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Correr de madrugada por los inclinados túneles del metro de Bilbao

EL PAÍS se adentra en los sótanos de la capital vasca en la primera carrera organizada por los túneles del suburbano

Atletas atraviesan los túneles del metro de Bilbao.
Atletas atraviesan los túneles del metro de Bilbao.PAU XIMÉNEZ
Mikel Ormazabal

El Metro de Bilbao no tiene un metro llano. Es una sucesión de subidas y bajadas por una galería subterránea que es todo menos siniestra. Por primera vez desde su inauguración en 1995, el tráfico ferroviario se paralizó para celebrar de madrugada una carrera que discurrió por los túneles de la ciudad, casi ocho kilómetros entre el centro de la ciudad y Barakaldo que se transformaron en un singular tartán. Ha sido “una experiencia única” para 200 privilegiados atletas populares, entre los que figuró este periodista.

Madrid en 2013 y Barcelona un año después ya celebraron sendas carreras de estas características. Bilbao repitió la experiencia durante la noche del pasado domingo al lunes. Los trenes dejaron de funcionar tras el último servicio nocturno y los amantes del running se apoderaron de las vías. Llegó la hora de la Under Run Metro Bilbao. A las 00.00, un convoy carga en Ansio (Barakaldo) a todo el pelotón de atletas para transportarlos hasta la salida, en la estación de Moyua.

Como anticipo festivo de la prueba, la organización programó actuaciones en directo en la espaciosa estación de Ansio para entretener a los corredores y sus acompañantes: una sala con videojuegos, un recital de los Golden Apple Quartet, el monologuista Agustín Jiménez y la música de un pinchadiscos ocuparon cuatro horas de espera previas a la carrera.

El exfutbolista Carlos Gurpegi participa en la Under Run Metro Bilbao.
El exfutbolista Carlos Gurpegi participa en la Under Run Metro Bilbao.

Si el tren tardó 12 minutos y 24 segundos en cubrir la distancia del recorrido en sentido inverso, el pelotón necesitó una media de 40 minutos, aunque algunos rebajaron ampliamente ese promedio, como el exfutbolista del Athletic Club Carlos Gurpegui. Él fue el abanderado del primer grupo de participantes. Los 200 corredores fueron saliendo en remesas de 20 para dar fluidez a la prueba y por razones de seguridad. Cada equipo iba comandado por un personaje conocido: la atleta Iraia García, el montañero Álex Txikon, la futbolista Iraia Iturregi, el locutor Dani Álvarez, el jugador de basket Sergio Sánchez…

La marcha arranca en Moyua y discurre por las estaciones de Indautxu, San Mamés, Deusto, Sarriko, San Inazio, Cruces y Ansio. Es una ruta que ofrece una perspectiva diferente de la obra proyectada por el arquitecto Norman Foster. Destaca sobre el resto la espectacularidad de Sarriko, ganadora de un premio de arquitectura en 1998, que vista desde la entrada parece la bodega de un barco, mientras que a ras de vía y a ojos del atleta es como si estuviera atrapado por una especie de ciempiés. La combinación de hormigón, acero inoxidable y vidrio que caracteriza a las estaciones va intercalándose en el trazado que forma el gusano ferroviario de Bilbao.

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Los corredores avanzan metros por la galería con cuidado de no tropezar con algunos cables y arquetas colocadas sobre la plataforma lisa entrevías. Tienen que frenar la marcha cuando llegan a un cruce de vías y deben sortear los raíles, como sucede en el tramo de San Inazio, donde la línea férrea se bifurca en dos. En la confluencia de las agujas hay balizas luminosas que marcan la ruta correcta y trabajadores de Metro Bilbao orientan con linternas el paso de la carrera. En todas las estaciones hay desfibriladores y botiquines para actuar ante cualquier incidencia.

Lejos de la imagen lúgubre que se tiene de las entrañas de los metros, el de Bilbao presenta un aspecto casi amable. La infraestructura aún no ha cumplido las bodas de plata; las paredes del tubo están como nuevas y muy iluminadas; solo se han formado unas goteras en la parte final, a partir de Cruces. Esas pendientes que pasan desapercibidas para los viajeros cuando se desplazan en tren se clavan en las piernas de los corredores, sobre todo en el empinado tramo que separa las estaciones de San Ignacio y de Cruces, ya acercándose a la meta, cuando el cansancio hace más mella.

Los 87 millones de viajeros que anualmente emplean este medio de transporte están acostumbrados a realizar este trayecto sin echar una gota de sudor. El suburbano de Bilbao tiene una longitud de 45 kilómetros (41 estaciones), lo que daría para organizar una maratón bajo tierra. Pero esto, por más que la leyenda diga que en Bilbao todo es posible, son palabras mayores.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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