguir un planeta 100% renovable. Los hogares españoles tienen un gasto de entre 800 y 1.000 euros al año qué visión del mundo contribuyen.
P. Y son rentables…
R. Sí. Estamos en Ebitda positivo por segundo año consecutivo. El año pasado facturamos 180 millones de euros. Tenemos clientes en todos los códigos postales de España. Nuestro Net Promoted Score (NPS, el indicador que mide el nivel de recomendación de la marca por parte de sus clientes) es del 46,2%. ING, la mejor valorada de Europa, tiene el 48%. El resto de la banca está en negativo y las eléctricas no publican el suyo. Están en su segunda ronda de financiación.
Ubicadas en Barcelona, las instalaciones de Holaluz son espaciosas, modernas y muy luminosas.
Ubicadas en Barcelona, las instalaciones de Holaluz son espaciosas, modernas y muy luminosas.Flaminia Pelazzi
P. ¿A qué destinarán lo que recauden?
R. Estamos levantando 60 millones de euros para incrementar el ritmo de crecimiento y desarrollar la parte de autoconsumo solar y generación distribuida.
P. En sus campañas dicen que no tienen nada que pactar con clientes con másteres falsos. ¿No aceptan a cualquier inversor?
R. Por supuesto. Escogemos muy bien a nuestros compañeros de viaje: al equipo, a los clientes, colaboradores y también a los inversores. A estos últimos les pedimos que compartan nuestra visión del mundo y que tengan claro que los clientes están primero. Nuestro propósito requiere que la compañía sea sostenible en el tiempo y por tanto no tomamos decisiones que favorezcan a un inversor porque tenga una necesidad concreta para el próximo trimestre.
P. ¿Quedan inversores que no piensen en el corto plazo?
R. Hay mucha gente que no tiene una visión cortoplacista. Te sorprendería la cantidad de inversores que piensan como nosotros. Desde la primera conversación les pedimos que compartan nuestra visión del mundo, que tengan claro que el cliente es lo primero y, por último, que nos podamos divertir. Incorporamos inversores con un planteamiento de equipo.
P. ¿Vendería la compañía a una gran eléctrica?
R. Imposible.
P. ¿Aunque compartieran su visión?
P. Es que es muy difícil que sea verdad.
R. En cuanto a la expansión internacional, empiezan por Portugal…
R. Sí, ya tenemos los primeros tres clientes y estamos analizando cómo hacer la estrategia de lanzamiento, que no sabemos si estará para este año o para 2020.
P. ¿Latinoamérica está en sus planes?
R. Es algo con lo que alguna vez hemos fantaseado, pero hay que tener cuidado con el síndrome de Hernán Cortés, porque la falta de foco cuesta dinero. Latinoamérica no está en la hoja de ruta de Holaluz de los próximos cuatro años.
P. ¿Por qué?
R. Tener foco es uno de los mejores consejos que me han dado. Hay que internacionalizar porque te quedas sin mercado doméstico. Pero nuestro mercado tiene una potencialidad de 27 millones para nuestro segmento, de los cuales nosotros hemos capturado más de 200.000 en 2018, así que nos queda mucho que crecer en España y Portugal. Dicho esto, estamos mirando mercados como Francia e Italia.
P. ¿Liderar el mercado de autoconsumo ha sido un primer logro?
R. Sí, con la derogación del impuesto al sol nos hemos colocado como líderes. Estamos instalando más que cualquier otro competidor, con cuatro instalaciones de solar fotovoltaica al día, cuando hace un mes hacíamos la mitad. A finales de año nos gustaría llegar a las 1.800 instalaciones y, en 2020, a las 5.000.
P. ¿Adónde quieren llegar en los próximos dos años?
R. Queremos alcanzar el medio millón de clientes para 2021 y tener 5.000 instalaciones solares fotovoltaicas.

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Sobre la firma

Patricia Coll Rubio
Es colaboradora de Tecnología en EL PAÍS. Doctora en Comunicación, es directora del grado en Periodismo y Comunicación Corporativa en Blanquerna (Universitat Ramon Llull).

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