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Tribuna
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Apoderarse de RTVE

Volvemos a una Televisión Española concebida como servicio doméstico gubernamental

Otro vendrá que bueno te hará. El refrán se ha cumplido una vez más en el PP, donde tras esconder al vicesecretario Esteban González Pons han dado la alternativa a Carlos Floriano, dispuesto a brindarnos muchas tardes de gloria. Extraordinaria y alentadora su metáfora de que no estamos al borde del precipicio sino en el precipicio y agarrados a una cornisa. Espléndida su estrategia de comunicación para dar cuenta de la gestión del Gobierno mediante el recurso a la siembra de octavillas. Prueba que las nuevas tecnologías no sustituyen sino que coexisten con la imprenta. Recordemos la efectividad del bombardeo con octavillas en la Guerra Civil para ganarse la voluntad de las poblaciones antes del avance de moros y cristianos, todos creyentes en Dios, sobre las ciudades sitiadas por los sublevados cuando el glorioso Alzamiento.

Nuestro Carlos Floriano dice que el PP está dispuesto a no perder el contacto con la sociedad y a ser la correa de transmisión que lleve al Gobierno de Mariano Rajoy las inquietudes y las necesidades de los ciudadanos. De manera que ahora se trata, según sus declaraciones a la emisora Abc Punto Radio, de consolidar el papel del PP en una doble vertiente: como instrumento para comunicar la gestión del Gobierno y como enlace de este con la sociedad. Nos anuncia la puesta en marcha de una campaña que, además de las octavillas por toda España antes mencionadas, incluirá actos sectoriales y cuñas radiofónicas. Tranquiliza saber que la tarea de mantener el diálogo permanente con los ciudadanos, vertebrar el mensaje y escuchar las propuestas de la gente ha sido encomendada a la Secretaría ejecutiva de Estudios y Programas, al frente de la cual se encuentra José María Beneyto. Más aún cuando se nos dice que el plan de trabajo ya diseñado tiene cuatro pilares: Comisiones de Estudio, Foros, Publicaciones y Grupos de Expertos. Y que las comisiones se van a reagrupar para dividirse después en subcomisiones dedicadas a temas concretos, según precisa el citado Beneyto.

Lo que abunda no daña, pero todos estos propósitos explicativos van a ser tortas y pan pintado si se tiene en cuenta la inminente toma de Radiotelevisión Española por la hueste gubernamental. Se trata de otra decisión que tampoco le gusta al Partido Popular, como las que viene anunciando sobre el desmantelamiento de los servicios públicos. Su adopción trae causa, según Floriano, de la actitud de bloqueo del PSOE al acuerdo sobre el nombramiento del presidente de RTVE. Otra trampa más de Rubalcaba, porque al abrir esa batalla el Partido Socialista solo quedaba la solución del decreto aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros. El texto pulveriza la necesidad del quórum de tres quintos en el Congreso de los Diputados para la elección del presidente de RTVE, es decir de que se haga por acuerdo de los dos partidos mayoritarios, y permite que el Gobierno use la mayoría absoluta de que dispone para designar a quien mejor le plazca. Volvemos a una RTVE concebida como servicio doméstico gubernamental, una situación a la que había puesto fin la ley de 2006 adoptada en la primera legislatura del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Lo que parecía un avance ha resultado ser una anomalía corregida aprovechando el barullo de la crisis. Eso sí, Floriano argumenta que todo se hace a favor de los profesionales sufrientes. Otra cosa es que, ingratos, no sepan apreciar el bien que se les hace.

Otros, rencorosos o apesebrados, darán en pensar qué poco dura la alegría en casa del pobre. Los más intrépidos, partidarios de medidas audaces e imaginativas, empezarán a considerar si convendría también aprovechar el impulso para instar el regreso a la pantalla de Alfredo Urdaci —relegado a la jefatura de prensa de El Pocero— y demás insignes compañeros de singladura televisiva, cuyos nombres están en la mente de todos los lectores. Tal vez sea esa la escondida senda para cumplir mejor las exigencias de la marca España y se aproxime el momento de estudiar con detalle el restablecimiento del parte en Radio Nacional, con conexión obligatoria de todas las emisoras. Es seguro que tampoco le gusta al Gobierno pero reportaría ahorros en estos tiempos de austeridad.

Mientras, celebremos la exclusión del Consejo de RTVE de los dos representantes sindicales, faltaría más, y la eliminación de los sueldos de los consejeros que deberán buscarse la vida. Y sigamos sin oír, salvo en imperceptibles notas de prensa, las protestas que debería suscitar la toma de RTVE por cuenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), de la Asociación de la Prensa de Madrid, de la Academia de Televisión y de tuti quanta, que esperarán mejor ocasión para pronunciarse.

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