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La legislatura de la paridad: mucho ruido y bastantes nueces

Diputadas y feministas celebran los logros para la igualdad conseguidos en este periodo que ahora concluye, el que más mujeres han integrado el Congreso en la historia de México

Carmen Morán Breña
Cámara de Diputados con motivo del Día Internacional de la Mujer
Sesión solemne de la Cámara de Diputados con motivo del Día Internacional de la Mujer en marzo del 2021.Mario Jasso (CUARTOSCURO)

El periodo legislativo que ahora cierran las elecciones intermedias parece dar la razón a quienes sostienen que la participación de las mujeres en política trae avances en igualdad que, de otro modo, no se conseguirían o llegarían con mayor retraso. México ha concluido su primera e histórica etapa con paridad en el Congreso y no son pocas las leyes y reformas que se han conseguido de la mano de las diputadas: mejoras en la situación laboral de las empleadas del hogar, paridad en todos los órdenes del Estado, reparto gratuito en las aulas de productos para la menstruación, medidas contra la violencia política, incluir en el Código Penal el delito contra la intimidad sexual a través de medios digitales (ley Olimpia) y otras modificaciones legales contra la violencia de género y el feminicidio. Legalizar el aborto en todo el país y eliminar el IVA de los productos de higiene femenina son algunas de las asignaturas pendientes, pero no ha sido por falta de intentos. Sigue costando mucho trabajo, sostienen las consultadas en este reportaje. Las políticas se chocan todavía con la cultura machista que impera en la sociedad.

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241 diputadas en una Cámara con 500 asientos. Nunca antes se había visto en México una cosa igual. Y de ello han presumido largo y tendido los dirigentes nacionales. Detrás de esas cifras, sin embargo, hay mucho esfuerzo y un camino que apenas empieza. Martha Tagle, una de las diputadas que ahora termina su gestión, por Movimiento Ciudadano, se ha metido de lleno en todas esas medidas que han favorecido a las mujeres, resultando de enorme ayuda para aquellas organizaciones civiles que han clamado en el Congreso por avances sustantivos en este periodo que comenzó en septiembre de 2018 y finaliza el 31 de agosto. Tagle menciona dos obstáculos para el desempeño de las mujeres en el Congreso: muchas de ellas son nuevas en la política y, además, tienen que cuidar a sus familias, que están fuera de Ciudad de México en algunos casos, lo que les impide dedicar las 24 horas y siete días a la semana que requieren algunas actividades políticas tal cual están diseñadas. Es decir, también las diputadas arrastran el lastre de las demás profesionales. Valga el siguiente ejemplo.

La Junta de Coordinación Política (Jucopo) es el organismo que se ocupa de alcanzar acuerdos y medir los tiempos para su debate en el Congreso. Es la cocina antes de celebrar las votaciones. Cada partido tiene allí un representante y para ejemplificar el papel que juegan los hombres en esta junta basta decir que donde se reúnen aún no hay cuarto de baño para mujeres. Este club masculino de alta política ha sido uno de los caballos de batalla de las diputadas, donde han tenido que hacer mucho ruido para que se las oyera. Ruido de verdad, a cacerolazo limpio. Así ocurrió cuando querían que se debatiera la regulación laboral de las asistentas del hogar. “Hicimos mucha presión pública para que la Jucopo se decidiera a llevar el asunto a la Cámara”, dice Tagle. Si dejan pasar el tiempo, y hay cosas que “no son su prioridad”, los asuntos acaban por no ser aprobados. Esa es una forma de legislar solo lo que ellos quieren. Pero las diputadas han resistido ese embate. Y de qué modo.

Pasados unos meses de legislatura, con Laura Rojas (PAN) como presidenta del Congreso, se creó el grupo de trabajo para la Igualdad Sustantiva, una especie de Jucofem, como algunas lo llamaban. Es decir, el mismo club, pero en femenino. Todas se pusieron de acuerdo para que los temas de igualdad avanzaran sin demoras y combatir las resistencias masculinas. “O para frenar las medidas restrictivas, como cuando el fiscal general del Estado, Alejandro Gertz Manero, insinuó que quería eliminar el tipo penal de feminicidio”. Todas a una decidieron que de eso, nada. Otra vez hubo que hacer ruido.

Marcela Lagarde, una de las voces autorizadas del feminismo mundial, fue diputada en el Congreso mexicano entre 2003 y 2006. A ella se debe la inclusión del feminicidio en el Código Penal y el impulso a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, vigente desde 2007. Es un buen ejemplo de la reciente historia de éxitos de las mujeres en la política mexicana. La abogada Mara Muñoz, feminista de Zacatecas, quiere mencionar otros nombres, además de Lagarde: Amalia García, Teresa Incháustegui, Patria Jiménez, Hortensia Aragón… “Para revisar la situación actual tenemos que ver de dónde venimos. Había entonces grandes mujeres, con capacidad política, que pelearon la paridad de sexos. Ahora, en términos legales estamos en esa representación del 50%, pero a medida que se ha alcanzado esa cuota me surgen grandes interrogantes sobre el perfil de las que la integran”, dice. “La realidad es que nuestro sistema político es corrupto, y el sistema de partidos, también. Todo se corrompe y no sé si las que llegan ahora tiene un perfil feminista y una capacitación técnica suficiente. Eso también pasa con los hombres, por otra parte”, dice, “porque los perfiles de gente proba, capaz, que quiere hacer avanzar este país, estorban a los corruptos. Y la devaluación de las cuotas de género es un ejemplo de ello”, sostiene.

En este punto, un nombre sale a relucir en la conversación, inevitablemente: Evelyn Salgado, la hija de Félix Salgado Macedonio, que ha sustituido al padre para la gubernatura de Guerrero, una vez que este fue descabalgado por el Instituto Nacional Electoral. No es difícil que las mujeres, hermanas, tías, amantes, sean colocadas a veces en cargos como mujeres de paja y de esas acusaciones se ha tenido que defender Evelyn Salgado en esta campaña electoral, naturalmente. También le ha sido muy difícil lidiar con las acusaciones que arrastra su padre, denunciado por dos violaciones y señalado por otros delitos sexuales. El caso Salgado todavía se lee en pintadas por las paredes de México, porque ha sido un ejemplo de cómo las mujeres, también las de su propio partido, Morena, se han fajado para que no fuera candidato con esos vergonzosos antecedentes. Ruido, otra vez tuvieron que hacer mucho ruido. Y sus compañeros de bancada no les prestaron eco ninguno.

“El caso Salgado ha sido un ejemplo claro del compromiso de las mujeres y de la división con sus compañeros de partido”, afirma Ana Cristina Gaspar Santana, del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir. “La paridad es parte del camino, el que lleva a los cambios, aunque la participación no debe ser solo numérica, también sustantiva. Y ya es difícil vincular esto con la izquierda o la derecha”, asegura. En efecto, otro de los escollos en ese camino fue la obligación que estableció el INE a los partidos para postular mujeres a las gubernaturas. Rápido, los dirigentes masculinos hicieron sus cuentas electorales y trataron de impedirlo: tanto en Morena como en el PAN impugnaron la medida. Pero hoy hay seis candidatas con posibilidades de alcanzar el sillón más alto de un Estado.

El aborto

Los éxitos de Argentina para la interrupción libre del embarazo dejan pequeño a México, cuyas mujeres tanto pelean por ello. Solo dos territorios, Ciudad de México y el Estado de Oaxaca, han legislado. Y esa es, quizá, la gran asignatura pendiente en el plano teórico, porque, como recuerda siempre la abogada Mara Muñoz, México tiene un corpus legal “más vanguardista que Suecia, el problema es que las leyes no se aplican”. En el caso del aborto, ni siquiera ha alcanzado el texto legal. “Desde el Congreso federal se tiene la posibilidad de sacarlo del Código Penal y de incluir el derecho a la interrupción en la Ley de Salud. Eso ayudaría mucho a avanzar en los Estados”, dice Gaspar Santana. Y las mujeres lo han intentado con fuerza, desde 2018 se han presentado hasta 11 iniciativas en las Cámaras, pero los pañuelos verdes se resisten en México.

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El caso del aborto es complejo porque entran de lleno las creencias individuales y religiosas, y no siempre cuenta con el respaldo completo de las mujeres, que, a decir de Martha Tagle, han actuado en muchas cosas como un grupo compacto. La diputada asegura que “lo han hecho muy bien, también las presidentas de las comisiones, por donde han pasado temas que no son solo de igualdad; y las presidentas de las Cámaras, Laura Rojas o Dulce María Sauri (PRI), todas han actuado con profesionalidad, sin partidismos y han tenido que sufrir ataques de toda clase”, afirma la diputada.

Quedan asuntos pendientes, pues. La senadora de Morena Antares Vázquez Alatorre es otra de las feministas que no se callan en las instituciones y sabe lo que cuesta cada pasito que se va avanzando, pero, como todas las demás, celebra esta legislatura en lo que respecta a la paridad. Menciona logros como los permisos de maternidad en las fuerzas armadas, políticas con las mujeres indígenas, cuidados de hijos e hijas, etcétera. Ella ha denunciado en estas elecciones, bajo el paraguas de la norma sobre violencia política, al dirigente del PAN en Guanajuato, porque dijo que era una mandada. “A mí no me manda nadie. Pero todavía los jueces no están preparados para esto, solo la Sala Superior, en tercera instancia, reconoció que había un sesgo de género en lo que denunciaba. Sigue habiendo muchas deudas con nosotras. Hay que pelear el aborto de los hombres, sí, porque ellos también abortan, o qué es, si no, dejar embarazada a una mujer y desaparecer, o abandonar a los hijos. Sobre eso no está legislado, hay que ver cómo le entramos”. Será para la próxima legislatura, quizá.

“La perspectiva de género sigue sin pertenecer a la cultura de este país”, lamenta Vázquez Alatorre. Y le da la razón Melissa Fenández Chagoya, cientista social de la Universidad del Claustro de Sor Juana: “En nuestra praxis cultural seguimos siendo el país de toda la vida, ratificamos todos los convenios ante la ONU, pero después simulamos y ellos siguen acaparando el poder. Máxima simulación para pasar por un país desarrollado, pero poco reflejo en la realidad. Que haya hombres que se han hecho pasar por mujeres trans para conseguir estar en las listas electorales es vergonzoso, y una buena metáfora de cómo se conduce este país. Que parezca, pero que no sea, al estilo de las películas de Cantinflas”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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