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Las gafas que muestran otra realidad

La efervescencia del estreno de las gafas Hololens parecía diluida, pero no estaban muertas y tienen ganas de ser el referente en realidad aumentada para uso profesional

El redactor con el traje típico de cirujano de mediados del siglo XXI.
El redactor con el traje típico de cirujano de mediados del siglo XXI.Lino Escuris

Tal vez hayan sido tantas las veces que se ha anunciado la llegada (y consecuente revolución) de la realidad aumentada que el término ha pasado a ser, casi, un lugar común vacío ya de la alegre excitación que en algún momento provocó. Han sido años de múltiples prototipos, usos y aplicaciones en muchos casos lejos de la excelencia prometida. Quizá por eso, Microsoft rebautiza este concepto con el término realidad mixta y redobla su apuesta por las Hololens, estrenadas en 2015, como el producto pionero de una nueva categoría de producto. Y hay que reconocer que el planteamiento es interesante al estar enfocado como un dispositivo de uso eminentemente profesional para sectores como la medicina, la ingeniería y el mantenimiento industrial. Pero vayamos por partes…

Las Hololens mantienen esa apariencia un tanto cyberpunk y aparatosa vista en otros dispositivos similares, aunque una vez puestas lo cierto es que son relativamente ligeras y cómodas incluso si, como es mi caso, se usan sobre unas gafas de ver. Tras una pequeña calibración para ajustarlo a nuestra fisonomía, vemos que sobre sus cristales transparentes aparece una (excesivamente pequeña) porción rectangular donde surgen los elementos virtuales que enriquecen la realidad que tenemos frente a nuestros ojos.

Su potente hardware permite que estos elementos fluyan suavemente, se apoyen y convivan en términos de altura y perspectiva con nuestro entorno. Esto es gracias a sus seis cámaras: cuatro encargadas de mapear el entorno y construir una malla sobre la que mostrar los componentes 3D, una cámara HD para compartir nuestra vista subjetiva con un tercero y una última encargada de reconocer los gestos de interacción permitidos.

Hoy en día estos son ciertamente escasos: uno para seleccionar un objeto y otro para abrir el menú. Esperamos que la próxima versión aumente el número de gestos, de forma que la interacción no pase por el modelo puntero-selección-acción, sino que sean nuestras manos las que permitan rotar, aumentar, trocear... la realidad mágica aparecida frente a nosotros. Puestos a pedir, esperamos también que las nuevas versiones amplíen significativamente el campo de visión virtual para conseguir una experiencia definitivamente inmersiva, así como una mejora en la resolución. Y es que visualizar el corte del pixel en pleno 2018 parece algo —cuanto menos— anacrónico.

La tecnología pionera nunca es barata y esta no es una excepción. Con un precio entre los 3.299 € y los 5.489 € (para la versión de uso corporativo), Microsoft hace bien en dejar la lucha por el gran consumo en manos de otros y centrarse en promover usos industriales. Así, me dispongo a probar las Hololens poniéndome en la piel de ese profesional que nunca fui.

Sanidad e ingeniería aumentadas

Soy médico. Activo la aplicación "Biopsia guiada", desarrollada por desarrollada por la empresa española Plain Concepts. Con ella puedo ver un TAC en 3D y analizarlo desde todos los ángulos. Y más: podría superponer este modelo 3D sobre el cuerpo del paciente de modo que las Hololens fueran una suerte de visión en rayos X con la que ver su interior y saber cuál es el punto e inclinación óptimo donde realizar una biopsia. Tal vez, pronto debamos cambiar qué entendemos por "ojo clínico".

Soy ingeniero. Si pueden servir para ver el interior de los pacientes, la misma lógica se puede aplicar al mundo de la construcción e ingeniería industrial. Superponiendo los archivos BIM del edificio donde me encuentro puedo ver por dónde pasa el circuito eléctrico, por dónde los pilares, etc. También hay apps disponibles que me permiten redecorar virtualmente un espacio, pasear por él, cambiar su distribución o confirmar que la nueva mesa de reuniones sencillamente cabe.

Conclusión. Todavía no he sentido que estemos ante el dispositivo definitivo de realidad aumentada, pero por primera vez he percibido y captado todo su potencial más allá del uso recreativo y el mero efecto wow. Espero ansiosamente la próxima generación Hololens.

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