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“El narco ha creado generaciones perdidas”

EL PAÍS reúne a una fiscal, un comisario, un alcalde y un representante vecinal para debatir sobre la lucha encarnizada contra el narco en La Línea de la Concepción

Francisco López, Juan Franco, Francisco Mena y Macarena Arroyo.
Francisco López, Juan Franco, Francisco Mena y Macarena Arroyo.marcos moreno

La Línea de la Concepción (Cádiz, 63.146 habitantes) ha acaparado este año crónicas y titulares explosivos por la violencia que los narcotraficantes han impuesto en su lucha contra las Fuerzas de Seguridad del Estado. La guerra es feroz y tanto policía como Guardia Civil esperan sedientos los refuerzos prometidos por el Ministerio del Interior para doblegar a las bandas, a las que solo entre enero y abril les decomisaron 74.692 kilos de hachís, con la detención aparejada de 295 supuestos narcotraficantes.

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La fiscal antidroga de la Fiscalía de Algeciras, Macarena Arroyo, el comisario de La Línea Francisco López, el alcalde, Juan Franco, y el presidente de la coordinadora antidroga Alternativas, Francisco Mena, analizan los problemas enquistados y posibles soluciones para atajar este mercado ilícito con cifras de vértigo. Pero también diseccionan el grave problema social de esta localidad frente a Gibraltar, con un paro superior al 30% y “generaciones perdidas” de jóvenes que solo conocen el lenguaje de las planeadoras. En la conversación, el comisario dispara una ráfaga clarificadora de preguntas y respuestas: “¿Cuánto hachís entra? Ojalá lo supiéramos. ¿Hemos aprehendido más? Sí. ¿Ha entrado menos? Pues no lo sé”.

Una lucha recrudecida

Sobre la batalla de las Fuerzas de Seguridad contra el narco, los cuatro protagonistas coinciden en que es esencial que el aumento de agentes se mantenga a largo plazo. “El despliegue de las Fuerzas de Seguridad ha sido contundente, pero el temor es que sea algo puntual y que cuando el suflé se asiente, cada uno se vaya para su casa”, subraya el alcalde. La fiscal apunta: “El refuerzo debe tener una continuidad. La situación se ha desbordado, aunque no se ha descontrolado. Estamos mejor, pero teniendo en cuenta que antes no estábamos mal”. El representante vecinal es más crítico: “Hasta ahora, cuando el suflé bajaba, se llevaban a los agentes, como en Semana Santa, cuando se los llevaron a Málaga y Sevilla. La prioridad es la seguridad ciudadana, pero si queremos resolver este problema a largo plazo necesitamos investigaciones para desmontar a los grupos de la Udyco, el Greco o Vigilancia Aduanera, que tiene el acceso a nuestro patrimonio”. El comisario remacha: “A veces el foco mediático no nos gusta, pero también nos permite pedir medios y apoyo para nuestro trabajo. A la comisaría de La Línea le falta unos 60 agentes y a Algeciras más de 100”.

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La fiscal Arroyo utiliza una metáfora para explicar cómo ha aumentado la violencia: “Antes yo siempre lo veía como una obra de teatro: la policía cogía al narcotraficante y este entraba en su rol y asumía que debía cumplir con la pena. Pero ahora el narco no asume que ha perdido la partida, la gente joven tiene menos miedo y van más a lo loco. Embisten y atacan, y se ven fuertes porque están reforzados por una parte de la sociedad. Niños que atacan a la policía con cocteles molotov, y la madre defiende a su hijo que está implicado. La agresividad del último año y medio es muy grande y ellos [los narcos] se han envalentonado”. El representante vecinal Mena lo redefine: “Es lo que yo llamo la pérdida del principio de autoridad”. El alcalde matiza: “Estos sujetos están socializados, te los encuentras tomando tapas y comprando en el hipermercado. Ellos se vanaglorian de ocupar esa posición”.

El ruido mediático de la guerra al narco

La Línea de la Concepción ha estado este año en las noticias por operaciones espectaculares y alijos de droga que han dado una fama a la localidad como punto caliente de la entrada del hachís en Europa. ¿Magnifican los medios el problema? El alcalde, Juan Franco, rechaza quitarle hierro, pero censura la corriente mediática de atribuirle cualquier suceso del narco a su localidad: “Lo que pasa aquí ya es gravísimo. Que entren unos encapuchados y se lleven a un tío detenido eso ya es para grabar un capítulo de la serie Narcos, pero estoy muy molesto con que, pase lo que pase en cualquier lado de España, siempre es La Línea (…) Hemos estado de feria y no ha habido ni una pelea, ¿esto no era la pequeña Colombia?”, inquiere.

Francisco Mena, de la coordinadora antidroga Alternativas, critica que se haya pasado de la nula repercusión a la grandilocuencia entre los periodistas: “Ni tanto ni tan poco. Aquí hay un problema y durante demasiado tiempo no se han hecho eco de él. Todo se quedaba en noticias locales y eran muy pocos medios los que lo hablaban. Hemos pasado de ese extremo al contrario. Sobre todo, las televisiones, en algunos casos, se han extralimitado dando una imagen que no es así”.

El alcalde apunta: “Cuando antes, de forma esporádica, se hacían eco los medios la reacción era criticar porque eso se contaba. Nosotros cambiamos esa dinámica. Siempre pongo el ejemplo del alcohólico: para salir del problema hay que reconocerlo. Tenemos un problema enorme, pero contando lo que ya es verdad tenéis noticias de lo que queráis”. Y Mena añade: “He predicado en el desierto muchos años y ningún alcalde lo reconocía. Juan [Franco] fue el primero. Sin embargo, ahora ya sí se reconoce el problema, en el momento de que ya se ve afectada la imagen de toda la comarca porque no es solo La Línea, suceden cosas en otras localidades como Algeciras, Jimena, Castellar o Tarifa. Esto es un problema de todo porque los inversores se piensan que van con pistolas por la calle y los maestros o policías no quieren venir”.

Seguridad Social paralela

¿Han cubierto los narcos el flanco social que el Estado ha dejado de atender en el Campo de Gibraltar? El alcalde Franco señala: “Ellos tienen hasta un sistema de Seguridad Social montado y matrimonios enlazados. Van comprando voluntades y de forma rápida, a un chaval con 15 años les dan 1.500 euros para hacer de punto, dile tú que se vaya a trabajar de camarero o de peón”. El comisario cree que está aceptado entre ciertas pandillas: “Es cierto que ha habido circunstancias de desempleo, pero hay una aceptación social hacia el narcotráfico. Hay un intervalo entre los 16 y los 36 que ven como algo normal dedicarse al narcotráfico y ven que sus hijos se dedican al negocio familiar. Son generaciones perdidas sin posibilidad de recuperación. Es una falta de principios y valores”.

Generaciones perdidas

El alcalde es derrotista sobre la posibilidad de rescatar a ciertos jóvenes “que no tienen remedio”. “Son sujetos que no se pueden reinsertar”, considera. Con un desempleo superior al 30% como telón de fondo, la fiscal también observa un panorama oscuro para ciertos delincuentes que forman las redes del narco y encadenan sentencias condenatorias, siempre por delitos contra la salud pública: “A mí me cuesta mucho trabajo creer en la reinserción en el ámbito del narcotráfico, porque tengo una hoja histórico-penal del que entra en prisión y a los cuatro años vuelve a la carga. Coinciden con sus amigos en la prisión y luego salen y ya tienen montada una colla. Tendría que haber unas penas más elevadas. Un fardo, 30 kilos. Y en un barco, da igual que sean 30 ó 3.000 kilos. No puedo pedir más de seis años de cárcel. Y una guardería [donde se almacena la droga] si no pasa de 2.500 kilos son cuatro años”.

Carencias sociales

La Línea padece un 30% de paro, 8.500 personas de las que el 92% carece de estudios secundarios finalizados. El alcalde protesta porque está "harto de clamar en el desierto: aparte del narcotráfico tenemos la cuestión del Brexit. Parece que es algo que ya vendrá, pero es que, para nosotros, 11.000 residentes empezaron a cobrar un 17% menos porque cobran en libras y gastan en euros. Llevamos dos años con el consumo por los suelos y eso influye en el pago de los impuestos. Desde hace dos años pedimos un plan integral".

Mena dispara: "El caldo de cultivo de todo esto es el fracaso y el absentismo escolar y, cuando se entra en este mundo, ya no se sale por una cuestión meramente económica. Cuando un niño, por hacer de punto con un teléfono y una escúter gana en una noche 600 euros, a ver cómo le dices que se venga a trabajar por 1.200 euros al mes". La fiscal responde: "Pero teniendo ese concepto económico, vamos a buscar un lado positivo. ¿Dónde les duele? El dinero. Llegando a él se les puede hacer daño. Son los procedimientos de blanqueo de capitales". El comisario añade: "El tema del blanqueo es una realidad necesaria que tiene que ir asociada a toda investigación policial".

El final de la guerra

Mena es optimista sobre la resolución de la batalla contra el narco: “Estoy convencido de que este pulso lo ganamos”. La fiscal Arroyo también ve el vaso medio lleno: “Soy positiva. Se está trabajando muy duro y muy bien. Estamos persiguiendo el narcotráfico y hemos ampliado la persecución al blanqueo. Se está aprendiendo de los errores, porque ha habido fallos. Tenemos que estar igualados, no nos pueden llevar años luz”. Se suma el comisario: “Los policías somos siempre optimistas, si no, mal vamos. Creo que sí podemos acabar con esto, pero no tiene que temblar la mano del legislador. Es muy importante. Luego tiene que haber un soporte de educación y medios”.

Los efectos ignorados del hachís

Los efectos del consumo del hachís han sido tradicionalmente minimizados, hasta que investigaciones recientes han alertado de su dimensión transcurridos los años. “Ahora empezamos a ver los efectos del hachís: las paranoias, la esquizofrenia, los delirios, el alzhéimer… Una persona que consume un tiempo se cree que con un porro no pasa nada. Y ahora el THC [tetrahidrocannabinol] está alterado”, alerta la fiscal Macarena Arroyo.

Francisco Mena, presidente de la coordinadora Alternativas, que tiene dos comunidades terapéuticas, admite resignado: “La batalla mediática la hemos perdido. La sociedad ha perdido la percepción del riesgo y hay que alertar del grave perjuicio que crea el hachís, sobre todo consumido a edades tempranas, con 12 o 14 años”. Mientras, el comisario Francisco López abre el foco sobre los efectos de la droga en la sociedad, más allá del deterioro de la salud de las personas. “El narcotráfico no solo es un daño contra la salud pública, sino contra la forma de ingresar capitales, el blanqueo, crea un Estado paralelo y distorsiona el mercado por su ilicitud, crea estructuras de poder paralelo”. Y añade sobre sus tentáculos en la política o cualquier otro ámbito: “El narco no duda en poner un tío en la alcaldía y genera una sensación de impunidad que va más allá, cuando se asientan, se sienten impunes en la capacidad de coaccionar, de agredir, de violar a una chica, y eso a niveles extremos lo vemos con los cárteles en Latinoamérica. Y aquí existe porque hay gente que tiene miedo. Desde el instante en que hay gente que tiene miedo ya hay una coacción”.

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