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Concepción Company: “El español de México está permeando por lenguas indígenas”

La lingüista mexicano-española explica cómo la herencia más cotidiana de la conquista de México, la lengua, está permeada por decenas de lenguas indígenas e incluso por la lengua del mar

Concepcion Company
Concepción Company Company lingüista, filóloga, investigadora y académica mexicana de origen español.Milton Martínez (Secretaría de Cultura CDMX)
Camila Osorio

La lingüista Concepción Company es una madrileña naturalizada como mexicana desde 1978, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, y como académica con un pie en los dos lados del Atlántico tiene una visión particular del idioma que llegó de Europa a México hace más de 500 años. Se trata de un español moldeado por el mar y por sus marineros, explica, pero también por decenas de lenguas indígenas de toda América Latina. En México ella ve, más que una lengua impuesta, un español profundamente mexicano que sigue en conflicto con lenguas indígenas.

Antes de la conmemoración de los 500 años desde la caída del imperio mexica, el 13 de agosto, Company (Madrid, 66 años) habló con EL PAÍS sobre la conquista española y los mexicanismos que nacen de ese momento, y sobre la disculpa que el presidente mexicano le pidió a España por la conquista. “No le costaría nada” a España, opina Company. “Pero yo creo que ambas partes están ahí negociando, y sopesando votos, y que tal cosa no va a ocurrir”.

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In English: ‘Mexican Spanish is permeated by indigenous languages’

Pregunta. ¿Cómo era el paisaje lingüístico en Tenochtitlan en 1521?

Respuesta. Antes de la caída de Tenochtitlan se hablaba en multitud de lenguas. Ahora sabemos que son –para el actual México– 68 grupos lingüísticos, familias, que se llamarían troncos. Algunos de los troncos son lenguas únicas, como el purépecha. Y algunos troncos son lenguas muy complejas, como el grupo zapoteco, que son bastantes lenguas. Todas esas, y seguramente más, se hablaban en el momento de llegar Hernán Cortés. No hay que pensar bajo ningún momento que las lenguas todas tenían el mismo funcionamiento social. El náhuatl era lengua franca, era la lengua del imperio. Pero el náhuatl de la sierra de Puebla no tiene nada que ver con el náhuatl de Milpa Alta. Hay incluso variantes del náhuatl que no son inteligibles entre sí.

¿Y qué lengua llegó? Llegó una lengua de un puñado de españoles, que no es una lengua homogénea, porque había extremeños y había andaluces, etcétera. Hay que acordarse que esos españoles que llegaron a lo que hoy se conoce como República mexicana habían pasado mucho tiempo en Cuba o en República Dominicana. Entonces estaban lingüísticamente aclimatados a un español ‘nivelado’, porque toman muchos dialectos, un crisol humano muy complejo. Esa nivelación tiene rasgos de Andalucía, porque había muchos andaluces, porque la zona de permiso para embarque a América estaba en Sevilla (posteriormente estuvo en Cádiz). Para embarcarse había que pedir permiso a la Casa de la Contratación, y el permiso podía durar meses o hasta años. Entonces Sevilla en el siglo XVI es una capital políglota, multidialectal, porque ‘la carrera de las Indias’ era ansiada y deseada por andaluces, por castellanos, por vascos, por catalanes, por franceses, por alemanes. Y también había muchos judíos y muchos musulmanes, no olvidemos que pocas décadas antes los Reyes Católicos habían tomado el Reino de Granada.

Hay que quitarse la idea de que llegó un español homogéneo. Fue un español multidialectal, nivelado, influenciado por Andalucía y por el Caribe.

P. En una conferencia reciente, usted dice lo siguiente: “El mar moldeó el léxico de México”. ¿A qué se refiere?

R. Totalmente, somos herederos del mar. Pero no solo México, gran parte de América está moldeada por el mar. Imagínate una convivencia íntima, intimísima [en los barcos que viajaban a América], en unas condiciones inimaginables – lo más normal era que tuvieran una diarreas de muerte. Esos dialectos muy diversos estaban conviviendo para sobrevivir. Había travesías que duraban de 4 a 5 meses y las personas, para ayudarse unos a otros, adoptan y se permean del léxico marítimo. Por ejemplo, la palabra ‘zafarrancho’, es una palabra marítima: lo que hacían los pasajeros era ‘poner su rancho’, su cuadrado con sus baúles para la convivencia. Y si iban a naufragar, o tenían un barco enemigo, tenían que romper el rancho para nivelar el barco. La palabra ‘cobija’, que viene de ‘cubículo’, de pedacito, de espacio, es un marinerismo.

P. ¿Cómo se moldea el español cuando se encuentra con las lenguas indígenas de México?

R. Algo que es un asunto de sobrevivencia es que, cuando llegas a un lugar nuevo, tienes que apropiarte de la realidad, conocerla, y parte de ese mecanismo de apropiación es nombrar las cosas. ¿Pues qué hicieron los españoles? Lo primero que hicieron es apropiarse y nombrar la realidad. Hubo estrategias distintas. Uno fue nombrar con lo que oían: empezaron a meter en el español muchísimos indigenismos. La prueba de que no oían la misma cosa siempre es que hay a veces 6, 7, 8, graficaciones para la misma palabra. Señal de que en las lenguas indígenas –en el náhuatl, maya, mixteco, zapoteco– había variación. Hay como nueve graficaciones de la palabra ‘Moctezuma’, por ejemplo, o eso también pasa con la palabra ‘pulque’.

Un principio fundamental de la supervivencia de los españoles fue nombrar las cosas porque tenían que describirlas en parte porque estaban haciendo crónicas para el rey. Al escribir sobre lo que han hecho, aparece un mundo americano riquísimo nombrado con palabras de lenguas indígenas: Chalchihuite, pulque, tomate, chocolate, cientos de palabras.

También otra manera de nombrar es usando palabras de la lengua propia. Entonces ‘Pimiento’, por ejemplo, es una palabra latina, de pigmentum, aunque el chile, los pimientos, son americanos. El referente es americano, pero se renombra con una palabra latina porque no saben cómo llamarle. Hay toda una contienda entre ‘pigmento’, ‘chile’, y ‘ají’. El ají es caribe, el chile es náhualt, el pimiento es del latín. Todos describen y refieren a las muchísimas especies de pimientos que hay en América. Lo cierto también es que en un inicio, por lo menos en el siglo XVI, las lenguas indígenas entran al español como préstamos duros, o sea directamente, con alguna adaptación muy temprana, como la ‘e’ final de ‘tomate’ o de ‘chocolate’. Porque no podían pronunciar la -tl al final de ‘tomatl’, entonces le pusieron tomate. Esa ‘e’ es un modo de adaptar los indigenismos a la lengua española.

P. Usted ha cuestionado varias veces que el español en México se entienda como una imposición.

R. Sí, desde el primer momento. Una lengua de conquista se caracteriza porque está restringida a ámbitos específicos: se utilizó el español para la explotación comercial, para la administración, y para la religión. Pero algunos españoles aprendieron náhuatl. En el siglo XVI hubo una convivencia de tres lenguas francas: el español era lengua de conquista; el latin era lengua de la ciencia (la imprenta en la Nueva España imprimió muchas cosas en latín, era la lengua académica); y estaba la lengua náhuatl, que es una lengua de la vida cotidiana, que la hablaba muchísima gente. Pero también hay que dejar muy claro que también hubo notarías en náhuatl, hubo administraciones en náhuatl, y quien acaba con la administración náhuatl, con las notarías, es la independencia.

P. Usted ha dicho “el momento de independencia es lo peor que le pudo ocurrir a las lenguas indígenas”. ¿Por qué?

R. Sí, fue el remate. El siglo XIX es un hijo de la Ilustración, sin duda, y lo que les interesa en la Ilustración es en gran parte el desarrollo y el progreso del hombre. ¿Y cómo se va a desarrollar ese progreso? Es más sencillo hacerlo con una sola lengua que con muchas. Las notarías en náhuatl desaparecen totalmente en el siglo XIX. La independencia supone una inhibición del uso de lenguas indígenas, porque desde el discurso oficial inhiben el uso de lengua indígena. A nadie le prohíben hablar en náhuatl, pero el náhuatl ya no va a servir para ir a una notaría y hacer un testamento, porque ya no hay notarios en náhuatl. Ese es un proceso que lleva 300 años, es muy complejo, es progresivo.

También uno de los grandes debilitamientos de las lenguas indígenas fue el cambio de dinastía de Austrias a Borbones.

P. ¿Por qué?

R. Porque los Austrias tuvieron siempre una política de separación de pueblos de indios y pueblos de españoles. Atrás de eso hay un trasfondo de divide y vencerás. Los tengo separados y entonces cada uno tiene rincón y los controlo mejor. Pero en esa separación hubo un gran respeto de usos y costumbres, legislaciones, modos de vida indígenas. La dinastía de los Austrias respeta la separación de pueblos de indios y tienen unos personajes intermediarios, entre españoles e indios, que suelen ser todos bastante pillos. Se ve en la documentación que eran ladinos, en el sentido de que hablaban las dos lenguas. Hablaban zapoteco y español, por ejemplo.

Cuando llegan los Borbones a la monarquía española, centralizan totalmente la administración. Eliminan la separación de pueblos de indios y pueblos de españoles, y entra una administración centralizadora que por supuesto impone el español. Además hay que pensar que llevaban doscientos años de convivencia, y que los indígenas habían tomado también el español porque les era más fluido y más rápido comunicarse en español que comunicarse en náhuatl y buscar un intérprete. Todo esto no es por gusto ni porque ‘qué bonito suena’. Es por pura sobrevivencia.

P. Para sobrevivir con el poder, hay que hablar el lenguaje del poder.

R. Pero por supuesto, aquí y en cualquier parte del mundo. Pero lo que me parece importante decir es que poco a poco el español de México se fue permeando de lenguas indígenas. Primero se fue permeando del mar, y nos queda el mar, aunque no lo veamos en nuestra vida cotidiana ahí está el mundo marítimo. Y en el español de hoy en México y en gran parte de Centroamérica hay español profundamente mestizo, donde tenemos frases hechas y construidas básicamente con una mezcla de español y lengua indígena. También hay un proceso clarísimo en el español de México de sustitución de léxico patrimonial latino por lengua indígena. Se llama patrimonial porque es nuestra lengua madre, el español, y la sustitución pasa por léxico indígena. Por ejemplo, en México se prefiere ‘apapachar’ en vez de ‘mimar’. Se prefiere ‘pita’ a ‘cuerda’, o ‘mecate’ a ‘cuerda’. Hoy hay un proceso de sustitución del léxico latino a favor del léxico indígena, y los mexicanos de todos los días no notamos que eso se ha dado, y que es un profundo mestizaje.

P. Este ha sido un gran punto central de su trabajo. Que ese español que se siente tan impuesto en México en realidad es más mexicano de lo que se reconoce.

R. Sí, ese profundísimo mestizaje. No obstante desde el discurso oficial –no solo de ahora sino de siempre– hay una idea de que el español es lengua impuesta. Tú le preguntas a un mexicano y él se siente conquistado, y él siente que es una lengua impuesta. Y le preguntas, ¿Qué otra lengua habla usted? Dice que ninguna, que no habla en ninguna lengua indígena. Pero ha habido un proceso que pareciera que está en etapas de post-post-post colonización. Porque hubo un proceso de mestizaje en el español profundísimo. Te doy otro ejemplo de sustitución. Se dice acá ‘buena pal petate, mala pal metate’. Ahí los adjetivos ‘bueno’ y ‘malo’ son del español, y las otras palabras son de lenguas indígenas, en este caso del náhuatl. O por ejemplo, palabras que son indígenas han dado a derivados en español, como ‘papalotear’: se dice ‘andar papaloteando’. O ‘chapulinear’, para hablar de un político. Y la palabra ‘chapulines’ se prefiere a la palabra ‘saltamontes’, que se ha eliminado a favor del indigenismo. No obstante eso, aún muchos mexicanos sienten que el español es una lengua impuesta, no han asumido que esta es su lengua. Y a eso ha contribuido el discurso oficial desde las independencias, porque han hecho un rescate del mundo indígena más bien onírico, diría yo, poco real. No han rescatado nada, ni les han dado mejor calidad de vida a los indígenas.

P. ¿A qué se refiere entonces cuando dice que las lenguas indígenas hoy están en conflicto y no en consenso?

R. Es un concepto de la sociolingüística decir que dos lenguas están en consenso, es cuando con cualquiera de las lenguas tú puedes funcionar en cualquier faceta de la vida, y puedes subir en el escalafón social con cualquiera de las dos lenguas. Como el hindi o el inglés en la India, o catalán y castellano en España. Y están en conflicto cuando solo tienes calidad de vida con una de ellas. Y desgraciadamente en México nunca ha habido una relación de consenso. El español, con las lenguas indígenas, lo que se ve es que siempre han estado en conflicto. Los indígenas aprenden español porque eso les va a permitir, por ejemplo, aumentar su salario.

P. ¿Está México muy lejos de un consenso?

R. Absolutamente. Se tendrían que generar espacios de trabajos, empleo de calidad en las zonas donde se hablan lenguas indígenas mayoritariamente. Ese es un experimento socio lingüístico que ya se ha hecho en muchos países del mundo, donde obligas al gerente de la fábrica a que aprenda la lengua indígena. Generas calidad de vida. Pero ahora, todo está hecho en español, a pesar de que es una lengua que se sigue narrando como lengua impuesta. Hay que tener algo de coherencia: si la vemos impuesta, hagamos algo para que los indígenas puedan, por ejemplo, cobrar la quincena en su lengua.

P. ¿Qué opina de la petición de perdón que hizo López Obrador a España por la conquista?

R. Me parece que no le costaría nada. Aunque no se puede sacar de contexto la historia, y eso es lo que me parece que se está haciendo. Bueno, la conquista española sí fue impuesta, tuvo claroscuros, muchos oscuros, y también muchos claros. Pero creo que no le costaría nada a la monarquía española decir ‘sí, cometimos errores’. Pero ni ellos cometieron errores, porque era otra dinastía. Pero bueno, no pasaría nada si se reconocen los errores del pasado. El mundo va a seguir funcionando igual, la cooperación ibero-mexicana va a seguir funcionando igual. A mí me parece que se puede hacer, no tiene problema. Aunque me parezca fuera de contexto...y lo piden en lengua española, además.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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