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Tres buscadores alternativos a Google que utilizan tecnología ‘blockchain’

Los motores de búsqueda descentralizados priorizan la seguridad de los datos de sus usuarios y permiten una trazabilidad que garantiza procesos más transparentes

Cuando aceptamos registrarnos en la página web de un comercio a través de Facebook, Google o Twitter, estamos permitiendo que estas plataformas hagan de intermediarios entre la empresa y nosotros. Es cierto que si compartimos cierta información podemos obtener una experiencia de compra más personalizada, pero no tenemos en cuenta que nuestros datos valen dinero y están comerciando con una privacidad que regalamos con bastante asiduidad.

Algunas compañías se han propuesto acabar con este problema poniendo el control de nuestra información en manos de los usuarios y están desarrollando motores de búsqueda descentralizados gracias a la tecnología blockchain.

Blockstack es uno de los proyectos más ambiciosos en esta línea. Esta compañía propone reinventar la red para asegurar la privacidad de los internautas. Sus impulsores han utilizado un software de código abierto para crear un ecosistema paralelo a internet que permite a los usuarios gestionar su identidad digital. Están trabajando en un navegador con el que estos pueden elegir la información que comparten y pueden revocar el acceso de una empresa a sus datos en cualquier momento.

El propio creador de la World Wide Web —www o lo que hoy llamamos internet—, Tim Berners-Lee, es usuario de la plataforma, que cuenta con la colaboración de Microsoft y ha registrado cerca de 75.000 dominios.

Isotipo de Solid
Isotipo de Solid

Blockstack no es la única iniciativa de internet descentralizado en la que participa Berners-Lee, que trabaja en su propio proyecto con el MIT: Solid. “Imagina que todas las aplicaciones que ejecutas apuntan a datos que tú controlas”, explicó en una entrevista al propio instituto tecnológico. “Sería una manera emocionante de navegar”.

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Bitclave es un buscador basado en blockchain con el que puedes ganar dinero compartiendo tus datos. Si estás buscando un coche nuevo puedes elegir con qué concesionarios compartir tus datos y estos podrán hacerte ofertas para que te decantes por uno u otro. Con cada oferta que te envíen, los concesionarios te pagarán una pequeña cantidad de CAT, un token creado por la compañía, por haber compartido tus datos con ellos. Por supuesto, no importa si en vez de un coche buscas alquilar un piso o comprarte un vestido nuevo.

Interfaz de Bitclave

Las empresas también disfrutan de ventajas con este modelo al no verse obligadas a ejecutar sus campañas publicitarias como dictan las grandes tecnológicas. Las compañías asentadas en un nicho concreto son las que más pueden beneficiarse de este modelo, ya que sus anuncios van dirigidos a usuarios que ya están buscando sus productos, por lo que las tasas de conversión serán considerablemente más elevadas.

Bitclave se encuentra en fase experimental y plantea lanzar una versión beta en los próximos meses. Su objetivo es que la plataforma esté lista en menos de un año.

Esta empresa está trabajando en un comparador de precios basado en blockchain. Su motor de búsqueda recoge información de distintos productos y compara sus precios. Pero donde la tecnología de la cadena de bloques marca realmente la diferencia es en su trazabilidad. La posibilidad de acceder a un registro inmutable no solo permite a los usuarios de Ahoolee saber cuánto cuesta un producto, sino cuánto ha costado. Así pueden saber a ciencia cierta si se encuentran ante una oferta o se ha incrementado su precio.

La plataforma cuenta con una criptodivisa propia, el token AHT, pero es fácilmente intercambiable por bitcoins o ethers —las monedas digitales más populares en el mercado—. Esperan acabar el año con 65.000 tiendas y activar su mercado global en abril de 2018.

La Comisión Europea impuso este verano la mayor multa antimonopolio de su historia. Bruselas sancionó a Google con más de 2.400 millones de euros —apenas una décima parte de lo que ingresó la compañía en el primer trimestre del año— por considerar que abusaba de su posición predominante en las búsquedas para promocionar su sistema de venta online.

La publicidad ha dejado de ser la guinda del pastel para el gigante tecnológico: con el tiempo, el manejo de nuestros datos le ha ganado terreno y todo apunta a que su futuro gire en torno a un uso intensivo de nuestros movimientos en la red. La multa europea solo sirve para acelerar este proceso de transición hacia un modelo donde una inteligencia artificial marca Alphabet entienda lo que queremos sin necesidad de que se lo preguntemos.

Que un robot sepa lo que queremos y se anticipe a nuestras necesidades tiene una pizca de morbo techie y supone un importante avance para nuestras vidas, pero que esté controlado por una empresa con sus propios intereses comerciales no suena tan bien.

El monopolio de nuestra información, que ostentan en buena medida Google, Facebook y Amazon, lleva tiempo preocupando a expertos en protección de datos. Para colmo, estas corporaciones dictan a las empresas cómo deben ejecutar sus campañas publicitarias para tener éxito dentro de sus plataformas y el secretismo de sus algoritmos impide certificar que exista una competencia transparente.

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