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En busca de los ciudadanos fantasma en la Costa del Sol

Varios municipios lanzan una campaña para lograr que los residentes extranjeros se empadronen

Varios turistas en Torremolinos, Málaga.
Varios turistas en Torremolinos, Málaga.García-Santos

A mediados de noviembre, el Ayuntamiento de Marbella (Málaga) sacó pecho por fin: el padrón municipal superó por primera vez los 150.000 habitantes, unos 10.000 más que el año anterior. “Esto nos permitirá aumentar el presupuesto”, dijo el portavoz del Consistorio, Félix Romero. Como este, los principales municipios de la Costa del Sol se han lanzado a una campaña para captar vecinos —es decir, convencer a quienes ya viven en esas localidades, muchos extranjeros, de que se empadronen en ellas— con los que conseguir más fondos del Estado. Cuñas de radio, reuniones con asociaciones, buzoneo, visitas puerta a puerta, redes sociales... Cualquier medio es válido para dar a conocer el doble beneficio de figurar en el padrón: para el ciudadano y para el Ayuntamiento.

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La inscripción en el padrón es obligatoria para todo el que vive en España. Pero la población extranjera no siempre lo hace. Por eso, y al hilo de los positivos resultados de Marbella, la Diputación Provincial de Málaga ha anunciado una campaña para dar a conocer los beneficios del empadronamiento en el colectivo foráneo. “Tener mucha más población real que la registrada es un grave problema en cuanto a servicios y recursos”, explica Aida Blanes, concejal de Turismo y Residentes Extranjeros de Torremolinos.

“Ya era hora, no entiendo por qué no se ha hecho antes”, dice Anne Fernández, presidenta de la asociación Brexpats in Spain, que cree que hay muchos extranjeros que “no son conscientes” de la importancia de figurar en el padrón. Y el primer objetivo de la Administración es conocer cuántas personas extranjeras residen en la Costa del Sol realmente. Ahora no se sabe con certeza. Un estudio realizado por la propia Diputación en 2012 reflejaba que la diferencia entre la población real y la recogida por el padrón —sin tener en cuenta a turistas— superaba el medio millón de personas. Frente a los 1,6 millones de habitantes que aparecen en la estadística oficial, la provincia malagueña superaría, según ese estudio, los dos millones.

En Marbella han analizado el consumo de agua o la basura generada para intentar descubrir la cifra de población real, que creen que podría alcanzar las 250.000 personas. La misma operación está haciendo el Ayuntamiento de Estepona, que sostiene que en la ciudad viven unas 25.000 personas más de las 73.000 que refleja el padrón. “La realidad nos dice que podrían superar las 100.000”, dice Aleksandra Broch, responsable de Residentes Extranjeros del Consistorio.

En los Ayuntamientos malagueños son conscientes de que no es fácil convencer a los residentes foráneos de que se empadronen a pesar de que solo les aporta aspectos positivos. Muchos extranjeros residen “en modo vacaciones” y no quieren ni oír hablar de trámites burocráticos. Otros creen que aparecer en el padrón puede afectar a sus pensiones o les obligará a pagar doblemente sus impuestos, en España y su país de origen. “Y no es verdad”, dice Arantxa López, concejal de Extranjeros en Mijas, donde el 40% de sus 35.000 habitantes son foráneos.

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Un bombero por cada 1.000 nuevos vecinos

“A mayor población, más dinero”, resumen fuentes del Ministerio de Hacienda para explicar por qué es importante para los municipios que su padrón refleje el número real de vecinos. La cantidad, explican, depende de una compleja ecuación matemática, pero, en resumen, el 75% de los ingresos de las entidades locales relacionados con impuestos estatales están relacionados con la población. “Ese dinero nos ayuda a mejorar las infraestructuras y los servicios”, destaca Aleksandra Broch, concejal de Estepona. Marbella daba claros ejemplos en su campaña de captación: un millar de nuevos empadronados permitirían al municipio tener un bombero más. Con 2.400 lograrían un camión de basura. Con 2.500, cuatro policías locales.

Los Ayuntamientos usan también otros argumentos para convencer a los extranjeros: el derecho a voto en elecciones locales o europeas, el acceso a tarjeta sanitaria, algunas ayudas fiscales o, para los mayores de 65 años, actividades culturales, deportivas o transporte público gratis.

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