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Arbor, ahorra automáticamente y sin darte cuenta

Samuel Benelbas y Nicholas Salguero proponen una app que se conecta a las cuenta corriente del usuario y establece programas que ayudan a consolidar el hábito de ahorrar

Jerónimo Álvarez y Flaminia Pelazzi

Hay una constante al hablar con los soñadores de Europa: sus sueños son terrenales, del día a día. Intentan sintetizar una preocupación, molestia o necesidad que cualquier ciudadano vive a diario y transformarla en un servicio innovador.

Samuel Benelbas y Nicholas Salguero, de Arbor, han elegido una preocupación que todo el mundo entiende: el ahorro. El logo de su startup es una metáfora, los anillos interiores que marcan la edad de los árboles y que simbolizan ese lento crecimiento en pos de la luz.

Estábamos buscando una forma fácil y automática de ir invirtiendo pequeñas cantidades de dinero para nuestros hijos

Arbor es una app que se conecta a la cuenta corriente de un usuario para ahorrar sin darse cuenta. Y con el objetivo concreto que el usuario describa. Puede ser un viaje a un país exótico, una consola o salvar mes a mes ese mínimo que parece lógico tener en la hucha. Además, Arbor establece tres programas que ayudan a consolidar el hábito de ahorrar: el redondeo que envía los céntimos sobrantes hasta la siguiente cifra cada vez que compramos con tarjeta; transferencia periódica, que fija cuánto y cuándo se ingresa en la cuenta de ahorro de Arbor, y el reto temporal, una maratón que sube la intensidad del ahorro con el tiempo.

La idea tras Arbor empezó pensando en el porvenir: “Estábamos buscando una forma fácil y automática de ir invirtiendo pequeñas cantidades de dinero para nuestros hijos y así no tener que pensarlo todo el tiempo. Un día, haciendo un pago online, Nicholas vio que le preguntaban si quería redondear el coste de la compra. Nos pareció una buena forma de acumular cantidades que no afectasen a nuestro ritmo de vida, pero que sí incrementaran la inversión de nuestros hijos”.

Nicholas y Samuel formaron una alianza entre EE UU y España. Se conocieron en la Universidad y continuaron su amistad aquí, ya como profesionales. “Los dos quisimos siempre trabajar para nosotros mismos y ver una mayor correlación entre nuestros esfuerzos y sus frutos”, recuerdan ambos

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