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Tribuna
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Biden debe cancelar acuerdo de préstamo del IFDC a Ecuador

Si hay algo que América Latina no necesita es la continuación de las políticas de Trump, que tanto daño causaron

Una protesta en Quito, Ecuador, en octubre pasado, en contra de las medidas económicas del Gobierno de Moreno.
Una protesta en Quito, Ecuador, en octubre pasado, en contra de las medidas económicas del Gobierno de Moreno.STRINGER (Reuters)

Con medio millón de muertes por la pandemia, la recesión económica más aguda de región alguna, y un bajo crecimiento proyectado para 2021, América Latina atraviesa la peor crisis del siglo, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU (CEPAL). La toma de posesión del presidente Joe Biden ha despertado esperanzas en toda la región. Y no es tanto por esperanzas de programas de rescate masivos (que no vendrán), sino por un cambio en las políticas de Estados Unidos del último cuatrienio, que causaron estragos en las Américas.

Un buen ejemplo es el préstamo de 3.500 millones de dólares por la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (IDFC) de los Estados Unidos a Ecuador. Ecuador fue zona cero de la pandemia en Sudamérica, con cadáveres amontonados por días en las calles de Guayaquil. Con la caída del precio del petróleo, se agravaron los problemas de deuda externa del país. Sin embargo, en este caso, el IDFC ha llevado la muy criticada condicionalidad de los préstamos de instituciones financieras occidentales a nuevos extremos. El préstamo vino con dos condiciones: La primera que Ecuador se comprometiera a no utilizar ningún tipo de tecnología china en sus telecomunicaciones; y la segunda que privatizara activos del sector público por un monto equivalente al préstamo.

Esto es una aberración. La cooperación para el desarrollo de Estados Unidos con América Latina no debe estar guiada por su política hacia China. El crecimiento regional no es un juego de suma cero. La noción de que los países latinoamericanos deberían utilizar solo tecnología estadounidense o europea, con resabios de la doctrina Monroe, es tan anacrónica como contraproducente. Revive los peores aspectos de la diplomacia del dólar estadounidense de principios del siglo XX. ¿Cuál sería el siguiente paso? ¿Prohibir las vacunas chinas o rusas en el hemisferio occidental? América Latina ya dejó atrás los días en que sus vínculos diplomáticos, comerciales y de inversión se limitaban solo a Estados Unidos y Europa Occidental.

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Por otra parte, el forzar a Ecuador a privatizar activos en medio de esta recesión, que significa venderlos a un precio muy por debajo del normal, no favorece el desarrollo del país. Más bien, parece tener como objetivo reducir su capacidad estatal y disminuir sus recursos, y generar abultadas ganancias para empresas extranjeras. Así no se ayuda a un pequeño país sudamericano en problemas.

¿No es este acaso un asunto muy puntual, un último gesto de un Gobierno saliente, y por ende algo que no debería sobredimensionarse?

Lamentablemente, no. Como lo describió Adam Boehler, director ejecutivo del IDFC, este sería un “modelo novedoso” para expulsar a China de los países latinoamericanos. Boehler dice que lo discutió con el equipo de transición de Biden, quienes lo vieron como un “enfoque interesante e innovador”. Esperemos que esto no sea el caso. Si la Administración de Biden aplicara este modelo en su política hacia América Latina, sería una abdicación total de lo que Latinoamérica esperaba de su presidencia. Si hay algo que América Latina no necesita es la continuación de las políticas de Trump, que tanto daño causaron.

Usar a América Latina como punching ball en la disputa de Washington con Beijing nunca ha sido una buena idea. Pero hacerlo en la crisis actual lleva esto a otro nivel. La creación en 2018 del IDFC, con 60.000 millones de dólares de capital, fue una iniciativa bienvenida para desplegar capital estadounidense en los desafíos de desarrollo que enfrentan los países del Sur Global. Sus recursos son mucho menores que los disponibles para los bancos de desarrollo chinos. Sin embargo, implementados y apalancados en forma adecuada, pueden marcar una diferencia. Dicho eso, en América Latina, el IDFC está comenzando con el pie izquierdo. Este mal concebido préstamo a Ecuador refleja una actitud de exprimir al máximo a un Gobierno en sus últimos suspiros, y con los índices de aprobación más bajos del continente. En lugar de promover el desarrollo, el IDFC parece empeñado en hacer lo contrario.

El acuerdo firmado provee solo un marco y aún no ha sido finalizado. Una de las primeras cosas que debería hacer el nuevo director ejecutivo del IDFC es declarar nulo y sin efecto este acuerdo de préstamo a Ecuador, y descartar este “enfoque novedoso”, totalmente antitético a toda noción de desarrollo.

Kevin P. Gallagher es director del Centro de Políticas de Desarrollo Global de la Escuela Pardee de Estudios Globales de la Universidad de Boston. Jorge Heine es profesor de la Escuela Pardee y exembajador de Chile en China.

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