Una postal sensorialen 10 experiencias delCamino del Norte
'Corredoira' en la 'carballeira' da Casa do Gado (A Coruña).
A Santiago por la Galicia genuina
Esta ruta permite al peregrino al cruzar el río Eo, la frontera natural con Asturias por el norte, desprenderse de todo lo que sus sentidos han acumulado y colmarse con la Galicia más pura. Entra por Ribadeo, en la costa de Lugo, pero rápidamente se zambulle en el interior a lo largo de casi 200 kilómetros hasta Santiago de Compostela. En esa aventura, el trazado regala a la vista y al tacto bosques de robles y castaños que guardan corredoiras, senderos como túneles verdes, genuinamente gallegos, creados por el centenario trasiego de humanos y carros e inmortalizados en el cine por José Luis Cuerda en El bosque animado. Al gusto y al olfato, las fragancias y sabores de su gastronomía medieval, a través del queso San Simón da Costa, cuya receta se mantiene virginal desde entonces. Y al oído, las palabras de Álvaro Cunqueiro, el autor más grande de las letras gallegas del siglo XX, en su Mondoñedo natal. Un Camino del Norte, pero con rumbo a lo más profundo y prístino de Galicia.
Los placeres de la ruta por un Premio Nacional de Narrativa
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Los recuerdos sobre el Camino del Norte del último Premio Nacional de Narrativa por Virtudes (e misterios), Xesús Fraga, se remontan a los días finales del año xacobeo de 1993. En las Navidades de aquel año, este autor de 51 años y nacido en Londres se lanzó a recorrer esta ruta con unos amigos de la facultad de Periodismo de la Universidad de Salamanca, donde estudió. Ahora, Fraga despierta su memoria sensitiva y su sensibilidad literaria para describir, de su puño y letra, lo que el peregrino de 2022 podrá captar siempre que abra los sentidos a esta experiencia: las esencias preservadas de un Camino que, 30 años después, se mantienen intactas.
El tacto.... de la naturaleza
“El Camino te pone en contacto directo con lo natural, algo que la vida en la ciudad va erosionando. Recuerdo las sensaciones sobre la piel y los pies que nos iba ofreciendo el entorno: las hojas mullidas que alfombraban el sendero, el agua fría al vadear algún arroyo, la rugosidad del granito y de los troncos... El Camino te los pone delante, todos juntos, y redondean la experiencia”.
El sabor... de la sopa gallega
“Llevo grabado el sabor de la sopa que tomamos en el Restaurante Galicia, en Baamonde, un caldo hecho con el agua del cocido gallego. Es muy denso, muy amarillo y muy aromático. La experiencia se intensificó al entrar en ese lugar cálido y acogedor después de horas de caminata. Llegamos tarde y el dueño nos dijo: ‘Os puedo dar sopa, un poco de pan y vino’. Al tomar la primera cucharada sentí que recuperaba las fuerzas al instante”.
El sonido... del silencio
“El silencio resulta insólito en ciertos momentos. Caminar por ese paisaje y no escuchar coches, ni ruido de civilización, a veces ni los pájaros... Lo máximo, tus pisadas. Era bonito sentirse como fuera del mundo, era un silencio benigno, que te envolvía”.
El olor... de la vida en el monasterio
“Recuerdo que, tras dormir en pabellones deportivos, el monasterio de Sobrado dos Monxes fue el primer hospedaje auténtico en la que hicimos noche, y la hospitalidad de los monjes nos pareció un lujo. Flotaba ese olor hogareño y templado, al que se sumaba un ligero aroma a incienso y, por la mañana, el café del desayuno... Una combinación que levantaba el ánimo y te dejaba listo para otra jornada”.
La perspectiva... de la capilla de Santo Alberte
“Esa estética medievalizante y remota que sobrevuela tu imaginación cuando haces el Camino se materializa en la capilla de San Alberte en Guitiriz (Lugo). Al acceder por un puente de piedra con un arco casi gótico y llegar al templo y a la pequeña fuente bajo la sombra de antiguos robles, sientes que de verdad estás viviendo en un relato de peregrinos”.
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El bandido Fendetestas aún ronda por aquí
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Galicia está entrelazada por corredoiras, caminos hondos y estrechos cuya forma semejante a túneles deriva del continuo paso durante siglos de carros, animales y personas por ellos. Abiertas entre sotos, fragas y robledales añejos, cubiertos de ramas, piedras y musgo y barnizados de sombra, los peregrinos del Camino del Norte tienen que pasar todavía hoy por estas sendas en su viaje a Santiago.
Una de las más famosas es la corredoira de Cimadevila, profunda y verde, situada en la parroquia de Castrofeito (A Coruña). A pocos metros del Camino también se encuentra otra que cruza la carballeira da Casa do Gado, un bosque situado en Sobrado dos Monxes. Esta tiene un interés muy especial: la inmortalizó para la gran pantalla José Luis Cuerda en El bosque animado, la adaptación que realizó de la novela homónima de 1943 de Wenceslao Fernández Flórez. Cuerda vio en este pedazo de bosque atlántico la magia necesaria para materializar las peripecias de ese albañil, interpretado por Alfredo Landa, que anhela convertirse en bandido y se hace llamar Fendetestas.
La ‘voz’ más alta y clara de la ciudad
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Hay un timbre de voz que todos los vecinos de Mondoñedo reconocen: es el de Paula, la principal de las siete campanas de la catedral de esta localidad de 3.500 habitantes situada en la Mariña Central de Lugo, a 150 kilómetros de Santiago. Su toque, grave y profundo, lleva más de siglo y medio llamando a la oración, anunciando las celebraciones e informando de los fallecimientos a los mindonienses. Y hoy sigue sonando gracias a su campanero, Valentín Ínsua, de 60 años, uno de los escasos profesionales que intentan mantener viva esta antigua profesión.
La vocación le viene de familia. Su padre fue el campanero, y su tío antes que él. Ahora enseña a su cuñado y a su hijo y es uno de los fundadores de la primera Asociación de Campaneros de Galicia, que cuenta con 14 miembros, algunos con menos de 20 años de edad. Algo que, para Ínsua, hace sonar la campana de la esperanza en la supervivencia del oficio. Él, mientras pueda, seguirá dando las 33 campanadas que anuncian la oración del Ángelus a las 12 de la mañana, o anunciando cada festividad, de Nochebuena al Corpus Cristi, con vueltas completas de la campana: “Me monto sobre el yugo para que quede boca abajo y salto hacia atrás con el objetivo de que los 2.500 kilos cojan inercia y empiecen a girar”, explica. Escucha a continuación como Ínsua convierte el tañer de campanas en un lenguaje propio.
Valentín Ínsua, campanero, en la torre de la catedral de Mondoñedo.
El vecino que logró hacer eterna a Galicia
El peregrino que termine etapa en Mondoñedo puede perderse por esta ciudad empedrada, de casas blancas y tejados de pizarra y uno de los pueblos más hermosos de España, de acuerdo con la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España, que evalúa el patrimonio natural e histórico de poblaciones de menos de 15.000 habitantes. Puede probar su tarta tradicional, una receta medieval con bizcocho y cabello de ángel, y conocer el origen de esta ruta jacobea, tan antigua como la Primitiva y Patrimonio de la Humanidad, en el Centro de Interpretación del Camino del Norte, ubicado en una antigua iglesia, de la mano del historiador Juan Ramón Fernández.
También puede hacer una visita a otro vecino ilustre, Álvaro Cunqueiro, que observa atento el campanario de Valentín Ínsua, con ademán relajado, desde su escultura en la plaza de la catedral. Al lado, en el número 13, se alza la casa museo de este escritor, periodista, cronista y figura indispensable de las letras gallegas y castellanas. En el cementerio viejo de la ciudad, además de las de otras personalidades como Pascual Veiga, músico y autor del himno gallego, está la tumba de Cunqueiro, que saluda al visitante con un inspirado epitafio: “Aquí yace alguien que con su obra hizo que Galicia durase mil primaveras más”.
La cremosa reina de la cocina gallega
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Fina, mantecosa y muy versátil. Así describe el chef Jorge Vilelo la faba de Lourenzá (Lugo), la única legumbre con indicación de origen protegida (IGP) en Galicia. Desde su restaurante O Forno de Tovar, situado en un pazo medieval de este municipio por donde transcurre uno de los ramales del Camino del Norte, se afana por imprimir en el paladar de sus clientes la cremosidad de un producto autóctono que casa con todo: “La faba absorbe muy bien la humedad, y esa es la clave de su versatilidad: se consume durante todo el año y en todo tipo recetas, por eso la llamamos la reina sin corona”, presume Vilelo. Con marisco, con setas o en tortilla: descubre el imaginativo repertorio, más allá de la fabada y el cocido, con el que se combina esta soberana de la cocina gallega.
El salteado de setas y fabas con tocino de porco celta y foie se convierte en uno de los platos estrella, al llegar el otoño.
En el salpicón de merluza de Celeiro y bogavante, la faba se mezcla en boca con las texturas cremosas del pescado y el marisco.
La tortilla de fabas adquiere la consistencia y la cremosidad de esta legumbre. La alubia también realza su sabor ya que, previamente, se cuece en caldo de carne.
Las fabas son una guarnición perfecta para la carne. Se cuecen en el caldo ya sea de cordero o de gallina de Mos, una antigua raza local, y se sirven como acompañamiento.
Un lugar hecho de silencio y dulce de leche
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Dicen sus visitantes que el silencio en el monasterio de Santa María de Sobrado resulta imponente, especialmente en la iglesia —ocupada solo por los bancos y el altar y vacía de imágenes y retablos—, y en su cocina, en la que solo persisten sus columnas y sus techos góticos. En el edificio, fundado en 958 y abandonado desde principios del siglo XIX hasta el último cuarto del siglo XX, se pueden visitar también dos de los claustros y la sala capitular. De recuerdo, el peregrino puede llevarse alguno de los productos que los monjes que aún lo habitan elaboran. Uno de los más sorprendentes es el dulce de leche, que producen directamente gracias a su propia cabaña de vacas frisonas. Laurence Curran, el monje británico responsable del albergue para peregrinos recientemente modernizado, asegura que los visitantes más pequeños se sienten al recorrer el monasterio como en un cuento fantástico, algo que Curran usa para avivar su imaginación. “Les pido que me acompañen a dar de comer al dragón que hay en la buhardilla. Pero ninguno se anima”, bromea. Adéntrate en este fascinante monasterio.
Un reino sepultado bajo los pies
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El suelo de la parroquia de Argomoso, a cinco kilómetros de la ciudad de Mondoñedo (Lugo), esconde un conjunto de intrincadas galerías de más de seis kilómetros que conforman la cueva do Rei Cintolo, la más grande de toda Galicia. Su nombre proviene de la leyenda que antaño explicaba su origen, y que cuenta cómo el hechicero Manilán, tras no poder casarse con la hija del rey Cintolo, condenó al reino a ser devorado por la tierra el día de su muerte.
Las estancias pétreas de esta caverna, engalanadas con estalactitas y estalagmitas, pueden recorrerse durante primavera y verano en una visita guiada que parte de la oficina de turismo de Mondoñedo. Un viaje sensorial solo apto para mayores de 12 años con el que descubrir la belleza agreste de esta silente ciudad subterránea habitada por varias especies de murciélagos y diminutos crustáceos que, en un tiempo remoto, fue también hogar de humanos: hace 50 años, los investigadores hallaron restos de un residente del Paleolítico Superior.
El queso que sabe a abedul
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La calidad del queso San Simón da Costa tiene un precedente en el uso que se le daba en la Edad Media. Dice la tradición que, además de como alimento, servía como pago de impuestos a la nobleza y al clero y como regalo a quien se le tenía gran estima. Hoy, este queso con forma de pera es uno de los cinco gallegos con denominación de origen protegida (DOP) y sigue elaborándose con métodos medievales y leche de vacas del entorno, las praderas de la Terra Chá (Lugo). Su sabor, resultado de una maduración de 45 días y del ahumado con leña de abedul, casa perfectamente con todo.
Rubén López, dueño de la quesería Lácteos Lorán (en Abadín, Lugo), uno de los principales productores de este queso en el Camino del Norte, a 115 kilómetros de Santiago, apuesta desde 1974 por la mejor materia prima y por un método artesanal de máxima calidad. Su negocio, que comenzó con una producción humilde, produce hoy más de 40.000 litros al día y una amplia gama de estos productos.
Pero el de San Simón es el principal, un queso que, según López, “combina con cualquier plato de alma gallega, sea carne o pescado, y marida con vinos blancos de barrica y tintos de crianza. Hasta los más sibaritas se sorprenderán”. Estos son los sabores, los olores y las texturas de este manjar medieval.
DOP Queso San Simón da Costa
madera de abedul lechevainilla
salado acidonotas a frutos secos
grasa elástica fina y densa
Dormir como un señor medieval... o como un labriego
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El Camino del Norte está salpicado por hospedajes ubicados en monasterios, castillos y casas de labranza. Antiguos edificios con historia que ofrecen las comodidades del siglo XXI.
El albergue renovado del antiguo monasterio
El peregrino llega al monasterio de Sobrado dos Monxes (A Coruña) al final de una etapa buscando reposo en su albergue, pero encuentra mucho más. Para empezar, unas instalaciones completamente renovadas, en un edificio con nueve siglos de historia, para 98 personas, con cocina y lavandería, así como refugio para bicicletas y espacios adaptados a personas con movilidad reducida. También wifi, proporcionado por la Xunta de Galicia.
Un parador como una torre
Un torreón de granito de 40 metros destaca en el paisaje de la ciudad de Vilalba, en Lugo. Es la construcción superviviente del esplendor medieval del castillo del que formaba parte, levantado en el siglo XI, que hoy ocupa el parador nacional. Un lugar para el descanso y el disfrute cuyos salones y su decoración, con los escudos de armas de las familias que lo ocuparon, siguen recordando su pasado y su abolengo. También sus 48 habitaciones en las que sentirse como un aristócrata por una noche.
Un nuevo hospedaje que se funde con el monte
Abeiro da Loba invita al peregrino a relajarse en una antigua casa de labranza de más de tres siglos, recuperada y convertida en hospedaje rural de dos estrellas. Cuenta con habitaciones privadas y dormitorios con literas para hasta cuatro huéspedes, cuyos ventanales dan a un bosque de castaños y robles. Se encuentra junto a la aldea de Madelos (A Coruña), a seis kilómetros de Sobrado dos Monxes y a 54 kilómetros de Santiago de Compostela.
La regenta Alejandro Sánchez, oceanógrafode 36 años, que hace cinco decidió cambiar la ciudad por el campo y rehabilitar este edificio que había pertenecido a sus abuelos. Por esta labor recibió el premio Agader de Desenvolvemento Rural en 2021, organizado por la Xunta de Galicia.
Un chapuzón en aguas dulces y letras gallegas
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En la ribera del río Madalena, pasando por el municipio de Vilalba, en Lugo, discurre un camino dibujado por la naturaleza y descrito por la literatura. Un recorrido de tres kilómetros entre antiguos molinos y puentes de madera conocido como Paseo dos Soños (Paseo de los Sueños), con el que el caminante puede descubrir otros nombres de la literatura gallega. En sus márgenes, el municipio ha ido colocando esculturas dedicadas a escritores de la zona, como Agustín Fernández Paz, ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2008; o Margarita Ledo Andión, escritora y cineasta, miembro de la Real Academia Galega. El final del sendero ofrece un regalo: la playa fluvial del área recreativa de Madalena, una diminuta isla llena de vegetación para refrescarse antes de continuar el Camino.
Paseo fluvial del río Madalena en Vilalba.
Así suena el pórtico de la Gloria
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La catedral de Santiago de Compostela guarda en su entrada principal, el pórtico de la Gloria, sonidos de hace casi un milenio. En el tímpano central, por encima de Cristo y los apóstoles, se despliega una orquesta formada por los 24 ancianos del Apocalipsis, representantes de la Iglesia, según la Biblia, de los que 22 portan instrumentos musicales medievales —los otros dos cargan unos frascos llamados redomas—. Se disponen, según la tradición, a interpretar con ellos la melodía del final de los tiempos.
La Fundación Barrié, entidad privada dedicada al mecenazgo artístico y responsable también de la rehabilitación del pórtico, ha hecho algo único: reconstruir, a través de expertos lutieres, estos instrumentos y conseguir que especialistas en música medieval los toquen para saber, así, cómo sonaban hace mil años. A continuación, puedes escuchar cada uno de ellos y conocer el sonido de los primeros tiempos de la peregrinación jacobea. Un regalazo para culminar el Camino.
Fídula oval
Es un instrumento de cuerda, similar al violín, que alcanzó gran popularidad entre los trovadores y los juglares. La tocan seis de los ancianos de la orquesta.
Arpa salterio
A diferencia del arpa tradicional, cuenta con una caja de resonancia que amplifica su sonido.
Arpa
Uno de los instrumentos más antiguos (las primeras referencias se remontan al antiguo Egipto). Las medievales eran más pequeñas que las actuales.
Organistrum
El instrumento más grande de la orquesta medieval. Llegaba a medir hasta dos metros y necesitaba dos intérpretes. Se acciona con una manivela que hace vibrar tres cuerdas.
Fídula en ocho
Su nombre responde a la forma de su caja de resonancia y, tras la fídula oval, es el instrumento más numeroso de la orquesta del pórtico con cuatro intérpretes.
Salterio
El intérprete coloca esta caja triangular sobre las rodillas y hace sonar las cuerdas pellizcándolas con los dedos o frotándolas con un arco.
Laúd
Un instrumento muy popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Llegó a la península a través de los musulmanes.