quién
Al saharaui de 31 años Tateh Lehbib le llaman loco desde que en 2017 construyó 25 casas con botellas de plástico y arena en la hamada argelina.
La iniciativa, financiada por Acnur, se desarrolló en esta zona desértica muy hostil en la que se ubican los campamentos de refugiados de Tinduf y donde Tateh nació y se crio. Precisamente en esta llanura pedregosa y árida es donde este ingeniero, experto en clima y divulgador, ha puesto en marcha su siguiente locura: un centro de investigación y desarrollo sobre arquitectura sostenible con los recursos de la zona. Un laboratorio al aire libre de donde emanen soluciones habitacionales factibles para mejorar la vida de una población de 173.000 habitantes que depende de la ayuda humanitaria. Acnur atiende a unos 90.000 refugiados vulnerables.
Las 25 viviendas levantadas con envases abandonados sirvieron para captar la atención de sus compatriotas y como remedio efectivo y efectista: hace menos calor en el interior que en una vivienda de cemento y aguantan las tormentas de arena. Pero no son la panacea. El perfeccionamiento de las tradicionales casas de adobe y las jaimas hechas con pelo de camello y de cabra que han caracterizado a los saharauis son la solución en el largo plazo.
A Tateh se le presenta la complicada tarea de hablar de arquitectura sostenible a una población que vive con recursos muy limitados y convencerles de que el futuro no pasa por llenar el desierto del bendito plástico, sino que es justo lo contrario, recuperar la forma de vida de sus antepasados. Compartir ideas con su gente para que vivan mejor en el sitio del que quieren huir.
Resulta complicado llevar a cabo cambios en las viviendas. Aunque los saharauis nos instalamos aquí hace 40 años, no perdemos la noción de que estamos de manera temporal. La gente no quiere tener una casa mejor, la gente quiere volver a su tierra
Tateh estudió en la Universidad de Argel y completó su formación en la de Las Palmas de Gran Canaria gracias a una beca Erasmus Mundus. Hijo de un diplomático saharaui que reside en España y el segundo de cinco hermanos, cuando ha vivido en Europa o ha estado de visita lo ha hecho con dos intenciones: aumentar su conocimiento en ingeniería para regresar a los campos de Tinduf y ponerlo en práctica, y dos, difundir la cultura y las costumbres del pueblo saharaui en Occidente.
Para esto último, se vale de las charlas sobre arquitectura en el desierto que imparte en universidades de Europa y Sudamérica y de su anhelo por dar clases en Harvard. Para lo primero, ya tiene un plan diseñado, este laboratorio y centro de divulgación e interpretación de la vida en el desierto llamado Sand Ship.