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La incansable gira de Andrés Manuel López Obrador

Tras las elecciones el mandatario ha vuelto a la carretera y las comunidades más olvidadas. Este sábado se saltó su agenda para resolver un conflicto entre dos pueblos de Oaxaca

López Obrador durante una conferencia de prensa en el Instituto Tecnológico de Pinotepa en Oaxaca el pasado 11 de junio.
López Obrador durante una conferencia de prensa en el Instituto Tecnológico de Pinotepa en Oaxaca el pasado 11 de junio.Presidencia (Presidencia)

La capacidad del presidente Andrés Manuel López Obrador para hacer política con los zapatos manchados de barro es una de las señas de identidad que mantienen indestructible su popularidad a pesar de las urnas.

Sucedió este sábado durante una visita a Oaxaca. La gira número 23 que hace por este Estado desde que hace casi tres años ganó las elecciones. Con la resaca electoral todavía reciente, pocos líderes podrían presentarse en un Estado gobernado por la oposición del PRI y conquistar a sus pobladores con un discurso entre lo político y lo religioso bajo el techo de lámina de la cancha de baloncesto.

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Acompañado del gobernador Alejandro Murat, en un solo día, López Obrador inauguró un tramo carretero, hizo de mediador en un conflicto entre dos comunidades e insinuó sus intenciones de acercarse al PRI con una ironía. “Todo Oaxaca es un primor” [el acróstico de PRI más MORena]”, dijo sonriendo a Murat como si fuera una declaración de intenciones sobre la nueva etapa política que comienza y en la que necesitará al otrora ‘partido único’ para sacar adelante algunas de sus propuestas. “La capital, Oaxaca, es de las ciudades más bellas del mundo; y la costa de Oaxaca, lo mismo”, añadió intentando ocultar la broma.

El día había comenzado recorriendo la eterna carretera que unirá la capital oaxaqueña con Puerto Escondido, en la costa. Un sueño de 164 kilómetros anhelado en la región, que comenzó hace más de una década, pero que ha ido pasando de mano en mano por todas las administraciones y que solo ha conseguido un 67% de avance. Finalmente, la vía estará terminada dentro de un año, prometió el mandatario. Fue entonces cuando llegó a los oídos de su equipo que los pobladores de un municipio cercano pretendían bloquear la carretera para llamar la atención del mandatario cuando pasara por ahí. “No estaba en el programa, pero vamos a estar allá con ustedes para terminar de acordar y de caminar juntos”, respondió el tabasqueño.

Sin necesidad de papeles, asesor indigenista o documentación de última hora López Obrador conocía a la perfección un conflicto que periódicamente salta a los noticieros por la crueldad de las venganzas. San Vicente Coatlán y Sola de Vega son dos pueblos zapotecos de unos 3.000 habitantes enclavados en la sierra sur y enfrentado desde la época de la colonia por unas tierras. La disputa con Sola de Vega es por 80.000 hectáreas que San Vicente Coatlán ha demostrado que son suyas. Incluso una comisión viajó hasta España en su día para constatar en el Archivo de Indias la legalidad de sus reclamos. Aunque un juez les dio la razón, hasta el momento ningún gobierno se ha hecho cargo del asunto y las consecuencias es que en los últimos años la violencia ha terminado con la vida de entre 30 y 50 personas, llenando de lágrimas y agravios sin resolver la sierra.

La noticia de que López Obrador llegaría a su pueblo corrió rápidamente de boca en boca y en poco tiempo más de mil vecinos, la charanga, las varias mujeres con regalos se congregaron para recibir al presidente. “A San Vicente lo han llamado pueblo de matones porque hemos defendido los recursos que nos pertenecen”, escuchó decir a un vecino. “Nosotros ya no queremos vivir en violencia con nuestros hermanos de Sola de Vega, queremos hallar una solución inmediata y de raíz, como bien lo dice usted, ya no queremos balazos, queremos abrazos”, dijo otro.

Vestido con guayabera y abrigado por una chamarra tejida que le regaló una mujer, López Obrador se puso en pie y con el micrófono en la mano apeló al respeto, a la cultura oaxaqueña, al Antiguo Testamento y la Ley del Talión. “Con Jesucristo, dijo, inicio una nueva concepción filosófica, ya que él decía si te pegan, pon la otra mejilla. Eso no es cobardía, es amor, y también es sentido común, juicio práctico. Si nos vamos al diente por diente, ojo por ojo, acabaríamos todos chimuelos o tuertos. Por eso la vía es la no violencia”, dijo a una concurrencia que lo escuchaba con atención.

“Solo pueblos muy cultos, después de décadas de conflicto, acuerdan la paz, venía hablando sobre este tema con mi hijo [Jesús Ernesto] que me acompaña”, siguió diciendo. Habían pasado dos horas, comenzaba a llover y debía seguir la gira. Así que López Obrador pidió al gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa que se hiciera cargo de conducir este proceso de paz y propuso también que Adelfo Regino, director del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, fuera el representante del Gobierno en este proceso de la búsqueda del diálogo. Antes de irse, prometió regresar para la firma del tratado de paz entre ambas comunidades. Las crónicas desde el lugar recogen que los vecinos habían matado una res para alimentar a la distinguida comitiva, pero ya no hubo tiempo para más. La noticia salió de la sierra cuando al mandatario publicó en Twitter “Aquí se acordó que, después de 60 años de conflicto agrario con el municipio de Sola de Vega y más de 100 víctimas, inicie un proceso de pacificación”.

Vista aérea de los avances de la construcción de la Autopista Barranca Larga - Ventanilla en San Vicente Coatlán, Oaxaca.
Vista aérea de los avances de la construcción de la Autopista Barranca Larga - Ventanilla en San Vicente Coatlán, Oaxaca.Presidencia (Presidencia)

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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