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El ministro incómodo de Iván Duque vuelve a desatar la polémica en Colombia

El titular de Defensa genera su enésima controversia al señalar a Irán como “enemigo” del país en un viaje a Israel

Santiago Torrado
El ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano
El ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, a la salida de la residencia del presidente de Israel, en Jerusalén.ABIR SULTAN (EFE)

La gestión del ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, ha levantado numerosas críticas. Cada semana está rodeado de una nueva controversia y amenaza con convertirse en una piedra en el zapato para el Gobierno de Iván Duque. Si la semana pasada el ministerio era señalado por la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) de fingir un ciberataque para mejorar su imagen durante la oleada de protestas contra el Gobierno, el más reciente episodio tuvo un alcance diplomático. El funcionario, que acompañaba este lunes al mandatario en su visita a Israel, señaló a Irán, un país con el que Bogotá sostiene relaciones desde 1975, como un “enemigo”, en el marco de una reunión con el presidente israelí Isaac Hezog.

“Aquí tenemos un enemigo común y es el caso de Irán y Hezbolá que ópera en contra de Israel, pero también apoya el régimen de Venezuela”, declaró Molano al destacar el intercambio de información e inteligencia que desarrolla con las fuerzas militares y el Ministerio de Defensa de Israel. Mientras la Cancillería evitó pronunciarse, el presidente Duque, que se ha reunido con las principales autoridades israelíes para sellar una alianza económica y diplomática, tuvo que rectificarlo a las pocas horas. “En el caso particular de Irán, Colombia ha mantenido relaciones diplomáticas y es claro en cuáles son las amenazas terroristas”, matizó al recordar que Bogotá sí considera a Hezbolá, una milicia proiraní, como una “organización terrorista”. Sin embargo, la enésima controversia del ministro ya había tomado vuelo.

Molano es miembro del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, el mentor político de Duque. “Hay un problema de coordinación muy serio al interior del Gobierno, pues no es la primera que el presidente tiene que salir a corregir a un funcionario”, apunta la politóloga e internacionalista Sandra Borda. En diplomacia, señala, para llegar a ese punto de hostilidad se requieren dificultades manifiestas, mientras que la relación entre Bogotá y Teherán fluye con normalidad. “Diego Molano jamás ha tenido contacto con los temas internacionales, y actúa a punta de una intuición muy primitiva”, valora la catedrática de la Universidad de Los Andes. La gran paradoja, concluye, es que el ministro de Defensa se ha ido convirtiendo en un funcionario incómodo para el Ejecutivo por ese empeño por congraciarse con su partido y mostrarse duro a punta de declaraciones.

Molano asumió su cargo en febrero, en medio de un clima de deterioro de la seguridad que incluye el asesinato de líderes sociales, ambientalistas y excombatientes de las FARC que firmaron hace ya cinco años el acuerdo de paz, así como un rosario de masacres y repetidos episodios de brutalidad policial. Desde entonces ha cosechado múltiples tempestades, y ni siquiera la reciente captura de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, jefe del Clan del Golfo, significó un respiro duradero.

La seguridad ha sido una de las grandes banderas del uribismo, la corriente política creada en torno al expresidente, el más férreo opositor a la negociación con la extinta guerrilla de las FARC. Por lo tanto, apunta el analista Yann Basset, cualquier ministro de Defensa de este Gobierno va a estar rodeado de polémica. “Es un ministerio que tiene mucha presión, que tiene encima al Centro Democrático, que se quiere inmiscuir a la brava a veces en esos asuntos de Defensa. Hay también mucha prevención por parte de la oposición y de la sociedad civil, entonces es un puesto por naturaleza muy controvertido, complicado y delicado”, señala el profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario.

La política de seguridad para sofocar la oleada de protestas del llamado paro nacional ya había provocado que tanto la oposición como los manifestantes exigieran su salida el pasado mayo. En un fallido intento de moción de censura, el senador opositor Iván Cepeda exhibió episodios como el ataque de civiles armados contra manifestantes indígenas, sin que la policía interviniera, o la agresión de decenas de uniformados a defensores de derechos humanos. Molano superó con holgura ese desafío legislativo, en medio de un estallido social que sí se llevó por delante al ministro de Hacienda y a la Canciller.

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Los intentos de moción de censura contra los tres ministros de Defensa que ha tenido Iván Duque desde que asumió el poder en agosto de 2018 se siguen apilando. Molano llegó como reemplazo de Carlos Holmes Trujillo, quien murió en enero a causa de la covid-19, y este a su vez había asumido tras la renuncia de Guillermo Botero ante la inminente aprobación de una moción de censura, luego de haber ocultado la muerte de ocho menores en un bombardeo contra disidentes de las FARC. El propio Molano ya había enfrentado en marzo su propio escándalo por la denuncia de la muerte de varios menores en otro bombardeo contra disidencias, cuando se refirió a esas víctimas de reclutamiento forzado como “máquinas de guerra”.

“El denominador común de todos los ministros de Defensa es que hacen parte de un Gobierno que decidió hacer trizas la paz y que trabaja una dialéctica de amigo-enemigo; declara enemigo a todo aquel que se le oponga y actúa en consecuencia. Es un ministerio que no es de Defensa sino que es para la guerra interna”, señala el senador opositor Roy Barreras, protagonista del debate legislativo que le costó el puesto a Botero. “A la ineptitud se suma el desconocimiento sobre las relaciones internacionales y la mínima prudencia que debe tener un ministro de la Defensa”, fustiga a Molano por lo que califica como “una irresponsabilidad enorme” y “un error diplomático descomunal”. El legislador anticipa que se propone radicar una nueva moción de censura en las próximas horas, aunque descarta con realismo que la apruebe el Congreso, donde el Gobierno, a diez meses de entregar el poder, mantiene las mayorías.

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Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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