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¿Se dice ecológico, orgánico o biológico?

La nueva campaña de Alimentos de España nos resuelve las dudas acerca de la agricultura y ganadería ecológicos y sobre qué productos pueden llevar la etiqueta europea verde

S.G.

Cada uno los llama como mejor le viene. Ecológicos (o eco), biológicos (o bio) u orgánicos. Desde Alimentos de España nos sacan de dudas: las tres opciones tienen premio, siempre que el producto en cuestión sea el resultado de un sistema de gestión y producción agroalimentaria que siga el método de producción ecológica, esté certificado, y garantice las mejores prácticas ambientales, respete la biodiversidad, y aplique exigentes normas de bienestar animal. Si todo esto se cumple, el producto, ya sea un tomate, un paquete de galletas con ingredientes de agricultura ecológica o carne de conejo, puede exhibir la EuroHoja, el logotipo verde de la Unión Europea que bendice ese producto como ecológico de verdad. Vamos, que Bruselas da la cara por la calidad, la trazabilidad y la transparencia de ese alimento y quien lo produce, mientras que España aplica un excelente sistema de control que lo supervisa.

España es uno de los primeros productores de la UE y del mundo por superficie en producción ecológica, con más de 2.437.000 hectáreas según las últimas estadísticas de 2020, y un consumo creciente que solo en dicho año creció un 7% respecto al anterior . Además, ya hay 53.325 operadores entre productores, transformadores, comercializadores, importadores y exportadores.

Más de la mitad de la superficie ecológica a este lado de los Pirineos son pastos permanentes ecológicos, seguidos del olivar, los cereales, frutos secos y viñedo. En la ganadería, más del 48% de las explotaciones ecológicas apuestan por el vacuno. Como consumidores también podemos sacar pecho: en 2020 el consumo de alimentos ecológicos en nuestro país creció en torno a un 7%.

Qué no es ecológico

Otros conceptos, como ‘de agricultura sostenible’, ‘sin químicos’ o ‘de producción verde’, no dejan de ser extrapolaciones líricas para camelarse emocionalmente al consumidor, pero que no aportan nada más. No hay productos ecológicos a secas y otros súper ecológicos, verdes, sin químicos y esencia de unicornio biológico. O es eco certificado o no lo es, punto pelota.

No hay que caer en la trampa de los ‘100% natural’ o ‘sin aditivos’ porque no tienen por qué ser ecológicos. Tampoco tienen por qué serlo los ‘sin gluten’ o ‘aptos para veganos’.

Para lograr el sello europeo que acredita que un alimento es ecológico no basta con tener alma ecologista y amor incondicional a los animales. Para acabar en esas baldas verdes hay que cumplir con lo que manda la normativa vigente. La producción ecológica se encuentra regulada en España desde 1989. En 1993 entró en aplicación el primer Reglamento comunitario, sustituido por el actual Reglamento 834/2007 del Consejo sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos, desarrollado por los Reglamentos de la Comisión, 889/2008 (con las disposiciones de aplicación del anterior), y el 1235/2008 (con lo mismo, pero referente a las importaciones de productos ecológicos extracomunitarios). Los tres serán derogados y sustituidos a partir del 1 de enero de 2022 por el nuevo Reglamento (UE) 2018/848 y sus normas de desarrollo.

Lo ecológico, ¿tiene más vitaminas y minerales?

Si hace un siglo las enfermedades más graves que podían llevarnos a la tumba eran las infecciones, ahora las grandes complicaciones de salud en las sociedades occidentales se relacionan con hábitos poco saludables. Sin duda lo son el sedentarismo o el tabaco, pero también la alimentación. No es que haya una dieta que cure – advierte la doctora Lola Raigón, ingeniera agrónoma, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica/ Sociedad Española de Agroecología (SEAE) y autora del libro Alimentos ecológicos, calidad y salud – pero hay alimentos por así decirlo ‘mejor dotados’ que contribuyen a fortalecer nuestro estado físico.

La agricultura ecológica limita el uso de plaguicidas y fungicidas sintéticos. Esto reduce la presencia de trazas de esas sustancias potencialmente peligrosas en nuestros alimentos y minimiza la exposición de los agricultores a esos productos tóxicos. Además suele mejorar la concentración de vitaminas y minerales de esos alimentos. En una entrevista con Agroecologia.net, la revista de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica/Agroecología (SEAE), la doctora Raigón pone como ejemplo que las lechugas ecológicas contienen un 25% más de potasio; los tallos de hinojo, un 14 % más de calcio; las hortalizas de hoja presentan niveles más bajos de nitratos y el zumo de naranja, dependiendo la campaña y la variedad, puede tener entre un 10 y un 20% más de vitamina C. Respecto a la biodiversidad cultivada, las variedades ecológicas de lechuga concentran mayores contenidos de minerales que las comerciales.

El hecho de que los animales de una granja ecológica se muevan más, también mejora el perfil alimenticio de estos productos. Un huevo ecológico tiene un 2,6% más de proteína y un perfil lipídico más beneficioso, con un 8% más de ácido oleico. Es el resultado de que la gallina, en vez de estar quieta, puede moverse por el corral.

Palanca contra el cambio climático

La agricultura ecológica tiene un papel muy relevante en la lucha contra la contaminación medioambiental y el cambio climático. De entrada, se libra del uso excesivo de fertilizantes, plaguicidas, herbicidas de síntesis química, cuyo resultado, señalan desde la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), es la deforestación, la erosión del suelo, la desertificación, la contaminación ambiental, la reducción de la biodiversidad y, paradójicamente, el incremento de las plagas y enfermedades.

La agricultura ecológica se libra del uso excesivo de fertilizantes, plaguicidas y herbicidas de síntesis química

Cambiar los fertilizantes sintéticos por el sistema tradicional de cubrir los campos con un manto de humus orgánico y otros productos autorizados, mantiene y devuelve carbono a los suelos al dejarlos cubiertos. Este punto es clave para entender el papel de la agricultura ecológica en la lucha contra el cambio climático. Los suelos son un depósito natural de carbono que, según su uso, liberan o capturan carbono. Y ya sabemos que el dióxido de carbono es uno de los gases de efecto invernadero y enemigo a controlar si queremos dejar un planeta habitable a nuestros herederos.

Granjas de vacas con muchos metros por cabeza de ganado

Como hemos visto más arriba, una gallina criada en una granja ecológica da huevos con un mejor perfil lipídico (más proteínas, menos grasa y dentro de este nutriente, mayor porcentaje de ácido oleico). Una vaca con terreno para pastar libremente, ¿da más leche o más filetes? En realidad, no, aunque si sigue lo que marca ley y cuenta con más metros cuadrados para vivir una plácida vida vacuna, gozará de un mayor bienestar animal, y puede que se note en la calidad. Además tiene menos probabilidad de enfermar que si está hacinada. En eso consiste el bienestar animal asociado a la producción ecológica: ganado sano para no tener que usar antibióticos de forma preventiva, y solo los imprescindibles para curar a los animales que caigan enfermos.

Dinamizando el ámbito rural

Recuperar un modo de producción agrícola y ganadero sostenible, que no extenúe el medio ambiente y genere riqueza en el ámbito local, es una de las mejores formas de frenar la España vaciada. Es uno de los pilares de última campaña de Alimentos de España en la que se hace hincapié en que la agricultura ecológica requiere un mayor volumen de trabajo, por lo que genera empleo en las zonas rurales (unos 93.000 puestos de trabajo, según estimaciones de algunos autores).

También apuntan que lo ecológico no tiene por qué ser necesariamente más caro, aunque persisten diferenciales de precios que van disminuyendo conforme se incrementa el consumo. A cambio, le descubre un abanico variado de productos, desde las tradicionales frutas y hortalizas frescas, hasta la miel, las carnes, las conservas, los quesos y embutidos, el vino o el aceite de oliva, entre otros.

Estos son los vigilantes de la sostenibilidad

Igual que hay unos Guardianes de la Galaxia encargados de que nadie se desmande en el universo, diversas administraciones y ministerios coordinan sus esfuerzos para que no nos den gato industrial por liebre ecológica. Organizando el cotarro están el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, a través de la Dirección General de la Industria Alimentaria, y las Comunidades Autónomas. Por su parte, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (Servicio de inspección SOIVRE) se encarga del control e inspección en frontera de los productos ecológicos importados de terceros países a través de las fronteras españolas. Y el Ministerio de Consumo da apoyo a todos para que lo que llegue al mercado sea realmente ecológico y en buen estado, tal como demandan los derechos del consumidor.