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Columna
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No existe el mayor espectáculo del mundo todos los días

Es imposible que me crea que el fútbol será mejor acotándolo; hay pocas cosas en la vida que sean mejores cerrándolas a otros y no hay ninguna que lo sea cerrándola a los que están debajo de ti

Manuel Jabois
Superliga
Isco y Messi durante el partido entre Real Madrid y FC Barcelona el pasado 10 de abril.AFP

Jorge Valdano dijo una vez de Messi que era “Maradona todos los días”. Es una de las frases más afortunadas de Valdano, aunque mi preferida sigue siendo aquella de que Romario es un jugador de dibujos animados porque daba la definición exacta de una emoción que muchos teníamos viéndole jugar, incluso los madridistas: la emoción de que con él era todo posible porque sus jugadas no obedecían a la lógica del juego, sino a trazos caprichosos e imprevisibles. Con la frase de “Maradona todos los días”, sin embargo, Valdano decía algo más: lo que hacía especial a Maradona, que también fue Maradona todos los días durante muchos años, era ser más Maradona que nunca los días que tenía que serlo. Recordamos el gol a Inglaterra en México porque lo hizo una vez, del mismo modo que recordamos tantas cosas de nuestra vida porque pasaron una vez, y tan importante fue cómo pasaron como el momento en que pasaron.

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Por eso de la Superliga europea me molesta una en particular: que el Madrid pueda jugar todos los años contra el Manchester United, no una sino varias veces, y lo que es peor, sin consecuencias. Es decir, los partidos de los grandes europeos lo son porque, primero, se dan si se juntan muchas circunstancias y, segundo, porque no puedes perder: porque si pierdes te vas. Recordaremos unos años el Madrid-Liverpool de octavos, recordaremos toda la vida el Madrid-Liverpool de Kiev, lo que no vamos a recordar un mes después es un Madrid-Liverpool de la actual fase de clasificación, si es que se ha dado porque no tengo ni idea. ¿Saben qué partido no se ha dado nunca en una final de la Copa de Europa/Champions? Un Madrid-Barça. Impresiona imaginarse lo que sería ese partido si se produce alguna vez, es decir, si llegan a la final los dos, circunstancia que no se ha dado en más de 50 años. Las cosas más bonitas son las que pasan cuando no tienes ni idea de que vayan a pasar alguna vez en tu vida.

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Yo entiendo la desesperación de los clubes firmantes de la Superliga con las organizaciones UEFA y FIFA. Pero es imposible que me crea que el fútbol será mejor acotándolo; hay pocas cosas en la vida que sean mejores cerrándolas a otros, y no hay ninguna que lo sea cerrándola a los que están debajo de ti. Muchos de los partidos excepcionales lo son por las rondas en las que se juegan, y las rondas en las que se juegan son las que convierten a los equipos en excepcionales. No su aristocracia, ni su palmarés, ni su presupuesto, aunque esos tres factores, especialmente el último, condicionen que la Champions la disputen los mismos en un 90% de ocasiones. ¿Es necesario que sea en un 100%?

El fútbol es un negocio desde hace muchísimo tiempo y un negocio corrupto cuyo reinado, el de la UEFA y la FIFA, debe acabar cuanto antes después del que ya llaman ellos mismos mejor Mundial de la historia, el de Qatar. Sin haber visto un gol y teniendo 6.500 trabajadores inmigrantes muertos tras ser explotados. A mí me parece bien que los clubes se conviertan en los organizadores de sus propias competiciones, al fin y al cabo son ellos las máquinas registradoras del espectáculo, pero abriendo las puertas a que cualquiera pueda ser, con el tiempo, uno de ellos, no cerrándolas para evitar que lo sean. Y sin abrasarnos todas las semanas con partidos en todo lo alto, la manera más fácil de diluirlos en la indiferencia.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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