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Columna
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Juego de patriotas en la manifestación de Colón

Lo que me preocupa de la manifestación de hoy no es que esté Vox, es que falta el otro bloque. Hasta entonces, no dejará de ser la representación de la patria de una de las partes

Fernando Vallespín
Plaza de Colón de Madrid.
Plaza de Colón de Madrid.Emilio Naranjo (EFE)
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Columna | 'Entre la estatua y la bandera'; por Xosé Hermida

Algunas veces he hablado por aquí de la soledad —¿o es desasosiego?— del columnista de política nacional. Volviendo una y otra vez a los temas de siempre, el eterno retorno de lo mismo. Ahora toca volver a Colón, a otra manifestación patriótica. Colón II, la recreación escénica del bloque de la derecha, el que frívolamente se autoproclamó como “constitucionalista”. Y digo frívolamente porque una Constitución de la que se excluye como mínimo a la mitad de los españoles tiene sus días contados. La mejor manera de buscar su obsolescencia es precisamente esa, el hacerla excluyente, el convertirla en patrimonio de un número reducido de partidos y de una única ideología. Para bien o para mal, ya ha ocurrido con la bandera, sea porque el PSOE se anduvo con complejos a la hora de reivindicarla o porque desde siempre la derecha se consideró con el derecho exclusivo de utilizarla para sus fines. Bajo la que probablemente sea la mayor bandera de Europa se desplegará hoy un mar de banderas nacionales. ¿Significa eso que es ahí donde están los verdaderos patriotas?

Permítanme que lo dude. Una de las características de todos los grupos identitarios es que son ellos los que se creen con el derecho de definir quién pertenece al grupo. Lo sabemos bien por la forma de proceder de los nacionalistas catalanes: ¡el catalán auténtico es el independentista! Ahora nos encontramos con algo parecido. Recuerden la justificación utilizada por Casado a la hora de sumar a su partido a Colón II: “nosotros queremos estar con la España real”. O sea, que la España real es la que yo defino como tal. A dónde pertenezcamos los demás, los que no hemos querido participar de este sarao, ya se me escapa. ¿Seremos la anti-España, apátridas, o quizá “irreales”?

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Y el caso es que yo me siento español y, además —y esta es mi cruz—, “patriota”. Debo de serlo de una manera rara, porque no pienso que sea algo que me deba llenar de orgullo. Nadie elige nacer donde nace, es una lotería, como la raza o la familia en la que acabas cayendo. Pero una vez que ya estás adscrito lo que te pide el cuerpo es contribuir a que tu terruño funcione de la mejor manera posible. Sobre todo, si tomas conciencia de que es un país al que amas y muy complejo en todo lo que tiene que ver con las identidades nacionales. Por eso mismo te resistes a dejarte llevar por toda definición apriorística de una supuesta identidad nacional omniabarcadora. No la hay, lo siento, como tampoco en Cataluña, claro. Nada es blanco o negro, nadamos en grises. Lo que me preocupa de la manifestación de hoy no es que esté Vox, es que faltan todos los demás del otro bloque. Mientras no sea así, no dejará de ser la representación de la patria de una de las partes, que ahora se presenta como el todo.

La convocatoria era en realidad en contra de los indultos, algo que no tiene por qué ser de derechas. Al hacerse bajo la cobertura de todo el simbolismo de Colón pierde ya, sin embargo, su carácter de juicio personal para convertirse en signo de identidad. Si ningún patriota verdadero puede estar a favor de ellos es que no comprendemos el país en que vivimos. Ser patriota, al modo en que yo lo entiendo, consiste en buscar fórmulas para colaborar en que esto pueda salir adelante y podamos entendernos, no en instrumentalizar los sentimientos nacionales para afianzar y cohesionar lo que en el fondo no es más que una opción política entre otras. Otra frivolidad. Jugar con fuego.

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Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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