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Una estrategia para que la desinformación no gane las elecciones en Guinea

Un colectivo de activistas ha generado herramientas digitales para que la sociedad civil pueda vigilar las votaciones y hacer frente a los intentos de manipulación. El próximo 18 de octubre se enfrentan a un reto definitivo

Varios activistas trabajan en las oficinas de Ablogui.
Varios activistas trabajan en las oficinas de Ablogui.Ablogui
Carlos Bajo Erro

En 2015 un pequeño grupo de blogueros consiguió movilizar a cientos de personas para que se implicasen en la vigilancia de las elecciones presidenciales. Les mostraron que podía organizarse, comunicarse y compartir sus observaciones a través de las redes sociales y les ofrecieron una plataforma que les sirviese de referente. Ocurrió en la República de Guinea y así fue como nació toda una corriente de activismo que ha demostrado que las herramientas digitales pueden reforzar el control ciudadano de la acción pública. El próximo 18 de octubre se enfrentan a un reto definitivo: unas elecciones presidenciales en las que la desinformación se ha convertido en un mecanismo crucial para condicionar el voto de los y las guineanas.

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“Desde nuestra experiencia en 2015, todos los partidos han entendido lo que se juegan en el entorno digital y han puesto en marcha algunos mecanismos para controlar ese ámbito, de una manera más o menos informal, casi artesanal. Han ido organizando acciones, realmente poco democráticas, pero se hacía a pequeña escala”, explica Alfa Diallo, presidente de Ablogui, casi con una especie de ternura. Pero el escenario frente a las próximas elección ha cambiado, según comenta este ciberactivista: “Pero ahora, la diferencia es que asistimos a una industrialización de estos mecanismos, sobre todo por parte del partido en el poder que tiene muchos más recursos, para organizar un amplio sistema de desinformación, con el objetivo de influir en los ciudadanos y en su voto”. Ablogui es la organización de blogueros y blogueras guineanas que en los últimos cinco años ha construido una sólida comunidad de ciudadanos conscientes y tiene un plan para hacer que sea muy difícil manipular los próximos comicios presidenciales.

Las condiciones en el país han cambiado considerablemente, desde aquella experiencia de 2015. En ese año, el país rondaba los 700.000 usuarios de Internet, alrededor de seis de cada 100 guineanos tenían acceso a la red. Cinco años después el número de internautas supera los 2,5 millones y la penetración de Internet se ha más que triplicado. En enero de este año había en Guinea más tarjetas SIM que habitantes. Tampoco las elecciones se presentan en el mismo clima. Una amplia coalición de organizaciones sociales, colectivos cívicos y partidos de oposición llevan un año y medio, desde abril de 2019, movilizadas bajo el paraguas del Front pour la Défense de la Constitution (FNDC) que pretendía evitar que el actual presidente Alpha Condé concurriese a estas elecciones. Con estos comicios, Condé aspira a un tercer mandato, una situación que la Constitución impedía hasta que él mismo propuso una reforma de la Carta Magna, que fue aprobada en marzo en un controvertido referéndum, con más del 90% de los votos a favor del cambio.

Varios activistas trabajan en las oficinas de Ablogui.
Varios activistas trabajan en las oficinas de Ablogui.Ablogui

Desde que comenzó a vislumbrarse la voluntad de Alpha Condé de esquivar la limitación de mandatos que establecía la Constitución, el clima social ha ido empeorando, con protestas constantes, detención de figuras de la sociedad civil y una fuerte represión. “Estamos en una situación muy volátil, en la que hay mucha contestación y las escaladas de violencia son imprevisibles y se ha reducido considerablemente el espacio cívico”, se lamenta Alfa Diallo, que entiende que esta situación es al mismo tiempo un obstáculo y un reto. Un obstáculo para una “labor de observación serena” como la que estos activistas pretenden impulsar, pero eso hace que su papel, así como el de otras organizaciones y ciudadanos anónimos, sea todavía más importante. “La censura no puede frenar las acciones de la sociedad civil. No podemos quedarnos cruzados de brazos. A estas alturas no podemos abandonar”, asevera el presidente de la organización de blogueros.

La estrategia que Ablogui ha diseñado para promover ese “control ciudadano de la acción pública” que es casi una obsesión para ellos, intenta cubrir todas las oportunidades de participación que ofrecen unas elecciones y demuestra una buena parte del potencial del entorno digital como herramienta cívica. En primer lugar, van a hacer balance de la actividad del gobierno saliente. Cuando comenzó la legislatura, la misma organización de blogueros impulsó Lahidi una plataforma a través de la cual han detallado y supervisado el cumplimiento de casi 300 promesas electorales y han ido compartiendo informes periódicos y temáticos. “Intentamos ofrecer a los ciudadanos una herramienta objetiva que les permita evaluar el cumplimiento de las promesas de Alpha Condé y su gobierno y que esté disponible antes de que tomen la decisión de su voto”, señala Diallo. La labor de Lahidi concluye durante la campaña electoral.

Sin embargo, en los últimos días se ha renovado GuinéeVote que es la plataforma que pretende erigirse en referente del uso de las herramientas digitales para la vigilancia ciudadana. Este espacio digital será el puntal del despliegue de observación que la organización pondrá en marcha, sobre todo, durante la jornada de votaciones. “La e-observación electoral se producirá en dos niveles, por un lado un grupo de entre 150 y 200 personas de nuestra red que estarán repartidas por el interior del país y que nos van a proporcionar los datos en tiempo real a través de una plataforma independiente. Pero también queremos movilizar a todos los ciudadanos y ciudadanas que tienen acceso a dispositivos electrónicos que puedan aportar su información, para colaborar con la transparencia del proceso electoral, que después de verificar compartiremos en nuestros diferentes canales”, explica el activista guineano. La actividad se canalizará en las redes a través del hashtag #GuineeVote. Algunos de estos datos recogidos de manera colaborativa alimentarán el mapa de incidencias basado en la herramienta Ushahidi que ya está disponible en la web.

Uno de los objetivos recurrentes de este grupo de expertos digitales es que las herramientas de Internet ayuden a mejorar la participación de la ciudadanía en las elecciones. “Uno de los objetivos es animar un debate de calidad sobre las propuestas de los candidatos y sus proyectos de sociedad”, señala Alfa Diallo. Por ese motivo, en GuinéeVote se encuentran los proyectos de sociedad de los candidatos que han querido comunicarlos a sus votantes, así como los programas completos de su propuesta electoral, pero además la plataforma ofrece un comparador de programas, para que esas promesas sean más comprensibles.

Algunas de estas herramientas ya habían sido utilizadas en 2015 y ahora se han perfeccionado, pero para estas elecciones, la estrategia digital de Ablogui se completa con la lucha decidida contra la desinformación y los discursos de odio. Se trata de una cuestión especialmente sensible en el contexto en el que se desarrollan las elecciones. “El contexto ha cambiado y se ha convertido en mucho menos tolerante. Hay riesgo de violencia y estamos frente a desafíos muy delicados”, advierte Diallo. La importancia de ese espacio digital se evidencia, cuando además del peligro de encontrarse en medio de episodios de violencia, los impulsores de esta iniciativa advierten que hay un serio riesgo de un bloqueo de Internet que ataque a las herramientas que están utilizando para compartir la información y haga más difícil la observación.

“Estamos pidiendo a todos los ciudadanos que nos hagan llegar todos las publicaciones que se encuentren en Internet que puedan contener estos discursos o elementos de desinformación”, comenta el presidente de la organización de blogueros. El objetivo de esa recogida de datos es, por un lado, “limitar el impacto de estas informaciones” y, por otro, documentar cómo aparecen y cómo se extienden. “Necesitamos saber cómo se organizan, cómo se relacionan, qué mecanismos usan e identificar los actores de la desinformación”, avanza el activista. De hecho, un estudio reciente de la Universidad de Stanford ha desvelado la existencia de una red de 94 páginas de Facebook creadas entre finales de 2019 y principios de 2020, veinticinco de ellas en un mismo día, que acumulan más de 800.000 seguidores y que, según los investigadores están gestionadas “con un alto nivel de certeza” por una estructura llamada “voluntarios de comunicación” o “Volcom” y que en realidad es un aparato de propaganda financiado por el partido en el poder. Esa investigación llega a conclusión de que la mayor parte de esas páginas están administradas desde el extranjero y, principalmente, desde Turquía. “A través de esa red montada para influir asistimos a una especie de injerencia de Turquía, que tiene grandes intereses en Guinea, en nuestro proceso electoral”, denuncia el ciberactivista.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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