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Prisiones planea reunir a reclusos con las víctimas de sus delitos

El nuevo protocolo, que aprovecha la experiencia con presos de ETA durante la 'vía Nanclares', excluye a autores de delitos de género y agresores sexuales

Óscar López-Fonseca
Torre de vigilancia del centro penitenciario de Huelva, en una imagen de archivo.
Torre de vigilancia del centro penitenciario de Huelva, en una imagen de archivo.EFE

Instituciones Penitenciarias ultima un protocolo para comenzar a celebrar tras el verano los primeros “encuentros restaurativos” entre condenados por delitos comunes y sus víctimas directas, a semejanza de los 11 que hubo con presos de ETA de la vía Nanclares. La iniciativa, que excluirá a penados por violencia de género y a delincuentes sexuales, pretende que el afectado vea “reparados los daños” que sufrió, a la vez que se facilita la reinserción del preso.

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La iniciativa se produce después de que, el pasado octubre, Instituciones Penitenciarias pusiera en marcha el llamado Programa Diversidad, que incluía reuniones similares entre autores de delitos de odio y colectivos o personas que los hubieran sufrido, aunque no contemplaba que fueran víctimas directas. Ahora, el departamento de Prisiones, que dirige Ángel Luis Ortiz, da un paso más y, además de extender la iniciativa a un amplio abanico de delitos, buscará que los "encuentros restaurativos" sean entre el delincuente y sus víctimas.

Como primer paso, el novedoso programa —perfilado en un borrador al que ha tenido acceso EL PAÍS— contempla la búsqueda por parte de los centros penitenciarios, de aquellos presos que pudieran estar preparados para iniciar un “proceso restaurativo” y que, una vez que se les plantea esa posibilidad, consientan reunirse con sus víctimas. En ese momento, Prisiones contactará con el órgano judicial responsable de la ejecución de la sentencia para que plantee al afectado la posibilidad de participar en el programa y autorice que se faciliten sus datos personales a la cárcel para iniciar el proceso. Si acepta, Prisiones mantendrá con la víctima un “contacto inicial” en el que le expondrá “los objetivos del encuentro y cuál sería su participación en el mismo”.

Si tras ello, sigue dispuesta a participar, Instituciones Penitenciarias organizará “una o dos” reuniones preparatorias con un mediador para que la víctima “pueda expresar cómo vivió el delito y sus consecuencias, tanto físicas como emocionales y psicológicas”. El mediador también celebrará en paralelo encuentros con el delincuente. Tras ellos, se planteará a la víctima mantener el encuentro “con la persona responsable del delito” que sufrió. Si la respuesta es afirmativa, Instituciones Penitenciarias preparará la reunión, que se celebrará en la cárcel, si el condenado sigue en régimen cerrado, o en el Centro de Inserción Social (CIS), si disfruta ya del régimen de semilibertad. Para ello, está previsto contar con el apoyo de asociaciones sin ánimo de lucro que colaboren en el programa. Los encuentros se celebrarán siempre en presencia del mediador que ha guiado todo el proceso.

El protocolo resalta que el principal objetivo del encuentro será que la víctima pueda explicar en persona al recluso “cómo vivió [el delito] y qué consecuencias se han derivado de aquella vivencia”. También se buscará que el condenado se responsabilice de su acción y pida perdón. El programa contempla que el encuentro —que está previsto que se celebre en una o dos sesiones como máximo— sirva para acordar “medidas de reparación del daño derivado del delito”. Instituciones Penitenciarias plantea hacer una “sesión de seguimiento” final con la víctima para, antes de cerrar todo el proceso, constatar que esta ha recuperado la “tranquilidad personal”.

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En el folleto informativo que se facilitará a la víctima antes de iniciar todo el proceso, Prisiones recalcará el carácter “voluntario” de su participación, así como que tanto la persona afectada como el delincuente podrán decidir “en cualquier momento” no seguir adelante. También se destacarán los beneficios que puede obtener: “Escuchar la responsabilización de la persona responsable de los hechos, así como la petición de perdón, puede ayudar a cerrar este episodio de forma completa”. El documento recalca que en ningún caso se pedirá a la víctima que perdone al delincuente, aunque señala que “en ocasiones esto deviene de forma natural en el encuentro”. Todo el proceso será “confidencial”.

El protocolo recalca que por su participación el delincuente no verá reducida “la pena impuesta” ni recibirá beneficios penitenciarios. No obstante, Prisiones admite que el centro penitenciario lo tendrá en cuenta “a la hora de hacer las valoraciones” para, por ejemplo, cambiarle de grado. Serán los profesionales de la cárcel los que valorarán si el arrepentimiento del delincuente es “sincero” y si se muestra dispuesto “a cumplir las actuaciones de reparaciones” acordadas en el encuentro.

Reducir el riesgo de reincidencia

Instituciones Penitenciarias justifica la puesta en marcha de su nuevo programa de “justicia restaurativa” en el artículo 15 del Estatuto de la Víctima, que contempla los encuentros con los delincuentes para que los afectados puedan “obtener una adecuada reparación material y moral de los perjuicios derivados del delito”. El documento recalca que el programa no solo aspira a conseguir beneficios para la víctima, sino también para el delincuente y la sociedad. Para la primera, pretende que las reuniones sirvan, entre otros objetivos, para “cerrar el proceso interior, de temores y dificultades, abierto por el delito”. En el caso del condenado, que pueda “reestablecer su percepción como miembro de la sociedad”. Y para esta última, “favorecer la reinserción” de los penados y reducir el riesgo de reincidencia de los mismos “puesto que una persona que se responsabiliza de sus delitos, frecuentemente deja de cometerlos”, según recoge la documentación que se entregará a las víctimas.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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