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Creatividad

Algoritmos e inteligencia artificial para expandir las barreras de la música

La electrónica, inconcebible sin sonidos y bases producidos por herramientas tecnológicas, busca romper sus barreras sonoras con la introducción de inteligencia artificial y algoritmos

Ed is Dead
Ed is DeadPablo Gallardo

Presenciar un concierto de música electrónica bien podría asemejarse a una visita a una tienda de gadgets. Entre una amalgama de cables, sintetizadores y pantallas de ordenador emergen sonidos imposibles de replicar por instrumentos más tradicionales. La tecnología se apodera del escenario para marcar el beat de cada canción. Depeche Mode, Kraftwerk o David Guetta solo serían un sucedáneo si no hubieran puesto su creatividad al servicio de las máquinas. La evolución de la electrónica carecería de sentido sin la digitalización, pero como si de un fan enloquecido se tratara, no quiere parar de bailar. Nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y los algoritmos, buscan un bis eterno de un sonido todavía desconocido.

“Intento explorar sonidos y crear texturas imposibles de desarrollar sin los avances técnicos. Ahora mismo podemos tener una orquesta en el ordenador o sumar 300 canales virtualmente”, explica Ed is Dead, productor y DJ. En su caso, el conocimiento tecnológico es una parte más de su trabajo. Entiende que la tecnología es un lenguaje más, una herramienta a su disposición para plasmar las ideas que resuenan en su cabeza. Pese a vivir rodeado de máquinas, insiste en que la música electrónica, por muy digital que sea, no deja de representar una serie de sonidos que tienen que transmitir emociones y contar historias. 

En este intento por dar una vuelta de tuerca al género, la colaboración entre Google Creative Lab y Magenta ha llevado a la creación del Nsynth Super. Se trata de un prototipo basado en un algoritmo de machine learning que utiliza redes neuronales para aprender las características de los sonidos. Después de unirlos, crea algo completamente inaudito. Por ejemplo, puede conseguir que esta nueva creación sea parte de lo producido por una flauta y un ukelele. Por el momento, tal y como detallan en la página que exponen sus características, ya han hallado alrededor de 100.000 nuevos sonidos a disposición de cualquier músico.

Un movimiento que ha llegado para quedarse en la escena de la electrónica es el denominado live coding. Sus herramientas son muy sencillas: un ordenador, un software musical y un código algorítmico informático que varía en función de los intereses y conocimiento de quien pincha. Jesús Jara, integrante de Livecodemad, explica que esta técnica –para él no es un género– tiene más un fin creativo y no tanto musical. “Se edita delante de la audiencia y es una forma de acercarse a la música mediante gestos. La potencialidad que posee está más ligada a la informática que a la creatividad sonora”, expone.

‘Deep learning’ para crear la música del siglo XXI

El proyecto Magenta, enfocado a explorar las posibilidades del deep learning en el arte y la música, está empeñado en ayudar a los artistas durante el proceso creativo. Douglas Eck, investigador de Google Brain, explicó en una entrevista a EL PAÍS RETINA que todavía estamos en un momento en el que desconocemos todo lo que puede aportar la inteligencia artificial a estas disciplinas. "Durante demasiado tiempo nos hemos centrado en lograr que el software entienda el lenguaje musical y sea capaz de componer. Los datos son relevantes, pero es más importante el aprendizaje", afirmó.

El live coding, en palabras del propio Jara, se trata de un código dentro del ordenador, como un algoritmo, que ejecuta sonidos determinados en función de lo que se escribe en una interfaz. “La diferencia con la electrónica convencional es la gestualidad y la inmediatez que tiene. Con esta técnica todo va por código y es más lento. Aun así, puedes dotar de sonoridad, por ejemplo, a un tuit escrito en directo”, añade. En esta búsqueda de los límites digitales, la mayor novedad que aporta esta forma de componer, aparte de crear todo con algoritmos, es la accesibilidad a la música electrónica. Cualquiera que presencie una sesión puede observar in situ cómo se crea.

Como en cualquier otro sector, la polémica entre analógico y digital también está presente en la electrónica, por raro que pueda sonar. La islandesa Björk es un claro ejemplo de ruptura y vanguardia en la música, aunque Damon Albarn, alma mater de Blur y Gorillaz, exploró los límites de la digitalización hace siete años cuando produjo un disco exclusivamente con sonidos de un iPad. “Más que utilizar a lo loco cacharros nuevos por el hecho de serlos, veo más innovación en la aplicación alternativa de los que ya hay. Este tipo de actitudes son las que rompen barreras”, zanja el productor y compositor Joni Antequera, más conocido como Amatria.

Con un software que reemplaza el sonido de instrumentos (VST) y estaciones de audio digital (DAW) que parecen una cabina de avión, el debate por saber si la tecnología podría reemplazar el talento humano también está presente en la música electrónica. “Avances como el machine learning aplicados a la producción conseguirán desplazar al autor en muchos de los géneros más comerciales y estructuras estandarizadas”, avanza Ed is Dead. Sin embargo, en su discurso aporta una cara b abierta al optimismo: “Esto hará resaltar más la importancia del ser humano como creador artístico y evolucionará muchísimo las posibilidades en producción”.

La electrónica, a lo largo de su historia, siempre ha contado con un poso innovador del que luego se han valido el resto de géneros. Su sonido “informático” siempre ha estado ligado a la evolución tecnológica. Ahora mismo se encuentra en otro momento en el que diferentes herramientas le pueden permitir romper las barreras establecidas en muchos estudios. A bandas icónicas como los Beatles ya les habría gustado contar con este catálogo de gadgets. Como concluye Amatria, dejaron de tocar porque lo que producían en su última etapa no lo podían llevar al directo. “Yo sí que puedo”.

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