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Las campañas electorales, el hábitat natural de Podemos

Iglesias afronta el 26-J convencido de que su discurso y el pacto con IU mejorarán el resultado

Francesco Manetto

Podemos ha regresado a su hábitat natural. La dirección del partido ha vuelto a desenfundar dos palabras que definen el espíritu de la formación y que habían sido tabú en los últimos cuatro meses: campaña electoral. Aunque la sucesión de órdagos durante la legislatura más corta no ha dejado de evidenciar la pugna constante ente el partido de Pablo Iglesias y el PSOE, hasta las elecciones del 26 de junio esa disputa se jugará a cartas descubiertas. Se trata de un terreno en el que los dirigentes de Podemos, que en sus inicios aspiraba a convertirse en “maquinaria de guerra electoral”, no disimulan sentirse más cómodos.

“Sabéis que nosotros en campaña nos lo pasamos bien, que nos gustan las campañas y, humildemente, se nos dan bien las campañas. Creo que la distribución en estos primeros días, que huelen ya a precampaña, de ilusión por un lado y nervios por otro puede dar una cuenta de lo que puede cambiar para el 26-J”. Lo afirmaba la semana pasada el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, en los pasillos del Congreso. Este dirigente, que pilotará la estrategia electoral de la formación, llama a los votantes a “desempatar” en las próximas generales. Y tanto él como otros cargos del partido aseguran que de haber contado, el pasado 20 de diciembre, con una semana adicional de mítines y debates habrían tenido más oportunidades de alcanzar a los socialistas.

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Una vez en el Congreso de los Diputados, se quedaron atrapados en una paradoja. Es decir, Pedro Sánchez, principal interlocutor de Iglesias para tratar de desbloquear una investidura, seguía siendo en el fondo su principal rival. Los vetos cruzados llevaron a una nueva convocatoria electoral a la que ahora Podemos hasta tratar de cambiar el nombre. “Segunda vuelta”, la llaman sus portavoces para evitar cargar con la responsabilidad de no haber dialogado lo suficiente. Iglesias y los suyos están convencidos de que gracias a ese mensaje y a la coalición con IU mejorarán su resultado al menos hasta los 58 escaños sin alianzas territoriales.[RO]

Los expertos suelen coincidir en la eficacia de su estrategia electoral. Pablo Simón, del colectivo Politikon, recuerda que “tienen un discurso de marketing muy elaborado, viralizan muy bien los vídeos y saben medir muy bien los tiempos” jugando con el factor sorpresa. Justo eso hicieron Iglesias y Alberto Garzón hace una semana, cuando, tras sellar su alianza, alimentaron la expectación mediática mientras cerraban los últimos detalles sobre cómo comunicar un acuerdo que, según Simón, tiene dos ventajas estratégicas. La primera, “la de desprenderse de la retórica del PSOE de que han sido obstruccionistas”, ya que Garzón tuvo una actitud más dialogante. Y, la segunda: la alianza es la única novedad en el mapa de partidos el 26-J.

Anguita y la transversalidad

La alianza que Podemos cerró la semana pasada con IU tiene el objetivo de sumar los más de 900.000 votos que la federación de izquierdas logró el pasado 20 de diciembre. Pero las dos fuerzas, que harán campaña por separado y tendrán algunos actos conjuntos, afrontan ahora el reto de encontrar la fórmula para compaginar sus discursos. Si bien Pablo Iglesias nunca ha ocultado su origen político —a los 14 años se afilió a las juventudes del PCE—, su proyecto tiene la aspiración de ser “transversal” y superar la dialéctica de izquierda y derecha.

Aun así, el pasado viernes escenificó el pacto con Alberto Garzón fundiéndose en un abrazo con el antiguo líder de IU Julio Anguita, uno de sus principales referentes políticos.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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