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La avalancha de datos que seguiría a la generalización del coche autónomo no cabe en ningún sitio

Una flota global de vehículos que generarían un giga de datos por segundo exigirá nuevas tecnologías y sistemas de gestión

Getty Images

Pongamos un coche autónomo, el de Google, en la carretera durante un segundo. Un misisipi: un gigabyte de datos. Dos misisipis: dos gigabytes. Una hora de conducción autónoma: 3.6 terabytes. ¿Cuánto conducimos al año? Unas 260 horas. 936.000 misisipis: casi un petabyte.

No tenemos ninguna tecnología, ningún espacio donde podamos almacenar esos datos Stefan Ebener, Netapp

No parece tanto, pero lo que hemos puesto en la carretera es un solo coche. Según la DGT, ruedan por España 23,4 millones de turismos. Sin ponernos estupendos, imaginemos que un 5% de ellos fuesen autónomos. Esto nos dejaría con 1,17 millones de vehículos sin conductor, generando un gigabyte de datos por segundo. ¿Al año? 1.095.120.000.000 misisipis generando datos: un zettabyte.

¿Dónde vamos a meter todo esto? Según Stefan Ebener, por ahora no lo sabemos. Un parque de turismos 100% autónomo dejaría a su paso 22 zettabytes anuales. "Esto es tan increíblemente enorme que no tenemos ninguna tecnología, ningún espacio donde podamos almacenar los datos", explica el responsable de innovación y estrategia en la división de Automoción de NetApp. "Por eso estamos en esta carrera. Lo sabemos todo sobre cómo gestionar petabytes de datos. Los zettabytes son un reto distinto, para ser honesto. Pero estamos intentando traer soluciones al mercado". Estas soluciones, en las que NetApp está colaborando Volkswagen, BMW, Volvo y Ferrari, entre otras, pasan por optimizar la gestión de los datos, y decidir qué es lo importante.

Igual que haría cualquiera ante un armario saturado de trastos, los fabricantes tienen que contestarse a una 'sencilla' pregunta: ¿Esto lo voy a usar? "Tenemos que pensar en qué información es absolutamente necesaria para el funcionamiento del coche y cuál está bien saber, pero no es imprescindible", explica Ebener. Sin embargo, los tiempos que corren dictan Síndrome de Diógenes en los servidores: "Por ahora, nadie borra nada".

Necesitamos conseguir una madurez del 99%. ¿Tú te subirías a un coche que te ofrece un 60% de probabilidades de llegar a tu casa a salvo? Stefan Ebener, Netapp

La razón es que aún queda demasiado camino por recorrer. Mucha información está por recopilar y otro tanto está pendiente de analizar, antes de que el primer coche autónomo con tripulantes 'civiles' -gente normal, nada de gente del sector o early adopters- se lance a carreteras desconocidas. Ebener no espera ver los coches en el mercado antes de 2030: "Necesitamos conseguir una madurez del 99%. ¿Tú te subirías a un coche que te ofrece un 60% de probabilidades de llegar a tu casa a salvo? Además, los nuevos coches con nuevas aplicaciones serán más caros. Habrá que esperar a que los precios desciendan para que la gente con menor renta pueda acceder a los beneficios de la conducción autónoma".

Además, la querencia por el montón de datos que marca la tendencia' actual responde a otros intereses. Por un lado, los fabricantes ven la posibilidad de monetizar tanto la información en bruto como los análisis derivados de esta. "Por ejemplo, podrían vender patrones de conducción a una compañía de seguros o datos de cómo el modo de conducir impacta en las ruedas para Bridgestone", propone Ebener. Extraer los datos del coche para hacer analítica y venderla sería la vía directa para sacar partido de la información recopilada. El modo indirecto pasa por ahorrar costes, optimizar el proceso de producción, implementar sistemas de mantenimiento predictivo...

"Por el momento, los fabricantes están almacenando esta información en sus centros de datos o incluso en la nube, pero su mayor miedo es que el coche se convierta en una plataforma que otros como Facebook, Google o Amazon puedan utilizar para llevar servicios adicionales", añade Ebener. Los coches que se conducen solos previsiblemente nos dejarán tiempo libre para invertir en otras actividades. Y la batalla por conquistar este espacio ya ha comenzado. "Los fabricantes quieren controlar todo el ecosistema y participar en los contenidos digitales que puedas consumir. Por eso es tan importante que obtengamos información incluso de los sistemas multimedia. Si quieren introducir mejoras, necesitan saber cómo los usas".

¿Aviones autónomos?

"Aviones y barcos llevan años recolectando datos. Airbus y Boeing pueden usar el piloto automático incluso para el aterrizaje", explica Ebener. La diferencia está en el número. Según Flight Radar, en el momento de escribir estas líneas había más de 13.000 aviones en el aire. Una miga de pan al lado de los 23 millones de turismos que componen el parque de vehículos en España. "No hay ningún medio de transporte en la tierra que esté tan ampliamente distribuido como los coches".

Otro melón abierto de par en par ante las narices de los fabricantes es la necesidad de mover los datos a una velocidad que permita al vehículo tomar decisiones en tiempo real. Esto es sencillo cuando el centro de datos está en un radio de cien kilómetros del vehículo, puesto que esta distancia permite cumplir con la imprescindible latencia máxima de un microsegundo. Pero cada 100 kilómetros extra añaden un desfase de un microsegundo más.

Esta necesidad combinada con el hecho de que los centros de datos no se caracterizan por su distribución descentralizada, sino que se concentran más bien en las grandes ciudades, obliga a buscar planes alternativos como llevar más poder de computación a los extremos (edge computing), de manera que los dispositivos finales tengan más capacidad para tratar la información. "Esto no es un reto solo para la industria automovilística, sino para todo el ecosistema", sentencia Ebener.

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