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Trump advierte a Venezuela: “Empezaremos con los ataques por tierra. Acabaremos con esos hijos de perra”

El jefe del Pentágono afirma que no estuvo presente cuando se dio la orden de rematar a los tripulantes de una supuesta narcolancha, por la que ha sido acusado de un crimen de guerra

Donald Trump y Pete Hegseth (derecha), durante la reunión del Gabinete este martes en la Casa Blanca. Foto: Julia Demaree Nikhinson (AP) | Vídeo: EPV

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reunió este martes a su Gabinete por última vez este año. Era la novena ocasión en la que lo hacía desde que regresó al poder por segunda vez, y la puesta en escena resultó familiar. Todos sus miembros escucharon el ...

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reunió este martes a su Gabinete por última vez este año. Era la novena ocasión en la que lo hacía desde que regresó al poder por segunda vez, y la puesta en escena resultó familiar. Todos sus miembros escucharon el repaso exagerado, salpicado de mentiras, de lo logrado en estos 11 meses, y le rieron con ganas las gracias, antes de lanzarse a los elogios al líder (“el mejor Gabinete de la historia para el mejor presidente de la historia”, resumió Howard Lutnick, secretario de Comercio). Antes, también, del turno de las preguntas de la prensa, contra la que el republicano lanzó sus acostumbrados ataques.

La incertidumbre sobre la decisión que Trump ha tomado (si es que lo ha hecho) sobre un posible ataque en Venezuela sobrevoló el encuentro. El presidente avisó hacia el final de una reunión que se prolongó durante más de dos horas y media: “Empezaremos con los ataques por tierra. Será mucho más fácil así. Sabemos dónde están, qué rutas cogen”. El objetivo es, añadió, “acabar con esos hijos de perra”, en referencia a los narcotraficantes del país sudamericano. “Esta gente ha matado a 200.000 estadounidenses el año pasado”, sentenció, exagerando los datos oficiales de sobredosis en 2024 en su país.

Además de en el presidente, todos los ojos estaban puestos en el secretario de Defensa, Pete Hegseth, al que una investigación periodística acusó el viernes de ordenar un segundo ataque sobre una supuesta narcolancha en aguas internacionales del Caribe el pasado 2 de septiembre, en lo que, consideran congresistas de ambos partidos, equivale a rematar a un combatiente herido indefenso y, por tanto, a un crimen de guerra. “No hemos hecho sino empezar a atacar barcos del narco y a mandar narcoterroristas al fondo del océano por envenenar al pueblo estadounidense”, dijo Hegseth, sentado a la izquierda del presidente, cuando fue su turno.

La Casa Blanca confirmó el lunes ese segundo ataque, que asesinó a los dos supervivientes del primer golpe. La cuenta ascendió así a 11 muertos. La portavoz Karoline Leavitt endosó la orden al almirante Frank Bradley, al frente del comando de las Fuerzas Especiales, en lo que fue a todas luces un descargo de responsabilidad del jefe del Pentágono. Hegseth dijo después en su cuenta de X que apoyaba esa decisión y que mantenía su confianza en el militar.

Este martes, insistió en el apoyo a su subordinado, y explicó que, si bien es cierto que siguió el ataque en directo, en un momento determinado se levantó “rumbo a la siguiente reunión”, así que que no estuvo presente, argumentó, mientras se produjo el segundo bombardeo. Hegseth habló de un intervalo de “más de una hora”.

“La prensa no entiende que esas decisiones se toman en mitad de la niebla de la guerra”, agregó, echando mano de su pasado como militar. “El almirante Bradley tomó la decisión correcta de hundir el barco y eliminar la amenaza. Lo respaldamos, y el pueblo estadounidense está más seguro porque los narcoterroristas saben que no se puede llevar drogas por mar, o por tierra si es necesario. Eliminamos esa amenaza y estamos orgullosos de haberlo hecho”.

El secretario de Defensa, antiguo presentador de Fox News, presumió este martes en la reunión del Gabinete del éxito de su campaña de ejecuciones extrajudiciales en el Caribe. La entrada de drogas por mar ha bajado, añadió, “un 91%”, aunque no aportó pruebas para sostener ese cálculo. “Hemos tenido que parar [los ataques], porque no logramos dar con más embarcaciones [que naveguen por el Caribe] ahora mismo”, sentenció orgulloso.

El coste de la vida, ese “bulo demócrata”

Trump había abierto la reunión con una defensa de su economía, que es, según las encuestas, el gran punto flaco de su presidencia un año después de su elección. Y lo es gracias, en buena medida, a su agresiva política arancelaria, que el republicano también defendió con pasión este martes. En las últimas semanas, el coste de la vida se ha convertido en su gran problema.

El presidente de Estados Unidos despachó esas críticas como “un bulo demócrata”, partido que cosechó considerables victorias electorales a principios de noviembre con una apuesta por mejorar la economía doméstica de los votantes. Esa declaración fue otra prueba de la confianza de Trump en el poder de sus palabras para apartar de sí un conflicto: resulta arriesgado dar por hecho que los estadounidenses, que notan la marcha de la economía en sus bolsillos, vayan a comprar esa idea del “bulo demócrata”.

Después, Trump habló con voluptuosidad de las reformas que ha ordenado en La Casa Blanca; defendió que Washington es ahora una ciudad segura, gracias a que desplegó el despliegue de la Guardia Nacional, dos de cuyos miembros fueron tiroteados la semana pasada; dijo que se merecía el Nobel de la Paz; y dedicó un buen rato a celebrar lo que definió como un inmejorable estado de salud, que puso en contraste con el de su antecesor, Joe Biden, mientras crecen las dudas sobre la capacidad del presidente más longevo en asumir el cargo de mantener el frenético ritmo de trabajo de los últimos meses.

“¿Goza Trump de buena salud?“, se preguntó a sí mismo, antes de dar paso a sus aliados, durante cuyas intervenciones peleó a ratos por no quedarse dormidos. ”Estoy aquí sentado, doy cuatro conferencias de prensa al día. Contesto preguntas de lunáticos muy inteligentes, como ustedes [en referencia a la prensa]. Les doy las respuestas correctas que resuelven sus pequeños problemas. Nunca hay un escándalo. Nunca hay un problema”.

La reunión llegó horas después de que el lunes por la noche, Trump hubiera batido sus propios récords, ciertamente inalcanzables, de uso de las redes sociales. Mandó 93 mensajes en Truth, la plataforma de la que es propietario, entre las 23.00 (hora de Washington) y la medianoche. Fue una sucesión de posts sobre los asuntos más variados, ninguno de gran trascendencia, y muchos de ellos con ideas repetidas.

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