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Las elecciones parlamentarias en Rusia miden la fuerza de Putin tras la pandemia

El Parlamento que resulte de la votación será el que legisle cuando el presidente ruso decida si se postula de nuevo en 2024

El presidente ruso, Vladímir Putin, vota por Internet en las elecciones legislativas, este viernes.
El presidente ruso, Vladímir Putin, vota por Internet en las elecciones legislativas, este viernes.ALEXEI DRUZHININ / KREMLIN POOL/ (EFE)

Los ciudadanos rusos están llamados a las urnas este fin de semana en unas elecciones legislativas aparentemente anodinas: la Duma (Parlamento) que se forme con sus votos será la misma que legisle cuando Vladímir Putin decida, antes del fin de su mandato actual en 2024, si se postula o no de nuevo a presidente. Estos comicios se han convertido en un barómetro del desplome de la popularidad del sistema engendrado durante las últimas dos décadas y cómo están las fuerzas del Kremlin tras la pandemia.

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Rusia Unida, el partido vinculado al Kremlin, arrasó hace cinco años en las primeras elecciones de este tipo tras la anexión unilateral de Crimea, un acontecimiento que disparó el apoyo al mandatario. Sin embargo, aquello ya suena como un eco: esta convocatoria está protagonizada por la represión de la oposición con miles de activistas detenidos en protestas en el último año; una crisis económica con una inflación disparada por encima del 6,7%; y una gestión de la pandemia que deja hasta ahora un exceso de muertos superior al medio millón.

Las legislativas rusas, que se celebran desde ayer hasta el domingo, han arrancado con un revés para el equipo del opositor Alexéi Navalni. Los gigantes tecnológicos estadounidenses Google y Apple han cedido a las exigencias del Kremlin y han eliminado de sus tiendas online una aplicación del activista que promueve el llamado “voto inteligente”. A última hora del viernes, el servicio de mensajería Telegram, muy popular en Rusia, asestó otro golpe al disidente y bloqueó todos los bots asociados a la campaña electoral en Rusia, incluido el de voto inteligente, aludiendo a que empiezan los llamados “días de silencio” o “días sin campaña”. Todo esto ha ocurrido precisamente el mismo día en que los rusos pueden empezar a votar por Internet y en urna física. La herramienta censurada propone unir a los votantes opositores en torno al candidato que más posibilidades tenga de vencer a los aspirantes del partido al que el presidente Putin —que no está afiliado— da su apoyo.

El objetivo del Kremlin es pasar unos comicios sin sobresaltos. Tras la reforma constitucional de 2020, que permite a Putin optar a dos mandatos más, es decir, hasta 2036. Por eso es importante que la próxima Duma sea afín al presidente durante los próximos cinco años de legistura, para evitar sorpresas.

La participación se espera que sea baja. En 2016 ya se situó en un modesto 47,8%. Pero si entonces Rusia Unida obtuvo un 55,2% de los votos, las encuestas apuntan ahora a alrededor de un 30%, según los sondeos del Centro de Estudios de la Opinión Pública de Rusia (VTsIOM) e Insomar. No obstante, el sistema resiste todavía.

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La figura de Putin tiene una aprobación superior al 60% y la previsión es que Rusia Unida mantenga la mayoría parlamentaria, pues el Partido Comunista, aunque ha crecido mucho en los sondeos y es cada vez visible, quedaría lejos, en torno al 16%, pese a reforzar su posición frente al 9% del populista Partido Liberal Democrático (LDPR).

“El objetivo ideal de Rusia Unida es preservar la mayoría constitucional, pero si esto no funciona, pueden recurrir al LDPR”, afirma Alexéi Makarkin, politólogo y vicepresidente del Centro de Tecnologías Políticas. “En 2011 ya existía una situación en que Rusia Unida no tenía la mayoría constitucional y nada se rompió, el LDPR votó con lealtad y los comunistas se comportaron de manera muy moderada y dentro de los límites aceptables para las autoridades”, agrega.

Uno de los protagonistas de las elecciones, el opositor Alexéi Navalni, se dio a conocer tras aquellos comicios al organizar las protestas en las que acusaban al Gobierno de fraude electoral. Fue aquel año en el que creó su Fundación Anticorrupción, que 10 años después, el pasado mes de junio, ha sido declarada organización extremista por las autoridades; al igual que todas las entidades vinculadas al opositor, que cumple dos años y ocho meses de prisión por un polémico caso que ha suscitado la crítica internacional.

“Estas elecciones no siguen el modelo lógico de unas elecciones demócratas”, asegura Grigorii Golosov, jefe del área de Análisis Político de la Universidad Europea de San Petersburgo. En su opinión, no hay marcha atrás para el Gobierno de Putin tras el envenenamiento de Navalni en Tomsk en agosto de 2020, tras el que la inteligencia occidental sitúa al Kremlin. “Es demasiado tarde para callar, en el último año todo el mundo conoce a Navalni, no solo sus seguidores”, agrega.

Con su líder encarcelado y la mayoría de sus aliados más conocidos en el exilio, la organización del activista, que no concurre como partido político y que nunca ha podido registrarse como tal, ha supuesto un quebradero de cabeza para Rusia Unida con su plataforma voto inteligente, con la que recomienda a qué candidatos votar en 225 distritos para arrebatarselos al partido del Gobierno. “Puede que el Partido Comunista sea el más beneficiado, no significativamente, pero esto es un motivo de preocupación para los demócratas”, añade Grigorov.

Partidos opositores

Si el Partido Comunista y el LDPR son considerados partidos leales al Kremlin, su reverso es Yábloko, partido realmente opositor con presencia en el parlamento, aunque cuenta solo con un marginal 2% de apoyo. El voto inteligente no recomienda a sus aspirantes salvo en algunos territorios testimoniales, lo que echa más leña al fuego de su enfrentamiento con Navalni por haber llevado las protestas a la calle. “Sin putinismo ni populismo”, tituló en un artículo crítico con el activista el fundador de Yábloko, Grigori Yavlinski, tras la detención del opositor, antiguo miembro de ese partido hasta 2007.

En el inicio de la cita electoral, uno de los primeros en votar fue ayer Putin. Lo hizo de manera virtual, puesto que se encuentra en cuarentena tras detectarse un brote de coronavirus entre “decenas de personas” de su entorno, según explicó el mandatario. El ejemplo de Putin lo ha seguido también el primer ministro Mijaíl Mishustin, quien votó por Internet a diferencia del líder checheno, Ramzán Kadírov, que se decantó por acudir a las urnas a pie junto con su familia. Según la Comisión Electoral Central, al mediodía de la primera jornada ya se había superado el 30% de participación por Internet en seis entidades federales rusas y se estimaba que podrían alcanzar “entre el 75% y el 80%” al final del día.

A las dudas que suscita la votación electrónica se suma la reducida presencia de observadores en estas elecciones y el veto a numerosos candidatos, tanto por decisión de la junta electoral como por no poder reunir las miles de firmas necesarias en una situación tan tensa. Por ejemplo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) decidió no enviar a su personal por las restricciones impuestas, mientras que algunos opositores no han podido presentarse, incluida una de las mejores bazas del Partido Comunista, Pavel Grudinin, por supuestamente tener cuentas en el extranjero.

“El principal problema es que los políticos pueden ser privados de postularse en cualquier momento”, afirma Elena Noskovets, representante de la opositora Coalición Novosibirsk 2020, vinculada a Navalni y que el año pasado logro algunas victorias en esa gran ciudad de Siberia, según el equipo del opositor empujados por la plataforma voto inteligente. “Por supuesto, los políticos de Rusia Unida y de los partidos satélites que representan a la oposición parlamentaria leal dirán que todo está bien y que el único problema es la apatía de los votantes”, se lamenta.

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