Rajoy, tan feliz
El presidente entró bien en su estado de ensimismamiento, mientras le cantaban Nino Bravo y 'Ojalá que llueva café'
Rajoy no hizo nada para ganar las últimas elecciones, porque perdía el otro, y tampoco está haciendo nada para vencer estas, porque parece que será él quien perderá votos, pero no tantos. Para seguir sin hacer nada lo mejor es ir a Qué tiempo tan feliz, de María Teresa Campos. Rajoy tardó mucho en salir y mientras tanto tenías que dejar la tele ahí puesta con los niños delante, un peligro para su educación. Ya dijo la señora presentadora que era "un programa contenedor". Que todo un presidente del Gobierno aparezca en medio de tanta insustancialidad debe de tener detrás algún cálculo que no dice nada bueno de los votantes. Rajoy toma al país por un grupo de whatsapp, uno de esos que te planteas dejar. Solo emite obviedades y chascarrillos.
Es así: Pablo Iglesias va a este espacio, hace el ridículo y debería perder votos, porque parecía un chico serio, pero Rajoy va a ganarlos y se supone que los gana. En ese suponer de todos los candidatos, en ese tener al elector por mentecato, aunque hay grados, reside un desaliento ciudadano de fondo de esta campaña. Tuvo gracia que al líder del PP le presentaran con una canción de Elvis que pide menos conversación y más acción. Sería involuntario. El programa va de que el invitado elige canciones que le gustan. Rajoy mencionó los Beatles y los Bravos —Black is Black era muy propio—. Siendo gallego y dada la situación se esperaba Siniestro Total, o No mires a los ojos de la gente, de Golpes Bajos, o un tema autocomplaciente como Lo estás haciendo muy bien, de Semen Up. Lo máximo habría sido el temazo ochentero ¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?. Mariano podría haber respondido a gritos uno de sus lemas con toda propiedad, porque el estribillo es igual: "¡No sé!".
Pusieron un vídeo de Rajoy y Campos en 1997 que permitió comprobar cómo han mejorado ambos y que en realidad seguían haciendo la misma entrevista. Entre los anuncios hubo eso, una especie de entrevista, y el presidente entró bien en su estado de ensimismamiento, mientras le cantaban Nino Bravo y Ojalá que llueva café. Única noticia: vio una vez a los Rolling. Se repitió mucho, contó otra vez su vida y lo mala que fue la crisis, y que lo pasó fatal con Bankia. Sobre los partidos nuevos, Rajoy dijo que es fácil presentarse "con el beneficio de la duda". Es decir, como él hace cuatro años, aunque ahora ya no hay ninguna. En su monólogo, aunque algunas preguntas se las respondía la presentadora, dijo que “un debate a cuatro corre riesgo de convertirse en un monólogo”. Pasó el programa de forma feliz y Rajoy parecía la estatua del jardín botánico de Radio Futura: un día más se quedó sentado allí y cayó la tarde y se olvidó otra vez.