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La DGT abre la carrera del coche conectado en España

La DGT convoca un concurso de 5.4 millones para crear una plataforma de información entre vehículos conectados. El objetivo primario es la seguridad vial, pero se abre también una gran oportunidad de negocio

Getty Images

La Dirección General de Tráfico empieza a subirse, tímidamente, al coche inteligente. El organismo dependiente del Ministerio de Interior ha convocado un concurso, por valor de 5,3 millones de euros, para “la contratación de una plataforma de IoT [internet de las Cosas], especializada en el ámbito del vehículo conectado/autónomo”. El concurso, solo un paso más en el desarrollo de las posibilidades que ofrecen los coches conectados, base de los vehículos autónomos, se adjudica a finales de año.

Negocio

Incentivos, según las previsiones, no van a faltar. Un informe de PwC habla de un negocio de 2,2 billones de dólares en 2030, partiendo de la base de que a partir de 2025 todos los coches que se vendan en Estados Unidos, China y la Unión Europea estarán conectados.

El objetivo es mejorar la seguridad vial. “No queremos reinventar la rueda, sino complementar lo que ya existe”, explica Jaime Moreno, subdirector de Gestión de Movilidad de la DGT, “creando una capa superior de tecnología que una distintos silos de información que ahora mismo están incomunicados entre sí”. La plataforma a concurso es un modelo B2B que pone en común la información que ya procesan todo tipo de empresas tecnológicas (Waze, Tomtom, Google…) con la de los fabricantes de automóviles y la propia DGT.

En un primer momento se trata de mejorar los mensajes que hoy se dan en los paneles de las carreteras con información personalizada, precisa y más actualizada, que llegaría al usuario básicamente a través del móvil. El móvil es clave: según los datos de Moreno, entre el 80% y el 90% de los vehículos que circulan por las carreteras españolas (32,1 millones al cierre de 2016) no tienen ningún tipo de conectividad.

Esa dependencia del móvil es transitoria. “El público objetivo es prácticamente todo el parque automovilístico: el futuro es la comunicación integrada en el vehículo”. Mientras ese momento llega, la conectividad de los coches va a seguir aumentando: a partir del 31 de marzo de 2018, todos los que se vendan en España deberán estar equipados con eCall, un dispositivo que, en caso de accidente, realiza la llamada al 112 de forma automática, informando de datos básicos como la situación exacta del vehículo y el número de personas que viajan en él.

La seguridad, lo primero; negocio después

El proyecto de la DGT, y los dispositivos que ya comercializan las marcas y que pronto serán obligatorios, parecerán un juego de niños dentro de un par de décadas. La conectividad de los coches, que empieza a ser una realidad cotidiana, es solo la base de la conducción autónoma, que no solo va a cambiar la forma de movernos, sino también va a generar nuevas vías –autopistas de ocho carriles- de negocio.

Actualmente hay unos cien millones de vehículos conectados en el mundo, y sus previsiones de crecimiento son enormes: un reciente informe de PwC –‘The 2017 PWC’s Stategy & Digital Auto Report’- hablaba de 470 millones en 2025, mientras que Business Insider Intelligence calcula que serán 293 millones ese mismo año. Y no pienses solo en un botón invisible que una máquina pulsa en caso de problemas. El coche conectado será un coche autónomo (totalmente o con la posibilidad de poner el piloto automático, especialmente en carretera), es decir, una especie de smartphone gigante en el que podrás desde ver contenidos audiovisuales hasta hacer casi cualquier tipo de compra. 

Getty Images

Claro que todo eso no sucederá por arte de magia. No solo se necesita tecnología e ‘inteligencia’ sobre cuatro ruedas: ¿qué pasa con las infraestructuras y la conectividad entre las diferentes fuentes de información?

Maciej Kranz es vicepresidente del Grupo de Innovación Tecnológica de Cisco y autor del libro ‘Internet of Things’, que presentó a principios de octubre en Madrid. Como experto en IoT una de las industrias que más ha estudiado es la automovilística, donde la latencia de la información es un problema aún por solucionar. Hablando de tratamiento de datos, la latencia es la suma de retardos que se van produciendo en la transmisión de la información. Si la información que envía una máquina de vending a la tableta de su reponedor tiene una alta latencia, no pasa nada. No ocurre lo mismo con los datos entre coches sin conductor.

Para Kranz la clave es tener en cuenta en el tratamiento de los datos la disponibilidad de la red, por lo que es imprescindible que haya una interacción entre las infraestructuras y las diferentes aplicaciones del vehículo conectado. Un ejemplo: si tu coche inteligente va a entrar en un túnel, y tú estás viendo una película, el vehículo debería hacer un buffering preventivo y ofrecer imagen de menor resolución para evitar perder conectividad.

El ejecutivo de Cisco sostiene que progresos como el vehículo conectado “ya están cambiando la arquitectura del cloud computing, porque no es práctico, ni técnica ni económicamente, enviar todos los datos que puede generar un coche a la nube”. En su opinión, el fog computing (computación en niebla, una forma de procesar los datos en la que no toda la información se sube a la nube, sino que parte se almacena en dispositivos inteligentes, reduciendo la latencia) será la alternativa más práctica para la conectividad entre vehículos.

Desde la DGT Jaime Moreno recalca que globalmente “se ha optado por poner la inteligencia en el vehículo, no en las infraestructuras” y minimiza la necesidad de inversiones públicas. “El 80% de nuestra red de carreteras tiene cobertura 3G o 4G, y ya estamos haciendo pruebas con la red 5G. Por ahí empiezan a entrar servicios que van más allá de la seguridad vial, y creemos que la industria del contenido va a tirar de todo ese despliegue de la red”.

Paradójicamente, tanto negocio puede ser una noticia inquietante para las grandes empresas de automóvil, que se enfrenten a una redefinición total de su negocio. “La revolución digital y la transición hacia un mercado marcado por los vehículos autónomos y compartidos vendrán acompañadas de una durísima competencia, de la reducción de los márgenes y de la necesidad de hacer grandes inversiones de capital”, escribe Manuel Arias, socio responsable de Automoción en PwC España, en su comentario al informe.

“En 2030 el gasto en movilidad de los consumidores habrá caído aproximadamente un 10%”, continua, y ante estas perspectivas globales los fabricantes tradicionales tendrán que optar por especializarse en su nicho tradicional, a modo de boutique, o tratar de seguir siendo gigantes, compitiendo también en servicios con empresas como Amazon, Netflix o Apple. Los contenidos digitales se van a meter en tu coche, y el problema para los fabricantes es que no necesitas un coche en tu salón.

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