Mapear el árbol circulatorio para salvar corazones

Las cirugías mínimamente invasivas guiadas por imagen intravascular permiten precisar con mucho menor riesgo cómo han de abordarse las operaciones cardiovasculares. Un nuevo estudio, publicado por New Journal of Medicine, demuestra que la técnica iFR ofrece un nuevo paradigma para aumentar la precisión de esto procedimientos y ahorrar costes a los hospitales y riesgos a los pacientes.

DÓNDE Y CUÁNDO INTERVENIR

La meta final es luchar contra las estenosis. Las estenosis son estrechamientos de las arterias que irrigan el corazón y que pueden degenerar, si no son tratadas a tiempo, en graves peligros para la salud. La solución quirúrgica es implantar un stent —un dispositivo que funciona de manera similar a un muelle— que abre esa vía obstruida y permite que la corriente sanguínea recupere el flujo deseado. Pero la clave está en conocer, antes de someter a un paciente al quirófano, cuándo y dónde hay que implantar estos stents. Las nuevas tecnologías de cirugías mínimamente invasivas para precisar el diagnóstico son la respuesta a esos dónde y cuándo.

“La angiografía no es suficiente para medir estrechamientos coronarios. Provoca muchos errores de diagnóstico” Javier Escaned, jefe de sección del Hospital Clínico San Carlos de Madrid

MÁS ALLÁ DE LA ANGIOGRAFÍA

La forma en la que se ha usado y se sigue usando mayoritariamente para valorar la circulación coronaria es la angiografía. Radiamos con rayos X y contemplamos la radiografía para ver qué estrechamientos hay que tratar rellenando las arterias coronarias con contraste. Pero sabemos que esa valoración visual no refleja realmente la repercusión que tiene el estrechamiento con la circulación. O se correlaciona muy mal. Provoca muchos errores de diagnóstico”, explica Javier Escaned Barbosa (Vigo, 1959), jefe de sección de cardiología intervencionista en el Hospital Clínico San Carlos y profesor asociado de la Universidad Complutense de Madrid.

La respuesta a este problema ha sido la fisiología coronaria. Primero con una técnica que comenzó a implantarse hace dos décadas: el FFR. “Consiste en hacer una cirugía mínimamente invasiva con un sensor muy fino, de un tercio de milímetro, que mide la presión en el vaso sanguíneo al otro lado del estrechamiento. Al paciente hay que administrarle un fármaco, la adenosina, para que puedas valorar si esa caída de presión es significativa”, apunta Escaned.

El FFR, aunque ha supuesto una gran mejora en la calidad de vida de los pacientes y un ahorro hospitalario muy significativo, reduce las operaciones innecesarias, tiene problemas. El primero, que exige administrar un fármaco por una vía complicada tanto para el cirujano como para el paciente, que tiene efectos secundarios y que además está contraindicado en algunos casos, como por ejemplo en aquellas personas que sean asmáticas. Por eso, hace cinco años, investigadores del Hospital King College de Londres y del Hospital de San Carlos comenzaron a trabajar en un refinamiento de este proceso, el iFR, con dos ventajas fundamentales: no requiere la adenosina y es más preciso al identificar las estenosis que precisan intervención. Los resultados han dado los frutos este 2017, con la presentación de los resultados del ensayo clínico Define Flair. El pasado mes de marzo se presentaron estas conclusiones en el American College of Cardiology en lo que se considera ya un hito médico porque ha demostrado mejorar la técnica anterior, el FFR, en 2.500 pacientes a largo plazo.

LA NUEVA ERA DEL iFR

El enfoque multidisciplinar está revolucionando la medicina. Esta investigación —realizada por los hospitales King College y San Carlos, publicada en el New England Journal of Medicine y testada en 49 centros de 19 países Australia, Japón, Estados Unidos y Europa— basa su efectividad en estudiar al detalle la circulación sanguínea mediante la mecánica de fluidos y entender cómo podía evitarse la aplicación de adenosina tomando la medida en un punto concreto. “Elegimos un periodo en el ciclo en el que la resistencia a la circulación es más estable y se asemeja más a un modelo hidráulico. No tienes que tener en cuenta el efecto del músculo cardíaco sobre la circulación coronaria, que complica las medidas”, detalla Escaned, uno de los dos investigadores principales del estudio.

Las conclusiones han venido ratificadas por otro ensayo clínico con esta técnica, el iFR Swedeheart, lo que eleva el número de pacientes que muestran una mejoría con esta técnica a 4.529. Los beneficios para el paciente están cuantificados, 90% menos de molestias y un 10% de reducción de tiempo necesario para la intervención. Escaned tiene la esperanza de que estos resultados sirvan para generalizar la implantación de la técnica, que, a falta de los estudios financieros, se espera que suponga un “ahorro significativo” para los centros hospitalarios mejorando a la vez el servicio al paciente.

  • 4.529 pacientes ya se benefician de la técnica iFR.
  • 90% es el valor en el que se reducen las molestias de la intervención.
  • 4.100 laboratorios ya emplean la técnica del iFR.

MAPEAR EL ÁRBOL CARDÍACO

Todas las investigaciones científicas abren vías paralelas a los objetivos fijados en un principio. El ensayo clínico Define Flair no ha sido una excepción. Escaned apunta que uno de los beneficios inesperados es que la aplicación del iFR supone una mejora a la hora de mapear el árbol circulatorio, en concreto la identificación precisa de los estrechamientos preocupantes sobre la radiografía. “Es un beneficio añadido, porque nos permite trazar este mapa de las arterias con mucha facilidad. El FFR no permitía hacerlo porque al estar en condiciones de flujo máximo cardíaco se aumentaba mucho la resistencia de las estenosis más cercanas al dispositivo, por lo que era difícil ver con precisión la importancia de aquellos estrechamientos flujo arriba”.